Hoy les voy a proponer un ejercicio. Cierren los ojos o déjenlos abiertos si tienen gran capacidad de ensoñación. Piensen que es un palmero o palmera, que la lava ha arrasado su casa, con sus posesiones y recuerdos materiales, y que se ha reubicado en la choza de un familiar sine die, donde no se despega del televisor para ver si su pequeña plantación platanera es conducida a las profundidades de la tierra. ¿Se siente triste? ¿Le produce angustia?

Vamos con otro. Este solo para los que creen que pagamos muchos impuestos. Pónganse en las botas del Guardiola o canten el Amante Bandido del Bosé para entrar más en calor. Ganan muchos pero que muchos euros y no llevan a sus hijos ni a la pública ni a la concertada. Tampoco utilizan la sanidad pública. Todo tiene un límite y bastante les quitan en impuestos para mantener los servicios que otros usan como para que encima les quieran saquear más. Hay que intentar pagar lo menos posible. ¿No es lo que haría yo?

Pues les voy a contar una cosa, eso que acaban de hacer se llama empatizar. La empatía es la capacidad que las personas tenemos para percibir los pensamientos, sentimientos y emociones de los demás. Percibir al otro como uno mismo, ponerse en sus zapatos.

Desde mi rincón observo que vivimos en una sociedad bastante selectiva a la hora de empatizar y me preocupa mucho.

Estoy segura que les ha resultado bastante fácil meterse en los roles que les he propuesto, pero ahora vamos a intentar meternos en el de un padre de familia numerosa, en desempleo desde hace tres años, sin cualificación, que vio la luz en la época de la burbuja del ladrillo y se metió en la compra de un pisito que ahora no puede pagar. ¿Cuántos piensan que tiene lo que se merece por meterse donde no podía, que es un vago porque el que quiere trabaja donde sea y que se ha acostumbrado a vivir del cuento y de las ayudas?

Y ya lo de empatizar con la persona que vive en un lugar lejano, tan empobrecido que no ofrece ninguna opción de vida digna y se siente tan desesperado que prefiere morirse ahogado tras el previo pago de lo que no tiene a una mafia para intentar llegar a la tierra de oportunidades. Es casi misión imposible para una parte muy importante de nuestros vecinos. ¡Que se quede en su país que aquí necesitamos también trabajo!

Aprendamos a empatizar con los demás para que los demás empaticen también con nosotros y de esa manera construyamos una sociedad más solidaria y más humana. Vamos, una sociedad mejor. Tampoco se trata de que llevemos la empatía a un plano tan intenso que nos produzca angustia personal, pero sí, por lo menos, que nos haga reaccionar y actuar.