Opinión | FIRMA INVITADA

Pantaneros del siglo XXI

Los proyectos de renovables anuncian la inversión pero poco se dice del empleo

Todo y que nuestra apreciada RAE le otorgue un significado diferente, aquellos que hunden sus raíces en nuestro querido Alto Aragón apreciarán de inmediato la carga negativa de la acepción «pantaneros».

Traerla a colación ahora no resulta casual sino que obedece la reciente publicación, por la prestigiosa consultora Deloitte, del informe denominado Estudio macroeconómico del impacto del sector eólico en España 2022 (https://aeeolica.org).

Interesante lectura de tan apenas 104 páginas que nos ofrece datos reveladores de los efectos muy positivos para algunos (los menos y alejados del territorio) y adversos para muchos otros, que el proceso de desarrollo e implantación masivo de las energías renovables está produciendo en nuestro territorio. Recomendable, eso sí, para el fin de semana y no para la noche, salvo que pretendamos sobresaltos inesperados, sobresaltos al alba. ¿Efectos adversos, decíamos? Veamos, dijo un ciego.

Comencemos. Será rápido, aunque si queremos podemos filosofar, reflexionar en voz alta y hasta confrontar argumentos durante horas a los efectos de concluir cómo debemos denominar a la concentración de nuevos MW instalados, al número de instalaciones y a la potencia de generación existente en eso que se ha denominado la España vaciada (si, vaciada) y por ende en Aragón, y por extensión en nuestras comarcas. Como el tiempo es oro, podríamos aprovechar también para analizar hacia dónde se evacúa y el lugar donde se consume, consecuencia de la implantación de esos proyectos industriales (muy verdes todos ellos) demandantes de la misma.

¿Y los puestos de trabajo? ¿Dónde quedan los numerosísimos puestos de trabajo que llevan aparejados los mismos? Porque mientras se anuncia a bombo y platillo el valor económico de la inversión poco o nada se dice acerca de los puestos de trabajo directos e indirectos altamente cualificados, de muy diversas artes, asociados a los mismos. ¿Dónde quedaron y quedarán aquellos empleos de calidad y de alto valor añadido, con vocación de permanencia, generadores de arraigo en el territorio por su evidente perspectiva de futuro y sobre los que construir proyectos vitales por nuestros jóvenes?

Cric… cric… No se impacienten, que muy poca imaginación resulta necesaria para intuir y observar dónde se ubicaron, pues aquí ni tan siquiera asomaron.

Concluyo: Bajo las premisas anteriores, y sin irnos más lejos en el tiempo, ¿puede nuestra sociedad, como sujeto político, admitir sin mayor contestación la instalación de 86.000 placas solares en una superficie de 110 hectáreas en plena Ribagorza? ¿Cómo tolerar, bendecir y aceptar proyectos como los recientemente planteados en pleno Sobrarbe? Por obvio deviene innecesario recordarlo pero sin la presencia en el territorio de sus gentes, y sin posibilidades laborales de calidad para las mismas sobre las que construir proyectos vitales de presente y futuro, en especial, aunque no solamente, de nuestros jóvenes, solo nos quedarán más, más y más pantanos. Y de esos tenemos ya unos cuantos.

Ahí lo dejo.

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