“Quiero, mi Cuba libre…-, pa que mi gente pueda bailar…”. Más de 20 años han pasado desde que Gloria Stefan se atreviera a rendir un tributo a los suyos, al pueblo cubano. Ese himno a la libertad sigue hoy tan de actualidad como entonces.

Y es que “caballero (como diría un buen cubano), aquí se pasa tremendo trabajo. No es fásil”. Y nunca lo fue. Ni con Batista, ni con Fidel, ni con el resto de “comemierdas” que han pasado a dirigir ese gran país, que no han hecho otra cosa que someter, chupar la sangre y las entrañas del pueblo cubano.

Cuando un régimen se empeña en hacer padecer hambre y mil calamidades a los suyos, no sirve, y que no nos vendan la moto ni de un lado político (me río de los comunistas) ni del otro (y de los anti).

Cuba no es un estado democrático, es una dictadura, y el origen de sus problemas políticos, sociales, económicos, no es el bloqueo (para los cubanos), embargo (para los americanos). Basta ya de eufemismos.

El problema de Cuba son sus dirigentes y el banana comunismo que predican y practican: ese todo por el pueblo, pero sin el pueblo. Abajo ese nepotismo ilustrado del XVIII tan practicado por los diferentes comandantes en jefe que han ido hondeando la caduca bandera de la Revolución, que nunca permitió a los cubanos ni tan siquiera limpiar su fondillo (culo) con dignidad.

Bendita pandemia, que ha revelado la verdadera naturaleza de los cubanos, un pueblo valiente y resistente donde los haya. Ojalá esto sea el principio del fin de las injusticias, aunque lo veo difícil, no solo por la maldita estructura política cubana sino también por la internacional, que comparten ambas la ineficiencia, el doble rasero y ese mirar hacia el otro lado. Dios salve al pueblo cubano!