A FONDO | Jesús Mateo Lázaro Doctor en Ciencias Geológicas, especialista en Hidrología y secretario del Colegio de Geólogos de Aragón

Los riesgos del barranco de la muerte: ¿por qué se inundó la Z-30 en Zaragoza?

A las intensas precipitaciones en un corto espacio de tiempo se unió la situación de la infraestructura viaria que no contempla espacio específico para la circulación de las crecidas del barranco

Los riesgos del barranco de la muerte.

Los riesgos del barranco de la muerte. / Jesús Mateo Lázaro DOCTOR EN CIENCIAS GEOLÓGICAS, ESPECIALISTA EN HIDROLOGÍA. SECRETARIO DEL COLEGIO DE GEÓLOGOS DE ARAGÓN

Jesús Mateo Lázaro

En la tarde del 6 de julio de 2023 se produjo en Zaragozaun evento hidrológico poco frecuente con una precipitación registrada en el pluviómetro de Casablanca en intervalos de 15 minutos, de 20, 9 y 6 litros por metro cuadrado. En total 35 l/m2 en unos 30-40 minutos. Aunque afortunadamente no hubo víctimas, sí que hubo un riesgo hidrológico muy grave, especialmente en el Barranco de la Muerte antes de cruzar el Canal Imperial y por donde está trazado el tercer cinturón. Dos son las causas de la existencia de este riesgo, una natural debido a la intensa precipitación en corto espacio de tiempo, y otra artificial debida a la situación de la infraestructura viaria que no contempla espacio específico para la circulación de las crecidas del barranco.

Sobre la causa natural cabe caracterizar la cuenca vertiente que recoge el agua de lluvia concentrándola en el punto de salida que es la obra de drenaje del Canal Imperial (en el siglo XVIII ya previeron una obra de drenaje para cruzar este barranco) y por donde hoy pasa el tercer cinturón. Redondeando la cuenca vertiente tiene una superficie de 9 kilómetros cuadrados, que es bastante, y un cauce principal de 7,5. El cauce del Barranco de la Muerte atraviesa el cuarto cinturón y el AVE situado a unos 3,5 kilómetros aguas arriba del punto de salida de la cuenca y se prolonga 4 kilómetros más hasta el cabezo de las Zorras a 402 metros de altitud.

Como zonas singulares, la parte baja de la cuenca vertiente abarca Puerto Venecia, el barrio de la Policía Local, el cementerio de Torrero y una pequeña parte del barrio La Paz. Desde el punto más alejado, el agua podría tardar en llegar tres horas, lo que implica que, en el momento de la crecida, no descargaba toda la cuenca.

Sobre el tamaño de la cuenca vertiente y a modo comparativo, cabría recordar los dos eventos hidrometeorológicos más catastróficos registrados en Aragón en el siglo XX que son, el del barranco de Arás con una cuenca de 18 kilómetros cuadrados, en agosto de 1996 provocó 89 víctimas mortales. Y el otro, poco conocido, es el del barranco de Aguilón con una cuenca de 14 kilómetros cuadrados, y donde fallecieron 18 personas. Además, los dos episodios no son únicos en sus respectivas cuencas, por ejemplo, en Aguilón se han registrado otros que, aunque sin víctimas humanas, también ocasionaron graves daños: en 1981, septiembre de 1986, septiembre de 2003, junio de 2007 donde hay estimaciones de 80 l/m2 cuadrado en poco más de media hora. En el barranco de Arás hay constancia de otras riadas en los años 1907, 1922, 1929 y 1955 y hay más. Como puede verse, las catástrofes graves se han producido en cuencas muy pequeñas.

Respecto a la probabilidad de que se repita otro evento parecido en Zaragoza puede decirse que sí, que se volverá a producir, la cuestión es cuándo o con qué frecuencia. Para abordar esta cuestión cabría plantear que las series temporales de lluvia con datos más abundantes son de registro diario. El episodio analizado, de 35 l/m2, como precipitación diaria es bastante moderada, en Zaragoza hay un promedio de uno o dos episodios al año. La cuestión es que se produjo en 40 minutos que, aplicando normas estatales, daría como resultado que se trata de un episodio que se repite aproximadamente una vez cada 100 años. Sin embargo, los fenómenos convectivos se desarrollan de forma localizada por lo que muchos de ellos no se registran en los pluviómetros. Además, los eventos como éste que se hayan medido en pluviómetros de registro diario, pasarían desapercibidos porque una lluvia de 35 mm en un día no es excepcional. Por lo tanto, antes de clasificar este evento como de 100 años de periodo de retorno habría que hacerlo con prudencia porque podría ser mucho más frecuente, de hecho, casi todo el mundo ha visto varios episodios de este tipo a lo largo de su vida.

Es evidente que, en cuestiones de hidrología y de hidrometeorología, sería interesante realizar estudios con metodología diversificada, evaluar la verosimilitud de los datos de partida y valorar y contrastar los resultados obtenidos con distintos modelos. España, como país integrante de la UE, está bastante avanzado en esta materia, pero todavía queda mucho recorrido y es posible que se requieran cambios de enfoque. Un ejemplo claro es la limitación que existe actualmente en los estudios hidrológicos para determinar caudales punta y realizar estudios de riesgo por inundación. Existe y se fomenta una cobertura o base de datos donde se pueden obtener los valores de caudal punta de inundación, y limitando la aplicación de la ciencia hidrológica a una simple consulta en una base de datos, eso sí, ahorrando mucho trabajo en estudios, modelos y contraste de datos. Sobre ella existen publicaciones muy críticas con discusiones muy bien razonadas y que recogen múltiples casos de desbordamientos hidrológicos y daños graves en infraestructuras de reciente construcción. Ejemplos de publicaciones tenemos, en España en la revista Geogaceta, y fuera en la revista The Journal of Hydrology que es referente internacional. Un ejemplo muy llamativo, y hay muchos más, es el del río Bergantes, en el Bajo Aragón, donde en una serie de 28 años hay 4 episodios reales, medidos en estación de aforo, que según la cobertura mencionada se clasificarían, como de 450, 180, 140 y 50 años, pero todos ellos se han producido en 28 años.

Como corolario cabría plantearse la necesidad de no limitar la ciencia hidrológica a una simple captura de datos en una cobertura y extenderla con estudios rigurosos, diversificados y con metodologías que permitan evaluar y contrastar resultados que, en hidrología tienen una elevada variabilidad y sensibilidad a los parámetros controladores. Como miembro del Colegio Oficial de Geólogos tengo que llamar la atención sobre el limitado uso que se hace del colectivo geológico en materia de riesgos naturales en general (no solamente está el riesgo volcánico, escaso en la península) y del riesgo de inundabilidad en particular que, además es el que más daños materiales y humanos produce en el mundo y en nuestro país y el colectivo geológico está deseando, y está altamente cualificado para ello, de contribuir a una mitigación eficaz de daños económicos y personales.