Opinión | EL RINCÓN DE PENSAR

Silencio, que ellos son los que saben

Si la rentabilidad económica se convierte en el ‘leitmotiv’ del Ayuntamiento de Zaragoza, habría que empezar a poner en la diana numerosos servicios y proyectos que no les interesa tocar

Uno tiende a pensar que cuando los políticos hablan de algo, de lo que sea, es porque realmente entienden de ello y se creen lo que dicen. Aunque últimamente no sé si es que se creen que el ciudadano de a pie es capaz de comulgar con todo, de decir amén a todo lo que digan porque, sencillamente, ellos son los que saben. Uno se pone a analizar los motivos de peso que llevan a un Gobierno como el de Zaragoza a sacrificar la programación cultural de un espacio de gestión participativa como la Harinera porque solo aporta 225 euros de ingresos al año para el funcionamiento, al parecer descomunal, del equipamiento y claro, casi se siente estúpido por no darse cuenta del sufrimiento tan bestial que han padecido las arcas del ayuntamiento para tolerar semejante barbaridad. Pero a la vez se acuerda, por ejemplo, de que el Real Zaragoza estuvo durante años sin poner un céntimo por usar La Romareda en exclusividad y a costa del erario público y piensa... ¡calla, calla, que eso no es lo mismo! Que ellos son los que saben.

Luego uno sigue atendiendo para intentar no ser nunca más un estúpido que no sabe de estas cosas de la ciudad en la que vive y se encuentra con que explican que bastante han hecho los que gobiernan ahora con esperar a que culmine el convenio que en su día firmó el ayuntamiento con el colectivo que lo gestiona y que se hizo cuando gobernaban otros... Y entonces se te queda la cara de pensar, ostras claro, qué detallazo no romper un convenio unilateralmente sin poder alegar ninguno de los motivos que permitirían legalmente romper un convenio unilateralmente. Pero claro, si uno se pone a recordar cómo empezó todo en la antigua Harinera para llegar al momento actual de la nueva Harinera ZGZ... Se reconvirtió en lo que es porque todo un barrio arrimó el hombro para salvarlo de la piqueta y cerrar el paso a, cómo no, otra oportunidad inmobiliaria con la que enterrar un vestigio histórico. Ese mismo barrio debatió en profundidad qué quería hacer en él cuando estuviera terminado y, no solo eso, luego lo financió el consistorio con pequeñas partidas anuales de su presupuesto para que la ciudad no se resintiera destinando un dinero que no tenía (o, más bien, no le sobraba) para todo lo que tenía que asumir en tiempos de necesidad y bajos ingresos propios. Y lo llevó a cabo con la determinación de un distrito que quería que siguiera siendo un símbolo y que estuviera vinculado para siempre a un marcado carácter cultural en sus contenidos. Ojalá le aguarde un futuro relacionado con la cultura, de la manera que sea. Y es que, para los que no sabemos, esto no va de si cultura sí o cultura no en la antigua Harinera, ni de si se está a favor de Llámalo H (entidad que formó el susodicho convenio con ZeC en 2019) y de los gobiernos de izquierda del pasado o a favor de los nuevos gestores y del gobierno actual del PP –con permiso de la extrema derecha–. Va de entender y hacer entender por qué el uso que le ha dado vida ahora debe morir (o exiliarse) y qué futuro le espera a las instalaciones que vendrá acompañado de ingentes cantidades de dinero que sufraguen los costes de mantenerlo abierto. Para que no parezca que es algo arbitrario, ideológico o, peor aún, incoherente.

Porque claro, hoy los tiempos son otros y no importa tanto dedicar 40 millones de euros a una nueva Romareda a pulmón con esos mismos fondos propios porque, gracias a los que saben, ya no se sufrirá tantísimo teniendo que asumir la factura de ese edificio de San José con solo 225 euros de ingresos anuales. Se entiende perfectamente que hay que ir al déficit cero en los servicios de toda índole, aunque luego se presenten las cuentas de una sociedad municipal y arrojen millones de euros en negativo y, sin despeinarse, se tire hacia delante sin plantearse su disolución. Si hubiera que medir la rentabilidad de todo lo que financia el consistorio, quizá habría que empezar a preocuparse por otras cuestiones que también dan solo pérdidas. Y mejor no mencionarlas para no dar ideas.

Pero, recordemos, ellos son los que saben y, al parecer, les sobran los motivos. Se entiende perfectamente que si Etopia da pérdidas es solo culpa de la programación cultural. Es un mensaje directo, claro, conciso y al que nadie podría oponerse . Pero si esa conclusión la trasladamos a otros muchos ejemplos, se ponen decenas de proyectos en la diana, habría que empezar a poner candados en muchos más equipamientos y servicios. Así que solo queda la espera para conocer esa solución brillante autofinanciable que demuestre, una vez más, que en realidad ellos son los que saben.

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