Fisuras en el pacto PP-Vox en Aragón
Los socios en el Gobierno en Aragón mantienen a flote un acuerdo de legislatura que ha comenzado a mostrar algunas grietas. Las elecciones gallegas de hoy y las europeas del próximo 9 de junio condicionarán la hoja de ruta del matrimonio de conveniencia
El pacto de Gobierno entre el PP de Jorge Azcón y Vox se mantiene a flote durante los primeros seis meses de vida del nuevo Ejecutivo, si bien este breve periodo de tiempo ha servido para visibilizar las primeras fisuras de un contrato incómodo para los populares y del que la ultraderecha quiere sacar partido. Esta misma semana se vivió uno de los momentos de mayor tensión entre los socios después de que Santiago Abascal exigiera al presidente de Aragón una reunión de la comisión de seguimiento del pacto de legislatura al considerar que existen «incumplimientos» en materia de inmigración. El hecho de que Aragón hubiera acogido a 13 menores no acompañados «sin conocimiento» de Vox tiene la culpa. Azcón, sin embargo, no rebló y manifestó públicamente que la comunidad seguirá acogiendo a menores migrantes, al tiempo que descartó que este episodio pueda desembocar en la primera crisis de Gobierno.
Los populares consideran que la advertencia de Abascal son solo fuegos artificiales condicionados por la celebración, hoy mismo, de las elecciones autonómicas de Galicia y a escasos meses de que Europa se juegue su futuro (el 9 de junio) en unos comicios que marcarán el rumbo político del viejo continente. Estos dos hitos emergen como la primera piedra de toque para calibrar la hoja de ruta de Vox y la senda que tomarán ambas formaciones, algo que influirá de forma decisiva en la estabilidad del Ejecutivo aragonés. Porque, en definitiva, el acuerdo entre el PP y la ultraderecha en la comunidad es tan solo un matrimonio de conveniencia en el que cada día tratan de disimular que no existe química, que la coyuntura política y la aritmética les ha llevado hasta este puerto y que habrá que tragar saliva para digerir algunos asuntos en los que chocan frontalmente.
Esta semana ha sido la inmigración la que ha provocado las turbulencias, pero el medio año de convivencia entre los socios ha estado salpicado por otros asuntos como la derogación de la Ley de Memoria Democrática (la mayor victoria de Vox), el trasvase del Ebro, los recortes de hasta el 80% de las ayudas a la cooperación o las salidas de tono en redes sociales de los directores generales de Justicia y Caza y Pesca, Esmeralda Pastor y Jorge Valero, en las que dejaron constancia de sus posicionamientos cercanos al régimen franquista. Todo ello, sin olvidar los órdagos lanzados por Vox en los Ayuntamientos de Huesca y Zaragoza, que todavía escuecen y preocupan, y que han obligado a cesiones por parte de los populares en ambas capitales.
Estos seis meses han servido para visibilizar las fisuras de un contrato incómodo para el PP y del que la ultradererecha quiere sacar más partido
El propio Azcón y el líder de Vox en Aragón, Alejandro Nolasco, coincidieron (pero solo físicamente) el pasado martes en la inauguración de la Feria Internacional de Maquinaria Agrícola (FIMA), que este año ha estado marcada por las protestas de los profesionales del campo tras más de una semana de tractoradas en las que reivindican, en esencia, poder vivir de la agricultura. La baza del campo es una en las que más ha cultivado la formación de Abascal con el propósito de pescar votos en el caladero del descontento, algo que le permitiría mejorar sus resultados en las elecciones europeas e impulsar un frente común de la ultraderecha a escala continental.
Aunque las fisuras mostradas por el Gobierno PP-Vox en Aragón comienzan a ser visibles, habrá más en los próximos meses y años. Todas ellas estarán condicionadas por factores externos después de que ambas formaciones comprobaran que el noviazgo solo podía prosperar a nivel autonómico porque Feijóo y Abascal se quedaron a las puertas de conquistar La Moncloa.
En estos seis primeros meses del nuevo Ejecutivo, Azcón ha tratado de evitar pisar charcos, ha logrado mantener una prudente distancia con Vox y ha buscado apuntalar un discurso en clave nacional, marcado por el rechazo a la nueva ley de amnistía. La política española, en definitiva, ha sido un marco propicio para el presidente aragonés, lo que le ha permitido esquivar cuestiones más domésticas, entre ellas el pacto con Vox. Sin embargo, el cambio de escenario que puede alumbrar las elecciones gallegas y las europeas de junio pueden condicionar la convivencia de un pacto que no hace aguas. Todavía.
rbarcelo@aragon.elperiodico.com
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