Es opinable la mejoría que vivió el Zaragoza en Tarragona. Para Marcelino y la plantilla fue enorme y para la mayoría resultó algo menor. En todo caso, se quedó en un paso más ficticio que real --el empate (0-0) es un botín insuficiente--, hacia delante tras dos partidos, ante el Girona (1-0) y el Castellón (1-1), muy pobres a todos los niveles y también en un ligero cambio de faz de la flojera zaragocista como visitante. Pero lo que es objetivo es que a efectos numéricos el conjunto aragonés está en clara recesión en las últimas tres jornadas, donde solo ha firmado dos puntos de nueve para ser sexto y vivir un poco más lejos, un punto más, del ascenso que hace una semana.

Ahora, el último billete con destino a Primera lo tiene el Hércules y está a dos del equipo que dirige Marcelino, lo mismo que el Xerez, segundo clasificado. Mientras, el Salamanca, que sigue líder a pesar de su tropiezo en forma de empate en Albacete, le saca cinco. Así, el G-3, el selecto trío con plaza para la élite en el que tiene que estar el Zaragoza como inexcusable obligación a final de curso, se aleja. No de forma preocupante, aunque sí lo es el bache de resultados en el que ha entrado el conjunto aragonés.

Y esa sexta plaza la defiende con 19 puntos de 36 posibles de balance, una cifra exigua y que le permite estar tan arriba por la tremenda igualdad, o habría que decir mediocridad, de esta categoría. En todo caso, su promedio no es de ascenso. Y basta con una sencilla regla de tres para darse cuenta, de tal forma que con la media actual acabaría la Liga con 66, una cantidad insuficiente para regresar a la élite.

LAS CAUSAS DEL BAJÓN Amparado en su pegada el Zaragoza creció hasta situarse en la zona de ascenso. Lo hizo tras enlazar tres triunfos ante Alavés (4-2), Sevilla Atlético (0-4) y Xerez (2-1) para acostarse como líder tras vencer al conjunto xerecista y ser tercero al día siguiente, con 17 puntos en la jornada novena. Ahí se le apagaron las luces en ataque y eso equivale a tragedia, porque sin ese poder ofensivo el conjunto aragonés se queda casi en pañales, lastrado por su endeblez defensiva y por la escasa capacidad de crear fútbol. Un gol, de Ewerthon al Castellón, es su balance en los últimos 270 minutos. Un dato que explica por sí solo el porqué de esa recesión.

Es verdad que en Tarragona el equipo dio síntomas de mejora. Más intenso, con más empaque en la medular y con más capacidad que en los dos encuentros anteriores para generar oportunidades hizo su mejor partido a domicilio en lo que va de curso, superior incluso a la goleada que firmó en el campo del Sevilla Atlético, actual colista de Segunda, en su única victoria a domicilio en un año. Aquel día fue demoledor arriba, pero en Tarragona resultó más convincente como bloque, un pequeño halo de esperanza para un equipo que a domicilio es de los peores de la categoría, ya que solo ha sumado cinco puntos de 18 posibles. Solo seis conjuntos han conseguido menos como foráneos.

Un repaso a los triunfos que ha conseguido el Zaragoza en lo que va de Liga tampoco resulta demasiado alentador. Ha ganado al Elche, al Murcia, al Alavés y al Sevilla Atlético, cuatro de los últimos cinco clasificados. Así, la única victoria con fuste la ha conseguido ante el Xerez, actual segundo clasificado, un dato que contribuye a esa sensación de recesión que vive el equipo por mucho que mejorase su imagen en Tarragona. Necesita triunfos para regresar otra vez al G-3, su único destino posible en esta temporada que será trágica si no hay ascenso.