Opinión | EL RINCÓN DE PENSAR

Zaragoza y un ‘jet lag’ innecesario

Aragón ya acumula varios aterrizajes de emergencia en su intento por conseguir que el aeropuerto despegue, pero esta vez parece que es más consciente de lo que realmente cuesta el viaje

¿Cuánto dinero está dispuesto a pagar Aragón para conseguir una base permanente de operaciones en el aeropuerto de Zaragoza? ¿Quiénes, de todos esos actores que dicen que esta apuesta es estratégica para toda la comunidad, están dispuestos a poner dinero para que no sea solo un castillo más en el aire? La DGA parece que va en serio en esto de levantar el vuelo en un mercado como el de los servicios aéreos más acostumbrado a vender sus bondades que a asumir sus contraindicaciones. Pero este viaje no va a salir gratis, eso es lo único que todos tienen claro. Y me temo que solo las arcas autonómicas no van a dar tanto de sí. El objetivo es loable, conseguirla permitiría tener aeronaves durmiendo en la pista zaragozana y con ello multiplicar rutas y destinos. Pero conviene mantener los pies en el suelo y evitar otro jet lag innecesario. Que no está la economía para dispendios.

Esta semana insistía el director general de Turismo, Jorge Moncada, en la necesaria apuesta por conseguir esa base permanente para Zaragoza. Comentaba que ya han establecido contactos con hasta cinco compañías distintas y que, si hay buena voluntad, su implantación podría conseguirse con celeridad. Pero el próximo presupuesto de la comunidad desvelará hasta dónde llega esa voluntad desde la Administración autonómica, la prueba del algodón de las promesas políticas. Mientras tanto, todos los focos se ponen sobre unas aerolíneas que viven realidades tan distintas que no se les puede medir a todas por el mismo rasero. Entre ellas destaca Ryanair, la preferida, que ya sabe todo el mundo cómo se las gasta. A golpe de talonario, todo es negociable. Si hay limitaciones, el mejor postor puede estar a miles de kilómetros de Aragón.

La segunda preferencia, Volotea, es una compañía que puso no hace tanto dos conexiones aéreas en Zaragoza, una Múnich y otra Venecia, tras un concurso público lanzado por el Gobierno de Aragón que acabó en desastre y un final con algo más que tiranteces. La subvención por asiento ocupado salía tan altísima que creo que no se les volverá a ocurrir por muchos años recurrir a esa fórmula mágica. Tampoco la que otros tuvieron antes, como montar una compañía de servicios aéreos 100% pública, otro desastre mayúsculo. No se puede decir que Aragón haya destacado por ser visionario en el sector y acertar con sus experimentos.

Siguiendo la estela de potenciales candidatos a montar base permanente nos encontramos con Vueling, otras de las compañías aludidas por la DGA. Aunque las aerolíneas no dan un duro por esta posibilidad. ¿De verdad alguien se puede creer que Vueling va a montar una base permanente tan cerca de la de Cataluña? Desde fuera se ve como un auténtico disparate.

Y en ese abanico de posibilidades también se mete a Air Horizont, la aerolínea con capital aragonés que quiso despegar en su tierra en 2014 y acabó aterrizando en Italia con domicilio social en Malta para poder obtener los permisos necesarios para poder utilizar alguna de sus aeronaves. Su inicio no fue sencillo. Se dio a conocer a bombo y platillo con la DGA alumbrando su estreno cargada de parabienes. Llegó a poner a la venta billetes para volar a Múnich, Roma, Alicante y Sevilla que después tuvo que cancelar y devolver el dinero porque no tenía esos permisos para empezar a operar. Y acabó reconvirtiendo su negocio en una oferta de vuelos chárter que, primero en Italia y luego en Zaragoza y otros muchos países de Europa, le permitieron crecer sin parar hasta lograr la estabilidad. Sorteó las turbulencias y su propia ruina tras un lanzamiento estelar con destinos que, casualmente, coinciden con los que el Gobierno ahora quiere conseguir con esa base.

Pero no nos engañemos, esto va de dinero y de asumir riesgos. Los que tendría para la propia Air Horizont poner rutas regulares en Zaragoza. Que una cosa es programar escapadas, para turistas de distinto poder adquisitivo, y otra distinta es meterse en esta aventura. Para Ryanair fracasar supondría un rasguño entre cientos de millones de beneficios anuales, pero para Air Horizont... puede ser su tumba.

Por eso, principalmente, Zaragoza solo podrá convencer a alguien si, más allá del dinero público con el que pagar este viaje, asegura que esa base y sus rutas tendrán gente en esos destinos que también quiera volar a Zaragoza. Porque si fuera no te conoce ni el tato, de poco habrá servido este despegue. Y ya lleva Aragón demasiados aterrizajes de emergencia.

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