La opinión de Sergio Pérez

El 'caso Mouriño' y la sociedad con Francés

Ante la plaga de lesiones que ha afectado a la defensa del Atlético, el nombre de Mouriño ha aparecido ligado a una posible vuelta al Metropolitano. Desde hace seis jornadas, el central es inamovible en la estructura de Julio Velázquez y ha empezado a mostrar todas sus condiciones y su gran proyección. Su sociedad con Francés, otro talento natural, funciona. Ahora mismo, el Real Zaragoza juega en Segunda con dos centrales que harán carrera en Primera en el futuro. Una unión que al equipo le interesa en grado máximo que no se rompa.

Santiago Mouriño posa para este diario en la Ciudad Deportiva.

Santiago Mouriño posa para este diario en la Ciudad Deportiva. / ÁNGEL DE CASTRO

Sergio Pérez

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En Albacete, el día de su debut en el banquillo, Julio Velázquez creyó que el camino para la resurrección del Real Zaragoza pasaba por una senda que pronto se mostró equivocada y que llevó al equipo al mismo destino que en los partidos previos. Fue tan estruendoso el bofetón del Carlos Belmonte, con una derrota muy merecida después de un partido sin fútbol ni llegadas y absolutamente ramplón, que el nuevo entrenador hizo tabla rasa a partir del siguiente encuentro tras una imprescindible reflexión.

Desde el partido del Leganés, el inmediatamente posterior a aquel estreno frustrante, Velázquez tomó una nueva vía, que Fran Escribá se marchó sin ni siquiera explorar a pesar de contar en la plantilla con perfiles aptos para aplicarla. El entrenador empezó a jugar con tres centrales y dos carrileros y desde entonces ya no ha abandonado la propuesta.

Con ese cambio entró en escena otro patrón de juego y una línea formada por Jair en el centro, Francés a su izquierda y Mouriño a su derecha. El uruguayo, que solo había sido titular cuatro veces y había tenido un episodio de mal recuerdo con Escribá el día del Alcorcón, se ha convertido desde entonces en una pieza inamovible del engranaje, decisiva en la mejoría táctica del equipo.

En su formación, Mouriño llegó a jugar en la posición del diez, también de cinco hasta que acabó atrás, como central. Este pasado verano lo firmó el Atlético de Madrid como una apuesta de futuro. En estas seis jornadas en las que ha sido continuamente titular se ha empezado a ver su mejor versión y se ha comprobado que su proyección es alta. Es un jugador rápido, con capacidad para romper líneas con la conducción, una buena zancada y fuerte por alto. Juega bien el balón aunque a veces es impreciso. Su físico es privilegiado y moderno, con una base importante para hacerlo crecer en adelante.

Ahora mismo, Mouriño es indiscutible en el Real Zaragoza, una condición que ha alcanzado en estos dos últimos meses. Estos días ha sucedido que el Atlético, propietario de su pase y del que está cedido, ha sufrido una plaga de lesiones en la defensa y su nombre ha aparecido ligado a una posible vuelta al Metropolitano de manera inmediata. Desde hace año y medio, el Atlético y el Real Zaragoza son como hermanos, incluso más, como un padre y un hijo, una variable fundamental en las dos direcciones en una ecuación como esta.

Mouriño es, sin duda, un central con importantes virtudes y destinado a permanecer largo tiempo en Primera. En el otro costado de la línea de tres juega Francés, otro que tal. Un talento natural de la casa que esta temporada ha recuperado su mejor nivel y toda su autoridad. Ahora mismo, el Real Zaragoza tiene un tesoro con esta pareja. Juega en Segunda con dos centrales que harán carrera en Primera en el futuro. Su sociedad funciona. Una unión que al equipo le interesa en grado máximo que no se rompa.