Opinión | EL TRIÁNGULO

Inteligencia artificial , cargadores y Europa

Seguro que han visto estas últimas semanas decenas de videos manipulados con inteligencia artificial en los que representantes políticos lanzan mensajes inverosímiles. Entre otros, Feijóo asegurando ser un mafioso que ha orquestado una campaña para hacer caer a Sánchez utilizando jueces y pseudomedios; los candidatos europeos pronunciando palabras malsonantes y absurdas; o el expresidente Zapatero pidiendo el voto para el PSOE de una manera peculiar. Todos, por supuesto, son falsos.

Más allá de la carcajada, hay quien se lo ha tragado a pies juntillas. Aun sabiendo que la inteligencia artificial permite crear productos de una credibilidad y realismo inauditos, ha caído en la trampa. Y no solo eso, sino que lo ha difundido contribuyendo a la expansión de un bulo, incluidos políticos de primera línea.

La preocupación es evidente porque con la fascinación que despierta esta herramienta digital para lograr objetivos increíbles llega también el uso perverso que se le puede dar. El más peligroso, simular una verdad perfectamente articulada que en tiempos de desinformación e intoxicación solo contribuyen a dañar la imagen de las instituciones y el funcionamiento del sistema democrático.

Cabría reflexionar sobre a quién benefician estos falsos videos y quién está detrás de ellos. Quizá los mismos que ponen bulos en circulación en redes sociales contra el adversario una vez comprobado que la difamación deja poso aunque se demuestre falsa. Siempre quedan ciudadanos que o bien no leen el desmentido o bien no están dispuestos a aceptar que es una creación ficticia. Prefieren seguir encajando esos mensajes con su forma de pensar que enfrentarse al hecho de que han sido engañados.

La mitad de los españoles y de los europeos ayer se quedó en casa. Eligió libremente no votar por aquello de que Europa no sirve para nada. Si a estas alturas no han entendido la importancia de elegir a nuestros representantes comunitarios dudo que leer esta columna cambie lo más mínimo su perspectiva, pero aun así les planteo dos ejemplos. El primero, la Unión Europea ha conseguido aprobar una ley de inteligencia artificial que, entre otras cosas, prohíbe la categorización biométrica por creencias políticas, religiosas, filosóficas, raza u orientación sexual; los sistemas para crear bases de datos faciales captados a través de internet; o aclarar si la imagen, el texto o la canción se han generado a través de inteligencia artificial. El segundo es algo más liviano pero bastante útil como unificar el tipo de cargador de móvil para que no haya distinción entre marcas y en el mercado exista uno universal. Para lo macro y lo micro, elijan para qué vale Bruselas, pero no la nieguen.

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