Opinión | LA RÚBRICA

La guerra de las falacias

La moda es la exclusividad de los pobres, y el lujo la marca de los poderosos. La aristocracia elitista evita compartir gustos. En cambio, la democratización de lo único genera patrones comunes de comportamiento social. Las tendencias nos atrapan porque queremos ser singulares dentro del rebaño social. Al mismo tiempo, deseamos formar parte de una tribu que nos exige homogeneidad para aceptarnos. El arte de ser original, estando de moda, es pura contradicción. Al final, la rareza se diferencia de la genialidad en su aceptación o no por los demás. En ocasiones este reconocimiento es póstumo, y en otras pésimo. Falta patentar la definición de pésumo para valoraciones que llegan tarde y sin nada bueno que rememorar. Un concepto que sería útil para etiquetar funerales forzados que navegan entre la deseada despedida del protagonista y el descanso de los asistentes. Para estos casos sugiero como aforismo más adecuado: «tanta paz dejas como descanso legas».

La tensión entre la integración con lo que se lleva y el desapego de la diferencia con los semejantes nos inquieta. Lo practicamos con la ropa que compramos, pero lo ejercemos con lo que pensamos y hacemos. Nos visten de pequeños con una identidad tan parental como pueril. La batalla entre las etiquetas de moda y el presupuesto familiar no tiene cuartel. Así no hay forma de madurar en la transición de la niñez a la adolescencia y de esta a la obsolescencia. Cuando mis hijos eran pequeños, les castigaba a irse a su habitación. Ahora son ellos los que me penalizan sin salir de su cuarto. Sin duda se trata de un criterio científico para diferenciar las etapas de crecimiento.

El cerebro atiende algo con interés y, de repente, nos damos cuenta de que dicho estímulo se repite por doquier a nuestro alrededor. ¿Recuerda ese coche que compró con un color tan particular, y ahora se le aparece en cada calle? A este fenómeno le llamamos «ilusión de frecuencia». No se preocupe. Siguen existiendo la misma cantidad de prendas iguales, vehículos de ese tono, embarazadas, gemelos, personas escayoladas... etc. que había antes de que se fijara en ellos. Este fenómeno se da porque coinciden dos procesos psicológicos diferentes. Por una parte, la atención selectiva que focaliza la atención en lo más importante para nosotros en cada instante. Por otro lado, el sesgo de confirmación nos atrae hacia todo lo que respalde lo que pensamos. Esta conducta es habitual y no supone ningún trastorno psicológico. Su aparición tiene que ver con la evolución y supervivencia humana, como adaptación, ya que sólo podemos atender un número limitado de estímulos. Así que no se preocupe si pensó que era especialmente genuino y resulta que está rodeado de fotocopias idénticas. Si se enorgullece de autenticidad piense que su vanidad es una mera ilusión.

La moda se convierte en autoritaria cuando obliga a las personas a vestir de uniforme. Lo vemos en una actualidad política en la que la fachashion Week Madrid se pasea, brazo en alto, por una pasarela que más parece el desfile de la victoria fascista por Cibeles que una muestra de diseños de pensamientos de alta costura. Mientras haya manteros de la ley que falsifican la justicia para ponerla al servicio de las mafias del poder conservador y sus medios, no habrá libertad, ni igualdad, ni garantía de legalidad. Los que nunca reconocen la legitimidad de las elecciones que pierden, porque sólo pueden ganar ellos, no entienden de soberanía ni respeto institucional. El ataque de las derechas no va contra Sánchez y su gobierno. Lo que está en juego es la democracia. El gesto del presidente busca la activación cívica, más que la reflexión, y la fuerza más que la confianza. ¿Es posible gobernar con los votos de la mayoría en contra de los intereses y el poder real de los que mandan de verdad? Esa es la cuestión. Frente al golpe de esta nueva Operación Galaxia ultra, debemos contestar con una iniciativa ciudadana unitaria. En esta guerra de las falacias las fuerzas oscuras siguen con la ofensiva destructora, desde su Estrella de la Muerte de los derechos. Las izquierdas de la Alianza Rebelde estamos obligados a responder y articular, más pronto que tarde en el terreno electoral, una alternativa común. Ojalá que esto sea el principio de una nueva y sincera amistad, con reencuentro, de todos los que apoyamos al gobierno de Pedro Han Solo y Leia Díaz, sin descartar a Pode2-R2 y otros robots de la confluencia federal intergaláctica. El universo progresista nos necesita.

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