Macron ahonda la crisis

El Periódico de Aragón

El Periódico de Aragón

Francia suma nuevos elementos de tensión social después de la resolución del Consejo Constitucional, que el viernes dio por ajustados a la Carta Magna los puntos esenciales de la ley que reforma las pensiones, y de la decisión del presidente Emmanuel Macron de promulgarla la madrugada de ayer. La decisión de la Intersindical de aplazar hasta después del 1 de mayo cualquier contacto con el Elíseo –estaba previsto uno para el martes– no hace más que reforzar las dimensiones de la protesta en la calle en medio de una crisis que un diputado del conservador ha definido como «política y democrática», y que va más allá del enfrentamiento institucional a propósito de una norma que el socialista Olivier Faure considera «mala, injusta e ilegítima».

Incluso si se acepta como punto de partida que la viabilidad del sistema de retiro y pensiones necesita un cambio para que sea sostenible a largo plazo –la izquierda lo discute–, la remisión de Macron a que la reforma figura en el programa de su partido, Renacimiento, resulta claramente insuficiente para legitimarla. De hecho, la exasperación de la calle por el paso dado es la prueba palpable de que la victoria de hace un año fue tanto fruto del voto de quienes son partidarios de tal programa como de aquellos otros que apostaron por Macron para impedir a la ultraderechista Marine Le Pen llegar a la presidencia. A partir de ahí, desatender la profundidad de la protesta y, en última instancia, recurrir a la aprobación de la reforma sin que se votara en la Asamblea Nacional merced a un artículo de la Constitución que permite hacerlo, fue interpretado por los sindicatos, toda la izquierda y aun personalidades centristas como un desafío del presidente.

El riesgo de agravamiento de la crisis está servido, con un debilitamiento manifiesto de Macron, que carece en el Parlamento de una mayoría estable y consolidada y más del 60% de la población contrario a la reforma, según las encuestas más recientes. Con el factor añadido de que con harta frecuencia son los partidarios de la acción directa los que toman la iniciativa en las manifestaciones, señal inequívoca de que por momentos los sindicatos se ven desbordados, algo que alarma a una parte de la misma opinión pública contraria a elevar la edad de jubilación a 64 años.

El desarrollo de la crisis vuelve a poner sobre la mesa el poder desorbitado que la Constitución de la Quinta República da al presidente, pero también, qué posibilidades de supervivencia política tiene Macron en los cuatro años de mandato que le quedan. Porque la situación que enfrenta no es simplemente no disponer de una mayoría asegurada en el Parlamento, sino que la movilización contra la ley está garantizada a corto plazo y los sindicatos, incluido el moderado CFDT, no van a decretar una tregua so pena de dar más munición a los adeptos a la guerrilla urbana. De ahí que el momento sea especialmente grave en la segunda economía de la Unión Europea, con un presidente que, por no vacilar ni un segundo, corre el riesgo de quedarse sin aliados, una izquierda movilizada, pero proclive a las digresiones divisivas, y una extrema derecha expectante que cree llegado el momento de atraer nuevas voluntades con eslóganes convenientemente suavizados.

Suscríbete para seguir leyendo