David y Juan, dos zaragozanos de 36 años, llevaban varios años juntos, llevando vida marital, cuando las Cortes dieron el visto bueno a las bodas entre personas del mismo sexo. Y ellos no se lo pensaron ni un instante. Aprovecharon y se casaron en el 2006 para regularizar su situación.

"Nosotros nos casamos por los papeles, no por amor", tercia Juan. "Ya vivíamos juntos por amor, pero el paso por los Juzgados era lo que necesitábamos para ser una pareja como las demás", subraya. Y añade, convencido de lo que dice: "Yo a David lo llamo mi marido y lo veo como algo normal, aunque haya gente que aún se extraña cuando me oye hablar así".

Su inclusión en el Registro Civil como matrimonio fue el primer paso para un proyecto que acariciaban y que todavía no han podido llevar a puerto: adoptar una pareja de niños. "Nos estuvimos documentando y, al final, presentamos la solicitud de adopción en la DGA, que es el único organismo público que está por la labor", explica Juan.

El proceso de adopción es largo y, en su caso, muy complicado. Los niños (o niñas) que adopten han de ser por fuerza españoles o nacidos en España. "No podemos optar a la adopción internacional porque el papeleo es mucho mayor en el caso de parejas del mismo sexo, además ya lo intentamos en Brasil y tuvimos que desistir porque no logramos ver ningún avance", prosigue Juan.

Con todo, David y Juan no pierden la esperanza. Recientemente, un matrimonio homosexual de Zaragoza adoptó un bebé español, con lo que se convirtió en la primera pareja gay de Aragón que logra desarrollar su paternidad por la vía de la adopción.