HOGUERA DE MANZANAS

La poesía es un arma

Olga Bernad

Olga Bernad

Gabriel Celaya decía que la poesía es un arma cargada de futuro. Para alguno de sus colegas la afirmación era literal. Aunque tengamos la imagen de los poetas como gentes con foulard que se empeñan en recitarte sus versos a la mínima, hemos de reconocer que la caricatura es una deformación de los tiempos. Históricamente, muchos son los ejemplos en los que los vates se aferraron a sus armas; desde los revolucionarios rusos hasta D’Annunzio, pasando por Lord Byron, el griego Arquíloco y sin olvidarnos de Marinetti o Miguel Hernández.

Pero en estos tiempos de guerra en los que pareciera que solo puede hablarse de paz, la cosa se complica. Es todo muy injusto, si a uno le gustan los gatetes o las flores todo el mundo lo acepta, pero si te gustan las armas alguna gente te mira mal. Y sin embargo a mí me inspiran más que algunos paisajes y algunas personas. Sus metáforas son contundentes y hermosas. Piensen en la precisión del gesto y la mágica esfera numérica de la diana, tan pitagóricamente artística como un círculo de invocación.

Por cómo sujeta alguien una pistola, lo conocerás. El dedo en el gatillo, sólo si realmente vas a disparar. El resto es riesgo y tontería. Las armas a veces son superpuestas, como yo cuando lo estoy. A veces tienen el ánima lisa y a veces la tienen rayada, también como yo. Pero el loco movimiento interno del proyectil no es en vano, es un camino estriado, una espiral alada. Esos surcos helicoidales en el interior del cañón mejoran paradójicamente su estabilidad y su precisión. Como en la poesía. Igual. Nunca un disparo puede mejorarse una vez hecho, pero siempre puede repetirse. Hay una especie de esperanza. Y alguna lección: creemos que acertar es poner la bala donde hemos puesto el ojo. Pero no, acertar es poner el ojo donde debes. Si te equivocas ahí, da igual que después aciertes.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS