DESDE MI RINCÓN

¿Globalización o aborregamiento?

María Jesús Ruiz

María Jesús Ruiz

Dicen que viajar abre la mente. Depende de cómo lo hagas, digo yo. Porque ya puedes recorrerte el mundo entero o irte al pueblo más pequeño de tu provincia, que como no salgas con la mente ya abierta de casa y te metas en el todo incluido, o en otro tipo de paraísos molones que han creado para disfrutar a tope sin salir de ellos y sin relacionarte con las gentes y el mundo en el que viven, corres el riesgo de volver con el encefalograma más plano que cuando saliste.

De todas formas, la sociedad y el sistema económico en el que vivimos no nos lo pone nada fácil. La globalización lo llaman. Yo acabo de volver de una escapadita veraniega y no sé si será por la edad, pero he tenido momentos de nostalgia en la forma en la que antes se podía disfrutar de lo diferente cuando salías. Recuerdo ir al súper y encontrar esas mermeladas, chocolates y miles de productos que o traías de tus viajes o imposible hacerte con ellos. También de cuando manejando aquellos mapas tan fáciles de abrir e imposibles de cerrar nos movíamos por carreteras y ciudades vigilantes de qué pueblo o punto de referencia debíamos encontrar para hallarnos donde deseábamos, siendo muchas veces el paisano de la zona quien nos acababa sacando del laberinto en el que nos metíamos, hasta cuando ni hablábamos ni entendíamos el idioma del lugar.

Ahora si te mueves en el primer mundo todo ha cambiado. Le das a la aplicación de mapas y por donde te diga, que para eso somos más que autosuficientes. Ja, ja, ja, lo que somos es dependientes de una pantalla en la que los dichosos algoritmos nos dicen lo que quieren que sepamos y consumamos, ya que la necesitamos para llegar a ese restaurante de franquicia que igual te da estar en Zaragoza, Roma, Berlín o haber saltado cualquiera de los charcos.

¿Y qué traes de recuerdo? Nosotros hemos optado por los imanes de nevera sin mirar mucho la letra pequeña de la etiqueta por aquello del made in china. Salvo alguna exquisitez artesanal, todo lo encuentras en menos de medio kilómetro a la redonda si vives en la ciudad. Y como encima tengas la suerte de tener cerca unos de esos que cada mes programan la semana de ciertos lugares del mundo, hasta lo compras más barato que en origen.

Dicen que la globalización es el proceso que ha acercado y conectado los mercados, las sociedades y las culturas de todo el planeta facilitando el movimiento de bienes, servicios, capitales, información y persona por el mundo y eso a priori no debería de estar mal, pero si sirviera para la integración de países, personas e instituciones y no para la alienación y el aborregamiento de los mismos. Si no deviniera en la vulgaridad de un mundo tan rico como el que tenemos, en el que siguiera habiendo hueco para lo diferente y en el plano social y cultural si realmente generara un intercambio de valores y tradiciones que nos enriqueciera, pero sin uniformarnos.

Por ello desde mi rincón y con la poca o mucha apertura de mente que me ha dado conocer espacios y gentes diferentes a las que me rodean cada día exijo y exigiré más globalización en los sistemas sociales de protección universal como la sanidad, educación o servicios sociales y menos aborregamiento social y uniformidad.

Suscríbete para seguir leyendo