Quien avisa no es traidor y avisaron. Los trabajadores iniciaron ayer la guerra que anunciaron y no solo por los petardos que continuamente se escucharon en el centro de la ciudad ni el encontronazo con la Policía Nacional ni los huevos lanzados contra el tranvía. Alrededor de 700 personas, según el comité de empresa, se concentraron en la plaza de Aragón para dejar claro dos mensajes: no van a parar hasta que los despedidos sean readmitidos y se reunirán cada jueves hasta lograrlo. Y, precisamente, este era el lema que abanderaban pancartas y camisas.

La tensión estuvo presente durante la hora que duró la concentración y que pareció que iba a convertirse en manifestación improvisada si no llega a ser porla intervención de la Policía Nacional. El momento más tenso se vivió cuando trabajadores y acompañantes se abalanzaron sobre un autobús que mantuvo su ruta por el paseo Independencia y era conducido por un trabajador que estaba haciendo horas extra. Cuando se profirieron gritos de "esquirol", los agentes, rápidamente, con algunos empujones, separaron a los concentrados y protegieron el autobús hasta que dio marcha atrás.

El gran ausente entre las 700 personas, donde ya no había tantos niños como en la de la semana pasada, fue Javier Anadón, presidente del comité de los trabajadores. Según Diana Murillo, vocal de los representantes, se ausentó por "asuntos familiares" aunque esta explicación no convenció a muchos que preguntaron dónde estaba y, de forma amenazante, gritaron que "más valía" que fuera "verdad".

La distinción entre despedidos y empleados era sencilla. Los primeros llevaban la camiseta azul con el lema y, los segundos, su camisa de trabajo. "Que no haya sido despedido no significa que no me afecte. Es una vergüenza lo que han hecho y es muy duro ver a nuestros compañeros así" confesó José María Ansón, uno de los pocos empleados que no temía represalias y se atrevía a dar su nombre.

Tuvieron poco más de una hora para hacer ruido. No solo eso. Hubo una sentada, gritos de esquirol a compañeros que estaban haciendo horas extra y anuncios tanto a la empresa como al Ayuntamiento de Zaragoza de que van a tener "una respuesta" mezclados con peticiones de que el alcalde dimita.