EL ARTÍCULO DEL DÍA

Identificar los derechos agrícolas

Es incoherente seguir produciendo para continuar perdiendo dinero a favor de los intermediarios

Antonio Morlanes

Antonio Morlanes

Esta es la historia de un buen amigo mío que tenía un taller de confección de ropa, en el que trabajaban su mujer y él. A lo largo del tiempo se habían modernizado invirtiendo en maquinaria y tecnología que les garantizaban una mejor producción a la que ellos aportaban una calidad inmejorable. Su actividad era la comercialización del producto a distribuidores con unos márgenes que les permitían mantener el negocio y vivir con discreción, eso sí, teniendo cuidado en sus gastos domésticos. Todo cambió de repente. Sus clientes encontraron en países asiáticos unos productos mucho más baratos, la calidad era bastante peor que la de ellos, pero los costes de producción de quienes los vendían eran muy bajos, no en balde la mano de obra se pagaba casi como de esclavitud. Mi amigo no podía hacer frente a esa competencia. Si quería seguir vendiendo a los distribuidores se producirían pérdidas que afectarían a la empresa y al mantenimiento del hogar.

Durante cuatro meses pararon la producción y estuvieron deliberando sobre cuál podría ser su futuro profesional y familiar. Al final entendieron que la producción textil era el sector que conocían, les gustaba y que además les daba como resultado unos excelentes negocios. Determinaron, entonces, que el problema estaba en la venta: esos clientes no eran los que necesitaban. Abrieron comercio al cliente final. Buscaron otros productores como ellos y, con el esfuerzo de todos, empezaron a vender a mejores precios que con anterioridad y sus clientes a comprar mejor y más barato que a través de los distribuidores. Ahora son un grupo de productores que vende al cliente final y el conjunto tiene una rentabilidad muy aceptable.

Cuando mi amigo me cuenta su historia, me viene a la mente una comparativa con lo que está sucediendo con los agricultores. Estos están protestando porque sus clientes, los distribuidores, les pagan a unos precios muy bajos. Ellos dicen que venden a pérdidas, yo tengo serias dudas de que así suceda. Es incoherente estar perdiendo dinero y seguir produciendo para continuar perdiendo a favor de los intermediarios. Por el contrario, sí que creo que la diferencia entre el precio de compra del consumidor y el precio de venta del agricultor es excesiva, no guarda el equilibrio que el verdadero comercio exige.

Pero echemos un vistazo al sector primario, exceptuando la minería, por supuesto. En la Unión Europea la agricultura es el sector al que se dedica mayor importancia. El presupuesto anual de la Unión Europea dedica un 28,5% a este capítulo, es decir, 365.000 millones de euros, de los cuales 265.200 millones de euros son para pagos directos; 20.000 millones de euros para medidas de apoyo al mercado y 78.000 millones de euros al desarrollo rural. Del total dedicado a la agricultura, dos países son los más beneficiados: Francia que recibe 62.308,6 millones de euros y España con 43.777,6 millones de euros, es decir, reciben entre los dos un 30% del presupuesto dedicado a la agricultura. En España, a través de la PAC, Política Agraria Común, se benefician 700.000 agricultores que perciben una media de 8.482 euros anuales.

La pregunta aquí debería ser ¿cómo se distribuye por sectores económicos el PIB en España? Si tomamos el año 2022, el sector primario aportó un 2,57%; el sector secundario un 22,84% y por último el sector terciario un 74,59%. Para no incurrir en una falta de concreción de estos datos, debo afirmar que los porcentajes como los del sector terciario recogen la aportación económica de las Administraciones Públicas, que se nutren de los tres sectores, de la misma forma sucede con las aportaciones del subsector financiero. También en el sector secundario se contempla la manufactura de la materia prima agrícola y ganadera. De cualquier forma los pesos económicos al PIB mantienen el mismo equilibrio.

Los agricultores y ganaderos manifiestan la importancia que tienen en la sociedad, pues dicen que comemos gracias a que ellos existen. Sin embargo, es necesario que entiendan cómo todos los sectores productivos tienen su función que hace que sea posible una vida en colectividad. ¿Cómo entenderían ellos que la industria no hubiese desarrollado todos los avances de los que disfrutan ahora, maquinaria, tractores, etc., o la química que les aporta garantía a sus cosechas?

De esta forma todos somos necesarios para poder complementarnos. Además debemos considerar que una ingente parte de su producción se dedica a la exportación y que muchas de las importaciones agrarias que provienen de Marruecos se corresponden con empresas españolas instaladas allí.

En definitiva, creo que los empresarios agrícolas y ganaderos están en su derecho de reclamar un mayor equilibrio en el circuito de sus productos, pero deben identificar con mayor claridad el norte de sus reclamaciones, pues la PAC como cualquier otra ayuda que reciben, salen de los impuestos que pagamos todos los españoles, además de abonar los productos en el mercado.

Suscríbete para seguir leyendo