Nicolás tiene dos años y medio y es un niño muy activo. Está todo el día saltando y corriendo. Pese a su edad, ya ha disputado duatlones y pequeñas carreras. "Hay que canalizar toda su energía y, si es haciendo deporte, mejor que mejor", explica satisfecho Daniel Tello, su padre. Nicolás debutó en el atletismo cuando tenía año y medio. Disputó con su padre la Carrera del Roscón. Ambos iban en un carrito, el padre tirando del hijo. "En mi familia ya me dijeron si estaba loco. Pero ya te lo dicen cuando corro solo. Mientras sea esto, bendita locura", reconoce Tello.

Daniel, que es el presidente del Octavus de triatlón en Utebo, va a tener otro niño en septiembre. Como el carrito cuenta con dos plazas, tiene claro cual será el primer deporte que conozca el bebé. "Creo que será una niña y podemos llevar a los dos niños en el carrito. Por mucho peso que se lleve, va suave y se corre bien", asegura convencido Tello.

Paisaje cotidiano

En el paisaje cotidiano de las multitudinarias carreras populares ya se ve de casi todo. Al principio los espectadores se quedaban alucinados de ver a padres con sus niños sentados en el carrito corriendo a todo trapo en competiciones de asfalto. Algún espectador se pensaba que se les habían cruzado los cables. Hoy ver a la familia divertida corriendo entre una multitud es casi lo más normal del mundo. En el Medio Maratón de Zaragoza, que se celebra mañana, se espera ver la escena.

"Lo hice un poco por conciliación familiar. Sacas un hueco y haces lo que te gusta. El pequeño se lo pasa bien y le vamos metiendo el gusanillo de las carreras. El niño disfruta, va saludando y pidiendo paso a la gente. Es una experiencia chula". Es un carro que se puede acoplar a la bici. "Pones una tercera rueda y te pones a correr. Es todoterreno porque hemos ido por senderos o caminos de piedras. Son muy cómodos, tienen un arnés de seguridad y una coraza de protección. Suelen costar entre 400 y 500 euros", explica Tello.

Uno de los mayores problemas que se generan en carreras multitudinarios son los giros bruscos y los golpes con otros atletas. "Me pongo al final del todo porque coger tu ritmo es complicado. Cuando empiezas a correr llevas dos kilómetros esquivando a gente. Pero también es divertido". Tello tiene en medio maratón 1.23 y, con el carrito, hace 1.45. "En un 10K corro en 38 minutos y con el niño en 44. Hay un chico que tiene en medio maratón 1.10 cargado con el carrito", indica.

Jorge Casas es un atleta de La Salle Teruel de toda la vida. Ahora este ingeniero de 41 años vive en Zaragoza. "Cuando nació Bruno tenía en mente buscar un cochecito para seguir entrenando. Al principio se quedaba dormido y después vi que disfrutaba. Cuando creció me gritaba que quería que corriera más. Quería un modelo de carro particular y lleva unas ruedas de bicicleta", explica Casas. Ahora Bruno tiene cuatro años y medio. Al turolense le recomendaron que lo llevara a partir de los nueve meses. "En las carreras masivas me da un poco de miedo ir a correr con el niño. Pero entrenando hemos estado hasta hora y media". Ahora tiene una niña de ocho meses. Se llama Martina. "Espero que pase este mes para ponerme a correr con ella", afirma el corredor turolense.

Pablo López es atleta independiente y ya ha corrido el maratón en 3.44. Una de sus ilusiones es debutar con su niña en los 10K de Zaragoza que se celebran en junio. "Tiene dos años y el primer día de experiencia con el carro fue desastroso. La forma de correr es distinta, los brazos no los mueves y Violeta no lo ha hecho nunca. Pero ahora va perfecta e incluso lo pide", dice este delineante de 38 años.