Si alguien duda aún de que la situación de España es de extraordinaria emergencia, le bastará con ver lo sucedido en torno a Bankia en los últimos días para convencerse. El Gobierno de Mariano Rajoy, a través del ministro de Economía, Luis de Guindos, ha reclamado a Rodrigo Rato que deje la presidencia de la entidad a cambio de rescatarla. Todo ello a pesar de que fue el PP el que le aupó a la presidencia del banco, de que Rato lanzó la carrera política del actual ministro cuando le nombró número dos en su etapa como vicepresidente económico con el anterior Ejecutivo conservador, y de que es una de las figuras más valoradas por sus votantes y afiliados.

Pese a ello, los inversores han señalado a Bankia --51.468 millones de euros de exposición inmobiliaria, de los que 31.798 millones son tóxicos-- como uno de los mayores problemas de España, y el Ejecutivo siente que ya no tiene margen de error. El Gobierno, eso sí, sopesó que su relevo por José Ignacio Goirigolzarri --el elegido por Economía: exconsejero delegado del BBVA, que dejó el cargo en el 2009 con una pensión de más de 50 millones de euros que en principio seguirá cobrando y al que ya se ofreció ser número dos de Bankia hace un par de años-- se produjera más adelante, una vez anunciado el plan de saneamiento del banco.

VARIOS PLANES Pero Rato --que tiene derecho a una indemnización de 1,2 millones de euros-- no aceptó ninguna dilación y anunció ayer su dimisión. "He decidido pasar el testigo a un nuevo gestor por estimar que es lo más conveniente para esta entidad", aseguró en un comunicado. La salida del exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) se precipitó entre las últimas horas del fin de semana y las primeras del lunes y, de hecho, cogió de sopresa a casi todos los altos cargos de la entidad.

Según fuentes cercanas al PP, Rato estaba centrado en las últimas semanas en sacar a los expolíticos del banco y por eso provocó el fichaje del exministro Ángel Acebes por Iberdrola. La estrategia se ha vuelto en su contra. De Guindos, según esas fuentes, trató hace unos 20 días de reactivar la fusión de Bankia con CaixaBank con Isidre Fainé como presidente. Rato se habría negado y ello ha provocado su caída.

Su decisión de dimitir, además, deja en el alero el plan original de saneamiento que Bankia estaba ultimando por exigencia y bajo supervisión de Economía y del Banco de España. Las autoridades deseaban darlo a conocer entre ayer y hoy, pero ahora podría retrasarse porque el ministerio estudia "todas las opciones" para salvar al banco, según fuentes del departamento. "Había varios planes previstos y están viendo cual aplican, porque que esté Rato o no cambia las cosas", apuntan fuentes de la Administración consultadas.

7.000 MILLONES Esto vuelve a traer a la palestra posibilidades que habían sido descartadas, como que el banco sea nacionalizado, forzado a una fusión, que se cree un banco malo para sanearlo, o incluso que se le intervenga. Cualquier opción, en todo caso, pasa por la inyección de dinero público.

La idea original era prestarle 7.000 millones mediante bonos convertibles (unos títulos que obligan al banco a pagar un interés de más del 8% al Estado y que, si el grupo pierde cierto nivel de solvencia, se transforman en acciones).

Pero ahora la cifra no está cerrada y se barajan cantidades que van de los 5.000 a los 10.000 millones. El apoyo estará ligado a un plan de saneamiento extraordinario y a que se reduzca y profesionalice la gestión, con lo que habrá más ejecutivo y consejeros que la abandonarán.

Después de que el ministerio y el supervisor le reclamasen hace días un nuevo plan de saneamiento, Bankia contrató a dos consultoras para que la sometieran a una prueba de resistencia. De este test se desprendió que tiene que cubrir 8.500 millones (de los que 2.500 millones son para cumplir el Real Decreto de saneamiento del Gobierno).

Hacer esta limpieza de golpe le provocaría unas pérdidas brutales y reduciría su capital, por lo que el plan original era que el banco recibiría los 7.000 mi-

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