La escena urbana

El mobiliario urbano como reflejo de la evolución de Zaragoza

La ciudad peca de una variedad motivada por las exigencias de cada calle | Su diseño se incluye en los proyectos emblemáticos como la reforma de Salamero

Un banco con mesas en un estado lamentable en López Saz.  | JAIME GALINDO

Un banco con mesas en un estado lamentable en López Saz. | JAIME GALINDO / c. gomar

Carlota Gomar

Carlota Gomar

Podría decirse que el mobiliario urbano mantiene una relación indisoluble con la evolución de las ciudades y la importancia que se le ha dado al espacio público como lugar de encuentro y tránsito. Es el reflejo del paso del tiempo, de las costumbres, las modas, las crisis económicas y sanitarias, del desarrollo de la tecnología e incluso de la ideología. Un proceso de renovación constante que provoca que haya una variedad en sus farolas, bancos, papeleras e incluso sus aceras excesivamente desigual en cuanto a su estética.

Zaragoza experimentó un profundo cambio en 2008, cuando la capital se transformó para la Expo del Agua dando a sus riberas el protagonismo que se merecían e impulsando actuaciones con aires de cambio y diseños contemporáneos. Tras una crisis económica, años de escasez y una inversión moderada, el Gobierno de PP-Cs ha apostado por renovar sus calles y devolver al peatón el espacio que un día perdió en favor del coche. La peatonalización de las vías que comenzó hace años en el centro está llegando a los barrios, devolviendo al espacio público esa esencia de punto de encuentro y convivencia que nunca debió perder.

Sucede en las calle Cuarte, Ricla o López Saz, donde se han reducido las calzadas y ampliado las aceras y donde sus baldosas, bancos, farolas, jardineras y papeleras no tienen que ver. ¿Por qué?

Nuevo punto de encuentro en la calle Cuarte, recién reformada.  | JAIME GALINDO

Nuevo punto de encuentro en la calle Cuarte, recién reformada. | JAIME GALINDO / c. gomar

Para empezar hay que destacar que los fabricantes van cambiando y mejorando sus diseños con cierta frecuencia. Lejos quedan esos años en los que el estilo de Averly podía apreciarse en la mayoría de las calles de la ciudad. También hay que tener en cuenta que cada constructora trabaja con unos proveedores.

Desde el área de Infraestructuras explican que, salvo en casos singulares como las obras de la plaza Salamero, los técnicos se limitan a exponer una serie de condiciones que debe cumplir el mobiliario atendiendo a las peculiaridades de la vía.

El caso más llamativo es el de las farolas, ahora con luces led. A la hora de elegir un tipo u otro se tienen en cuenta aspectos tan obvios como si se trata de una plaza o una calle; del espacio a iluminar; sí es peatonal o si es una zona de paso de vehículos; si hay arbolado y de qué tipo; si hay intersecciones o pasos de peatones y así una larga lista que sirve de guía para decidir cuáles son las más recomendables.

Las farolas de la calle Alfonso tienen un diseño particular. | JAIME GALINDO

Las farolas de la calle Alfonso tienen un diseño particular. | JAIME GALINDO / c. gomar

Por ejemplo, ahora se suele optar por las farolas de doble brazo, que iluminan tanto la calzada como la acera. Hasta hace unos años se daba prioridad lumínica a las calzadas, cuando los coches eran los protagonistas en las ciudades. Ahora han entrado en juego los carriles bici, que tienen que estar bien iluminados, además de las aceras, donde la seguridad del peatón es primordial.

El tipo de arbolado no es baladí ya que, según su altura, hay que optar por unidades de doble altura, con luces por debajo de las copas para alumbrar las calles, y por encima para hacer lo propio con la calzada.

Por otro lado, están las zonas singulares, como el paseo Independencia, cuyas farolas, por cierto, dieron mucho de que hablar en su momento. Sucede ahora con la plaza Salamero y todos los elementos que van a colocarse forman parte del diseño. Tampoco comparten estilo las de Conde Aranda, mucho más señoriales, o las de Don Jaime y la calle Alfonso con las de Ricla o Cuarte.

La calle Ricla, recién reformada, estrena mobiliario.  | ANDREEA VORNICU

La calle Ricla, recién reformada, estrena mobiliario. | ANDREEA VORNICU / c. gomar

La altura de las ventanas de las viviendas se debe tener en cuenta. No es cuestión de colocar una luminaria que se cuele en las casas, que es lo que sucede en las calles más estrechas, donde a veces no queda más remedio que colocar los faroles en las propias fachadas. Una opción que actualmente se evita a toda costa.

La elección de las papeleras es más sencilla porque el ayuntamiento tiene un decálogo con unidades concretas que se instalan dependiendo del espacio. Todas cumplen con unas características similares que agilizan el trabajo de los operarios. Y para los bancos, además de aquellos que se reservan para los rincones más especiales, como las riberas, Echegaray y Caballero o Independencia, suelen utilizarse siempre los mismos. En este caso, por ejemplo, se tiene en cuenta si son espacios de convivencia, donde se opta por colocar bancos dobles o con mesas, como en los parques.

Algunas ciudades han intentado unificar su mobiliario, al menos en el centro, para que compartan una estética. Un propósito que acarrea una inversión excesiva para unas maltrechas arcas como las de Zaragoza.

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