Son las 12.00 horas y en las instalaciones que la Guardia Civil de Tráfico tiene en Zaragoza, en la carretera de Madrid, entra el aviso de un accidente con fallecidos. Los bomberos, los servicios sanitarios y también varias patrullas --que tratarán de gestionar la circulación en las inmediaciones y, si es necesario, abrir un paso alternativo-- se están trasladando a la zona. No son los únicos en activarse en este operativo. En el mismo momento en el que han escuchado que hay víctimas, se ha puesto en marcha la unidad de Atestados que tiene una misión: saber qué ha pasado y si hay algún tipo de responsabilidad penal en el siniestro.

La rapidez en su caso también es importante. Ellos no tienen que intentar salvar vidas porque esa función pertenece a otros, ni tampoco excarcelar los cadáveres; tienen que hacer un reconocimiento de su escena del crimen. Su obsesión, los detalles.

Así lo reconoce el cabo José Manuel Vallejo, quien mantiene que "no puede pasar nada desapercibido porque la carretera, el clima, los coches siniestrados y los propios cadáveres dan la información necesaria para poder reconstruir qué ha ocurrido". Le viene a la mente un siniestro que califica de "espectacular" debido a la cantidad de vehículos implicados y al estado en el que quedaron. En aquel momento, el conductor de un camión aseguró que lo sentía, pero que había evitado atropellar un jabalí. No mintió. Los agentes encontraron huellas en un campo cercano que indicaban que había cruzado por esa zona.

Fotografías

En esa necesidad de retratar el accidente, los miembros del instituto armado hacen fotografías de lo que consideran que puede ser necesario en las pesquisas. Juegan en contra de un elemento: el auxilio a las víctimas; debido a que esa labor puede modificar pruebas. En ello también les ayuda el Pegasus, el helicóptero que la Guardia Civil tiene para vigilar el tráfico, que toma imágenes para poder analizar desde el aire cuál ha sido la forma de actuar de los vehículos. "Es muy importante este tipo de información para hacernos a la idea del accidente", señala Vallejo, quien apunta que "de todo el trabajo que hace este aparato, solo el 1% es poner multas".

Junto con la observación, los agentes miden la zona y toman declaración a los testigos y a las víctimas, en el que caso de que su estado clínico lo permita. Si desgraciadamente hay fallecidos, el informe de los forenses también les resulta muy revelador.

Un trabajo que no ha acabado ahí, ya que comienza la tarea más dura e importante, la reconstrucción. Todas las pruebas recabadas las vuelcan en dos programas informáticos --Smart Sketch y Geatest-- que permiten de forma científica saber lo ocurrido. Como destaca el cabo Manuel Serrano, "vivimos el peor momento de las personas muchas veces, pero es necesario de cara a que los familiares puedan pedir justicia por lo ocurrido".

Con todo ese análisis realizado, los agentes redactan el informe que entregarán al magistrado. Tienen un plazo máximo de seis meses en el peor de los casos. En él destacan la identificación de las víctimas, el examen de los vehículos por si tenían alguna avería, la fuerza del impacto, si han funcionado los sistemas de seguridad y lo que llaman puntos de percepción y decisión, que son los momentos en los que el conductor sabe que va a tener un accidente y toma decisiones. En todos aportan varias hipótesis de cara a las aseguradoras, si bien ellos siempre certifican una. Las distracciones al volante continúan siendo la causa más habitual.