ZARAGOZEANDO

El inmenso parque en el que cabrían todos los zaragozanos a la vez

El Parque del Agua tiene 120 hectáreas y ocupa gran parte del meandro de Ranillas

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La silueta de los edificios de la Expo acompaña a los que acuden al Parque del Agua a pasear o pasar el día.

La silueta de los edificios de la Expo acompaña a los que acuden al Parque del Agua a pasear o pasar el día. / JAIME GALINDO

Iván Trigo

Iván Trigo

Si de un periódico capitalino se tratara, este reportaje bien podría haberse titulado 'Este es el increíble parque situado a tan solo dos horas del centro de Madrid'. Y es que según Google Maps, desde la Puerta del Sol hasta el Parque del Agua Luis Buñuel de Zaragoza apenas hay 2 horas y siete minutos de trayecto en tren. Esa fórmula para encabezar noticias parece ser válida para vender todos aquellos lugares que son dignos de admiración por parte de la ciudadanía y, dejando la sorna a un lado, cierto es que los zaragozanos deberían creerse más la joya que tienen en el meandro de Ranillas.

El Parque del Agua, inaugurado con motivo de la Expo 2008, es un espacio gigante y bastante bien conservado y cuidado por el que da gusto perderse aunque el invierno no sea quizá la mejor estación para disfrutar de su ecosistema. Lo primero que llama la atención son sus dimensiones: más de 120 hectáreas, que en idioma madrileño vendrían a ser 27,5 Bernabéus. El parque maño es incluso más grande –por poco– que el del Retiro. Otra muestra del valor de esta zona verde en la que cabrían todos los zaragozanos juntos al mismo tiempo y con capacidad de disfrutar cada uno de dos metros cuadrados.

Pero el tamaño no es lo único que importa. De entre todos los parques zaragozanos, el del Agua llama la atención por su buen estado. No hay calvas en el césped. El mobiliario está cuidado. E incluso la cartelería que informa de los distintos caminos y de la fauna que habita el lugar es legible y no está pintarrajeada ni oxidada. Todo un hito. Quizá solo el requetemimado parque José Antonio Labordeta llega a este nivel.

Fuentes sin grifo

Pero no es oro todo lo que reluce. Todas las fuentes que este paseante se encontró por el camino, con un cartel que avisa de que surten de agua potable, no funcionaban. No había grifo. Las zonas de huerto parecen abandonadas. Y hay zonas donde antaño crecían plantas que ahora convertidas en estepa. Habrá que esperar a la primavera para contemplar si remontan.

En el corazón del parque hay toda un área rodeada por canales que resulta desconcertante a la vista. Unas vallas impiden el acceso pero desde fuera se divisa mucha maleza y unas estructuras de madera que parecen horcas para ejecutar maleantes. La foto no es bonita y mancha un entorno que, por lo demás, es un oasis en el que refugiarse y huir del caos del asfalto.

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240224EPA Ext Sin au (193666065) / EL PERIÓDICO

Pero conforme uno se aleja de la zona de enjuiciamiento de criminales, el paseo merece la pena. Los caminos junto a los canales de agua limpia, con lozanos árboles movidos por el cierzo y, de fondo, la silueta de los edificios de la Expo, son una estampa que ya quisieran para sí muchas ciudades del mundo. La pena es que el Parque del Agua esté donde está. Si uno decide ir andando hasta el lugar, a la que llega la caminata ya se ha hecho larga. E ir en coche –hay varios aparcamientos rodeando la zona verde– parece una incongruencia si lo que se busca es disfrutar del aire fresco. La bici y el bus, dependiendo de donde se viva, se posicionan como la mejor opción.

Pero lo bueno de que una zona verde como esta esté junto a un meandro es que, además de parque y canales artificiales, hay un río de verdad y también un bosque de ribera de verdad, lo que hace la experiencia mucho más auténtica si de ausentarse de la urbe se trata. Un bucólico sendero flanqueado por altos árboles y verdes praderas ladea el soto. Llegar al Ebro desde ahí, a pesar de que se llega a escuchar el agua, parece una misión imposible, puesto que un mar de zarzas y la frondosidad de la vegetación hacen el bosque infranqueable.

Sin caballos

La pena es que se hayan quedado sin uso espacios como el de la hípica, una concesión administrativa que funcionó hasta hace ya no mucho tiempo. Pero ya no hay caballos relinchando, lo que hacía del entorno un espacio mucho más natural si cabe.

En definitiva, el Parque del Agua cumple todas las exigencias para atraer a cualquier persona deseosa de disfrutar de una mañana al aire libre, aunque quizá sean los zaragozanos los que primero deban conocer a fondo esta inmensa zona verde.