Sufrió el Real Zaragoza hasta el último suspiro, no fue capaz de ganar en Leganés donde empató a dos goles demostrando mucha debilidad defensiva y demasiado cansancio, también influido por el calor en Butarque, pero le espera ya la ilusión, la esperanza en forma de promoción, el jueves en La Romareda (20.00) ante el Girona. El rival se quedó a las puertas del ascenso directo de la forma más cruel, con un empate frente al Lugo, y llegará derrumbado tras ese varapalo. Además, la ventaja de jugar la vuelta en Montilivi el domingo (17.00) se puede quedar en nada si Competición toma cartas en los incidentes vividos ayer.

La Ponferradina no ganó al Alcorcón, otro equipo como el Leganés que solo se jugaba el orgullo, y eso le dio el billete al Zaragoza, que abrazó la sexta plaza tras mucha agonía, con solo 61 puntos, los mismos que logró el Córdoba el curso pasado y que permitieron a los andaluces subir en ese playoff. Ojalá se repita la historia esta temporada.

El encuentro fue una moneda al aire, una ruleta rusa, pero la vía a la ilusión queda abierta. Se trata de jugar dos semanas un minitorneo con la tierra prometida de la Primera al fondo. Es fútbol y la distancia de 21 puntos que el Girona le ha sacado a los zaragocistas solo vale como apunte previo. De hecho los dos cruces ligueros reflejan un saldo favorable a los de Popovic, que superaron al cuadro catalán en La Romareda y firmaron tablas en Montilivi. Fútbol es fútbol, que diría Boskov, todo puede suceder y después, si el Zaragoza pasa la eliminatoria, quedará el obstáculo del Valladolid o Las Palmas. ¿Por qué no?

Es verdad que el Zaragoza llega muy justo a esta promoción, flojo en el apartado físico, como quedó patente ayer, y con ausencias importantes, ya que Borja es baja segura para esta eliminatoria y habrá que ver el estado de Fernández, Jaime Romero, Javi Álamo y Basha, si pueden llegar en condiciones. En las mejores desde luego que no.

LA AFICIÓN, CLAVE

Está cogido entre alfileres, pero cuenta con La Romareda, con el apoyo de su gente, empezando por este jueves, y se espera que el equipo dé una mejor medida que en los dos últimos duelos ligueros. Ahora, una vez logrado el objetivo de la promoción, la meta que se había marcado, es un todo o nada, pero con un premio enorme de fondo, un ascenso que tendría un valor incalculable y que supondría un alivio de gigantescas dimensiones para la economía zaragocista, por no hablar de devolver al Zaragoza donde por historia, afición y entidad merece, al lugar del que la nefasta gestión de Agapito Iglesias le sacó en el 2013.

El Zaragoza ha vivido una temporada irregular, sin duda en gran parte herencia del pesado lastre que supuso un verano caótico, con el final de la era de Agapito, los ocho años más negros en la historia de la entidad, hasta la llegada de la Fundación 2032 a finales de julio. Con una plantilla hecha a contrarreloj en agosto, con enormes limitaciones económicas y deportivas, con solo 18 fichas y con una pretemporada inútil cuyas consecuencias se pagaron en forma de lesiones. Los condicionantes han sido muchos y la promoción hay que ponderarla, valorarla en su justa medida.

Al equipo, tanto primero con Víctor Muñoz, que se tuvo que marchar más por sus diferencias con los nuevos dirigentes que por sus resultados, como después con Ranko Popovic le ha faltado consistencia y ha vivido más de chispazos que de fútbol, escaso la mayor parte del curso. Ha tirado de su pegada, reflejada sobre todo en los 23 goles de Borja Bastón, de baja en esta recta final de Liga y que podría estar en la segunda eliminatoria, además de contar con alguna excelente noticia, como la irrupción de Vallejo, capitán y alma, aunque ayer toda la defensa tuviera un partido para olvidar.

¿Está donde debe el Zaragoza? Se diría que sí, aunque el Girona, con 1,9 millones de límite salarial, se ha quedado a un suspiro del ascenso directo y ha firmado 82 puntos porque en el fútbol el trabajo bien hecho suele tener premio y no solo cuenta el dinero. Con algo más de 3,5 millones de límite salarial, según la Liga de Fútbol --el club situó ese margen en 2,7 netos--, el conjunto aragonés era el octavo en ese ránking, décimo según los números de la entidad.

Ha amarrado la promoción tras acabar a una distancia sideral de los cinco primeros clasificados y también con enemigos de escasa consistencia. La sexta plaza fue un pulso entre la Ponferradina y el equipo zaragocista, ya que Leganés, Llagostera, Alavés, Alcorcón o Numancia se fueron quedando. Más bien no dieron nunca sensación de poder optar a esa plaza. No ser sextos ante esos rivales hubiera tenido un claro sabor de decepción, por mucho que se recuerden los problemas del pasado. Más aún después de haber tenido esa plaza casi sellada. Lo logró ayer con mucho sufrimiento, con una dosis de agonía que viene a ser un buen síntesis del curso.

Ahora, es el momento de la ilusión, de que la etapa nacida el pasado 24 de julio tenga un primer curso con un éxito tremendo. Espera el Girona el jueves. Tras sufrir, es el momento de la ilusión, de soñar.