Las riberas están de moda. El Ayuntamiento de Zaragoza quiere reformar el entorno del río Huerva y convertirlo en un parque lineal al estilo de lo que se hizo con las orillas del Ebro cuando se celebró la Expo, en el año 2008. Entonces, que no antes ni después, la ciudad dejó de vivir «de espaldas a su río», repiten los políticos una y otra vez. Pero después de una década, ¿qué queda de aquellos paseos renovados y con olor a recién estrenados?

Quedar queda lo importante, que no es sino un camino de obra con vegetación, iluminación, bancos justo en la orilla del Ebro. Pero un breve paseo por el parque de Macanaz, en la margen izquierda, sirve para darse cuenta que no le vendría mal un lavado de cara y algún que otro arreglo. Y más teniendo en cuenta que esta zona verde, encajonada entre el puente de Santiago y el de Piedra, no es como cualquier otra.

Y es que, bajo la hierva y el asfalto del parque y el párking de Macanaz yacen los cuerpos de unas 10.000 personas que fueron enterradas en una gran fosa común durante y después de la guerra de la Independencia. Allí fueron a parar gran parte de los cadáveres de los heroicos zaragozanos que combatieron contra el ejército de Napoleón, pero hoy nada hace imaginar este hecho. No obstante, el ayuntamiento está en vías de arreglarlo, puesto que ya hay encargado un monumento al escultor Jesús Gazol que se colocará en el parque y a la vista de todos.

Estructura de madera en lo que se conocían como los baños públicos de la ciudad. GRAN ARCHIVO ZARAGOZA ANTIGUA

Pero puede que con eso no baste para dignificar un parque que se sitúa a pocos minutos del corazón de Zaragoza y que siempre ha sido un rincón predilecto para el ocio de los zaragozanos. Allí, en esta arboleda, se celebró históricamente la Cincomarzada y allí acudían muchos vecinos de la ciudad a refrescarse cuando el concepto de piscina siquiera existía.

En este caso, en el actual parque de Macanaz sí que hay un cartel informativo que recuerda esta historia. En 1928 el ayuntamiento inauguró allí un edificio de madera de estilo veneciano que albergaba los baños públicos de la ciudad. Al lugar acudían las familias y los jóvenes para bañarse y en el agua, como si de una auténtica playa se tratara, unas boyas indicaban dónde comenzaba la zona peligrosa del río. Hoy, lo que un día fue la orilla de esta playa, son unos juncos entre los que se esconden los patos. Y nada invita a poner ni un pie dentro del agua.

Un grupo de jóvenes disfruta del río a principios del siglo pasado. GRAN ARCHIVO ZARAGOZA ANTIGUA

En la época en el lugar había un puesto de refrescos, un guardia municipal poniendo orden y una barca de salvamento. Al lado, Helios, que se constituyó en 1925 como centro naturista «que promovía el vegetarianismo y el fomento de la cultura física e intelectual», reza el cartel colocado en Macanaz.

Desde esta orilla que hoy son árboles (pero también mucho matojo) partía también la conocida barca del Tío Toni, que cruzaba el Ebro de lado a lado cuando el puente de Santiago no era ni un proyecto.

Hoy los bancos están sucios y llenos de pintadas y la maleza crece sin control. EL PERIÓDICO

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Pero toda aquella alegría que evocan las imágenes de la época se esfumó. Durante un tiempo Macanaz fue abandonado a su suerte hasta que la Expo llegó para cambiarlo todo. Desde entonces, eso sí, poco se ha hecho.

Aunque justo ahora se están pintando algunos bancos, los demás están llenos de pintadas. Las vallas de madera están rotas. Y en las orillas crece la maleza sin control afeando un entorno que debería ser marca de ciudad. También hay basura y bastantes muestras de incivismo a las orillas de un río, el Ebro, que un día puso a Zaragoza en el mapa del mundo con Fluvi como embajador. Hoy, un paseo que debería ser plácido y la envidia de muchas ciudades, necesita de unos cuantos euros para lucir su mejor cara.