El Periódico de Aragón

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La Copa del Rey

Escribá necesita mucha ayuda

La eliminación copera deja clara la nulidad ofensiva de un equipo que necesita refuerzos urgentes en ataque en enero. El técnico apostó por un 4-4-2 y buscar más presencia en el área, pero el Diocesano apenas sufrió

Mollejo se lamenta en el área tras atrapar Cordero un balón. CARLA GRAW / EL PERIÓDICO DE EXTREMADURA

Nada menos que 18 goles había encajado el Diocesano en las 10 jornadas de su grupo de Segunda RFEF, donde camina por la zona de descenso. Ante ese rival, el Real Zaragoza, que no caía en primera eliminatoria de Copa desde la 16-17, entonces ante un Valladolid y no con el deshonor de ahora, no fue capaz de anotar un solo gol, prolongando la incapacidad con Fran Escribá que había manifestado antes con Carcedo. El equipo es un dolor en ataque, probablemente anda disminuido por la falta de confianza, pero no oculta la falta de talento ofensivo en este Zaragoza que no es capaz de generar superioridades, que no posee velocidad, que apenas ofrece desmarques y que es terrorífico cuando tiene que llevar la iniciativa para intentar derribar el muro del enemigo.

Le pasó ante rivales en inferioridad en la Liga, el Alavés y el Eibar, por ejemplo, y se vio aún más claro en el municipal de Arroyo de la Luz, donde al Diocesano le bastó con mantener la intensidad y la concentración para sufrir muy poco con un Zaragoza en el que Escribá ha tenido que tomar buena nota. El césped artificial, un campo de dimensiones más reducidas, la falta de confianza... Son excusas que se pueden dar. Sería autoengañarse si la nueva propiedad o Sanllehí las contemplan, lo mismo que si lo hace Escribá. Este equipo tiene un más que grave problema ofensivo.

"Tirar con lo que tenemos"

Decía el entrenador valenciano que no había impuesto fichajes en su llegada, que no pidió nada a Sanllehí y que si había algo que mejorara pues se intentaría y si no, "a tirar con lo que tenemos, que estamos contentos". A lo mejor el drama en la Copa le ha hecho abrir los ojos. Lo cierto es que el Zaragoza quedó en verano con una deficiente estructura de la plantilla, sin extremos puros, con muy poco talento en ataque y con una medular tan poblada como con pocas variantes. Con el director general como artífice último de las decisiones, con Miguel Torrecilla a su sombra y con la sinergias como factor clave, el Zaragoza dejó el verano como una caricatura, sobre todo en ataque, un mal que exige una obligada reestructuración en este enero.

Escribá apostó en su estreno por un 4-4-2 con los interiores entrando más por dentro, Mollejo y Eugeni en la primera parte y Bermejo y Vada en la segunda, buscando la profundidad de los laterales y tener presencia en el área con dos delanteros, con Gueye y Guiliano como apuesta inicial y luego Mollejo y Puche como parejas del argentino en la segunda mitad. El plan no salió y el Zaragoza solo generó algo con los escarceos de Mollejo en el tramo final de la primera mitad y con los destellos de Bermejo después.

Pero a Cordero apenas le inquietó, un remate lejano de Mollejo más para palomita que otra cosa, un cabezazo de Jair y un disparito de Fran Gámez que casi se le escapó. Pare usted de contar. En ataque, los mecanismos diseñados por Escribá en esta semana apenas se vieron, porque es imposible desbordar a cualquier rival jugando a un ritmo tan lento, sin que nadie busque un desmarque o mostrar su velocidad. Así, los envíos en largo rara vez hacen daño y hasta la defensa de un Diocesano penúltimo y recién ascendido en Segunda RFEF apenas sufre.

El drama de Gueye

No lo hizo desde luego con Pape Makhtar Gueye, relevado al descanso tras una desalentadora primera mitad. Escuchar a Sanllehí decir que a ese jugador se le esperó todo el verano produce hilaridad a estas alturas. No se entendió con Giuliano nunca, fuera del área es nulo y en ella apenas se le vio. El senegalés seguro que ahora tiene pocos padrinos para su fichaje, una cesión con opción de compra de tres millones en la que no hay resueltas incógnitas, como el papel verdadero del grupo inversor en ese refuerzo, del Inter de Miami en particular. En todo caso, está claro que Gueye está a años luz de ser un delantero referencial en Segunda. Escribá pidió más paciencia con él. Quizá ayer al valenciano se le empezó a agotar.

El mal inicio goleador del Zaragoza, que solo lleva 9 goles en Liga, que se ha quedado nueve partidos en el campeonato sin marcar y la eliminación del Diocesano como décimo choque en ese desastre, tiene también el problema de la baja de Iván Azón, lastrado al inicio por un edema óseo en la rodilla y ahora por una lesión muscular, de que Giuliano ha perdido efervescencia y musas, que el talento brilla por su ausencia, que Eugeni, al que Escribá le dio la oportunidad de inicio, es una sombra... Antes de que Sanllehí tomara la decisión de la destitución de Carcedo y el despido de Torrecilla el director general ya asumía que iba a tener que cambiar cosas en la parte ofensiva del equipo.

Fichajes en enero

Torrecilla, de hecho, ya miraba un extremo zurdo y hasta un segundo punta para enero, donde el club dice que hay un pequeño margen salarial, aunque serán obligatorias salidas. Ahora, con dos jugadores del Inter de Miami viniendo de Erasmus en breve (Azcona y Robbinson), otra pesada broma, por cierto, lo primero es que esa silla de la dirección deportiva sea ocupada, algo que ya debía haber pasado, porque es inconcebible que el club no tenga ya cerrado un candidato ahí cuando la salida de Torrecilla llevaba semanas decidida. El mercado de enero cada vez se acerca más y los cambios son absolutamente obligados, porque este Zaragoza y su nulidad ofensiva dan solo para una película de terror que puede tener su final en un trágico descenso para un proyecto anunciado de ascenso por la nueva propiedad.

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