«Acciones pequeñas que hacen algo muy grande». Es la sensación de Chema sobre la ayuda que brinda junto a su mujer a los transportistas con destino Zaragoza. Chema Ramón Cosialls y su mujer, Marta Laguna Arroyos, son un ejemplo de las personas que, en mitad de este tsunami sanitario ante la ola del covid-19, se preguntaron qué podían hacer con sus recursos. Estar dispuesto, primera acción pequeña.

Y los recursos de Chema y Marta son una cocina con ruedas. Cuando comenzó este «jaleo» -como él lo llama-, al propietario de la food truck 'Sabor a Pirineo' le faltó tiempo para trasladar a la junta de la Asociación Foodtruck Aragón la decisión de poner estos establecimientos sobre ruedas al servicio del Ayuntamiento de Zaragoza. Ofrecerse, segunda acción pequeña.

El anhelo de echar una mano se sumó a las facilidades del consistorio zaragozano. Y el mismo día que el concejal de Acción Social y Familia, Ángel Loren, se puso en contacto con la asociación, Chema ya conoció su próximo destino: Mercazaragoza. No había tiempo que perder, el reloj avanzaba y las necesidades no se detenían y, al día siguiente, el 29 de marzo, Chema y Marta sirvieron las primeras cenas a los transportistas con parada o destino en la capital aragonesa. Otras tres food trucks están listas por si se les necesita en otros lugares de la ciudad. «El Ayuntamiento de Zaragoza se ha portado de maravilla», afirma Chema. «Sabemos que hay lugares en donde los deseos de ayudar han caído en saco roto porque el ayuntamiento no les ha dejado», añade. Allanar el camino, tercera acción pequeña.

Chema y Marta decidieron regalar cenas a los héroes de la carretera. Aquellos que permanecen largas horas al volante; aquellos que están días sin ver a su familia; aquellos que trabajan sin horario; aquellos que posibilitan que tu nevera esté llena. Los mismos que trabajan a pesar del cartel de ‘cerrado’ en los restaurantes de carreteras. «Los transportistas nos dicen que hay abierta alguna gasolinera pero sirven por la ventanilla y, claro, es comida de gasolinera. Un camionero nos contó que le habíamos salvado la vida porque hacía casi tres semanas que no comía algo caliente, al moverse de punto a punto y salir fuera de España los fines de semana», relata Chema. Un testimonio que se une a uno y a otro y otro. «Lo de tres semanas nos lo han dicho un par de transportistas, pero los cinco o seis días sin comer caliente, muchísimos de ellos. Y algo tan simple como un café», señala el foodtrucker. «Hay que cuidar a las personas que trabajan para todos nosotros especialmente en estos momentos tan difíciles. Al final, el abastecimiento de nuestra ciudad está garantizado gracias a su labor», apunta Sergio Alarcón, gerente de Mercazaragoza.

Un menú merecido

A elegir entre ocho tipos de huevos rotos, más caldo, bebida, fruta y café, el menú que sirve la food truck en las Fiestas del Pilar, es el mismo que degustan los camioneros. Y para los que tienen prisa, un tupper para que cenen como en casa durante el trayecto. Ya han superado las 100 cenas. Chema explica que «como de Madrid para arriba es el único sitio que está repartiendo comida, muchos hacen los descansos en Mercazaragoza para cenar caliente». Dar de cenar caliente a los transportistas, cuarta pequeña acción. Y el adjetivo pequeña comienza a quedarse corto.

De domingo a jueves, de 20.00 a 01.30 horas de la madrugada, es el horario en el que Chema y Marta reparten las cenas a los transportistas que se acercan a la food truck después de que se les haya entregado un vale al entrar a Mercazaragoza. «No se creen que lo hagamos gratis. Yo les respondo que si ellos no estuvieran, no estaríamos aquí ninguno y qué menos que poder dedicar seis horas de mi vida cada día para que coman caliente. Está siendo muy enriquecedor», expresa Chema, esperanzado de que vuelvan a resurgir valores humanos.

La sorpresa y el agradecimiento de los transportistas hace que insistan en dejar propina, por lo que los propietarios de Sabor a Pirineo pidieron una hucha para el Banco de Alimentos. La misma insistencia por parte de proveedores y la plataforma. «Mercazaragoza junto con las empresas que operan en ella, es una pequeña ciudad dentro de una gran ciudad donde nos ayudamos y nos preocupamos por los demás», declara Sergio. Fruta, patatas, panceta, aceite de Apadrina un Olivo de Oliete, conservas, diferentes donaciones que son sinónimo de la más pura humanidad, la que los foodtruckers devuelven cada noche a los transportistas. «En España estamos acostumbrados a hacer vida social y ellos que se pegan tantas horas al volante y solos, la necesitan. Aún a dos metros en la fila hacen vida social entre ellos y tienen un poco de humanidad». Mejorar la vida de los transportistas es hacer algo muy grande.