Un despegue excepcional

Muchos se tomaron a risa eso de que Teruel tuviera un aeropuerto. Hoy, diez años después, se ha convertido en el gran referente de Europa en instalaciones aeroportuarias industriales y un motor de la provincia. El éxito está en sus gestores

Nicolás Espada

Nicolás Espada

Pocos eran los que confiaban en que un aeropuerto sin pasajeros y ubicado en Teruel fuera un motor económico. Pero lo que empezó siendo una idea peregrina, rechazada por muchos, hoy es un negocio de éxito que genera muchos empleos (y más que va a atraer en los próximos años) y que es la envidia de muchos de aquí (como los de Huesca, que ven ahí su bonito aeropuerto cerrado a cal y canto), de otros del país que no se atrevieron a vender la idea, y de alguno de la Meca o del desierto de Arizona que empiezan a copiar ideas para sus instalaciones similares. El aeropuerto de Teruel, convertido en la plataforma aeroportuaria más grande de Europa, cumple diez años cargados de éxitos y la clave es haber sabido manejar el proyecto, aunque sea público, como si se tratara de una auténtica empresa privada. Se ha ido al negocio, los gestores no han dudado en redirigir sus planes para que la rentabilidad fuera mayor y la empresa Tarmac, que opera desde que en el año 2013 llegara el primer avión procedente de Frankfurt, y el director de la infraestructura, Alejandro Ibrahim, se han convertido en sus auténticos gurús.

El aeropuerto de Teruel se usó a finales de los años 30 del siglo pasado en la guerra civil. Después se convirtió en el Polígono de Tiro de Caudé, militar, por supuesto, y en el año 2002 surgió una idea. El empresario zaragozano Valero López Soriano le ofreció al entonces presidente del Gobierno de Aragón Marcelino Iglesias la construcción de una instalación de reciclado. Enseguida se firmó el convenio de intenciones para crear un consorcio entre la DGA y el Ayuntamiento de Teruel y después de que el concurso de explotación quedara desierto porque las condiciones económicas no convencieron ni a aquel empresario ni a otros, el consorcio público y las circunstancias económicas que le rodearon fueron actualizando la iniciativa hasta que en el año 2009 se hicieron los primeros movimientos de tierra. Cuatro años después empezaron a llegar aviones para reciclar, pero sobre la marcha, se empezaron a hacer tareas de mantenimiento y, también gracias a la pandemia, se ha configurado como un lugar de estacionamiento de aviones. Pero se va más lejos. La llegada de empresas a su alrededor como PLD Space, que hace pruebas de sus motores para cohetes, o Elson Space España y Delsat International, que también desarrollan drones, ha ubicado al aeropuerto de Teruel como un lugar para nuevos negocios aeronáuticos.

Ahí radica la clave del éxito, en saber ir moviendo la rentabilidad del aeropuerto de Teruel. La Administración pública, dejándose llevar por las empresas que gestionan y las personas que saben lo que tienen entre manos. Y estos trabajando como auténticos ejecutivos de una empresa que tiene que cerrar las cuentas en positivo a final de año y hay que cuadrarlas. Varias empresas estudian ya los vuelos suborbitales para los próximos años, después de que el aeropuerto turolense consiguiera ser seleccionado como el más idóneo para el desarrollo de estos vuelos dada su infraestructura aeroportuaria, las condiciones climatológicas, el espacio aéreo adecuado, encontrarse a la máxima altitud de España y, además, fuera del alcance de núcleos urbanos habitados. Todo esto supone un impulso importantísimo para el desarrollo de la provincia de Teruel, por extensión para el de la comunidad autónoma y una gran proyección internacional por sus singulares características.

Y como si se tratara del Pilar, las obras en el aeropuerto de Teruel no se acaban nunca y las últimas inversiones van encaminadas a aumentar su tamaño y todo esto permitirá que la creación de empleo también siga aumentando considerablemente, tanto en los que son directos como en los indirectos. A nadie le cabe duda de que proyectos como el del aeropuerto de Teruel sin pasajeros son claves para revitalizar la zona atrayendo, además, a personas, porque hay muchos empleos de estas empresas desde los que no se puede teletrabajar (otros sí). Una idea económica nacida como un negocio y llevada como tal que es una iniciativa de éxito y que contrasta, por ejemplo, con ese aeropuerto de Huesca que fue un capricho que no está generando nada y que solo crea gastos y quebraderos de cabeza.

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