Cuando el corazón de Moonlight (e)xperimental late hace... Dum Dum.

Félix me llevó de viaje... Dum Dum.

Jara y Martina... Dum Dum.

Te lo pone ahí...

En camiseta de manga corta pateando Azuara, por fin muevo las piernas oliendo a flores...

No, no me he vuelto loco, lo que pasa es que empiezo a escribir estas líneas mientras escucho 'Amberes', temazo de R de Rumba, Lírico y Rebel. Les invito a que la escuchen si no la conocían, pues descubrirán uno de los mejores temas del rap en castellano de la historia, y si ya la conocían póngansela otra vez, mover el cuello con esos ritmos es más que bueno para la salud.

Y bueno, a lo que vamos... Esta semana volví a perderme con buenos amigos por los campos de Azuara. Paz, naturaleza, sol y espárragos silvestres.

Hacía mucho tiempo que no caminaba por esos parajes, casi desde que organizamos la primera edición de b(e)Vida, demasiado. Siento que cada día necesito más conexión con la naturaleza, pero los últimos meses he tenido que ir dando tumbos por ciudades y bares, no lo he sufrido pero, ha sido como si buceando aguantas demasiado la respiración y al salir a respirar sientes que la vida entra de nuevo en ti, pues eso han sido los paseos de este lunes, una bocanada de vida e inspiración. Ya lo decía Kase.O: "Azuara tiene el tiempo envasado al vacío, discomóvil propia, inspiración en el río"

El camino estaba lleno de ciruelos en flor, que desprendían un brutal olor a miel, igual que los almendros, que mientras recorrimos un campo lleno de ellos solo podía pensar en plasmar ese olor en una bebida. En otra época habría llenado mi mochila de esas flores para esta semana haber tenido un cóctel en mi local con ellas, pero ahora no, me conforme con estar frente a ellas y oler, comer alguna y parar, parar por fin, inmerso en su belleza natural.

Comimos juncos, me dijo Ricardo que de pequeños lo hacían, que ya entrados en el verano están más jugosos, y que de críos comían de todas estas cosas. No sé si los niños del mañana comerán juncos del camino, más bien no sé si sus padres lo permitirán sin haberlos desinfectado antes... los míos sí que lo harán, a riesgo de ser considerado un padre negligente por esos otros padres ultraprotectores.

Comimos cabezas asadas preparadas por Cruz, dignas de los dioses más exigentes, maridadas con un Telescópico de Frontonio que estaba más que perfecto, poco más se puede pedir. Para la cena tuvimos selección de quesos elegidos por Rocío, no faltaron los de pasta blanda fuertes que tanto le gustan, uno en especial me enamoró, sabía a pura oveja, otro era un gorgonzola increíblemente fuerte, un manchego y un azul entre dulce y salado que se me hace la boca agua al recordarlo.

Conocí a las primeras gallinas de Félix y Jara, de las que seguramente más de una vez les hablaré en el futuro. Tuvimos tiempo para una siesta, incluso unas partidas de futbolin en el bar del pueblo con varias raciones de madejas y otras tantas de oreja. Lujo, el lujo de verdad.

Felix solo me pedía que llevase una cosa, quería uno de mis Negroni, deseo que por supuesto fue concedido.

Partes iguales de Tanqueray Ten, Campari y un vermut muy antiguo que buenos amigos me regalaron por mi cumpleaños, un Cinzano Chinato de los años 60. 3cl de cada ingrediente en un vaso mezclador con hielo, remover y servir con un buen bloque de hielo que lleve para la ocasión. Piel de naranja para decorar y listo.

Les voy a invitar a que si tienen pueblo se marchen a él y disfruten, y si de paso pueden buscar algunas botellas antiguas de licores, vermut o lo que sea búsquenlas, para luego disfrutarlas como se merecen, siempre en buena compañía.