El barrio de Casablanca de la capital aragonesa está enfadado. En la zona que hay entre las exclusas del canal y la calle hay un párking gratuito que da servicio a los habitantes de las 1.787 viviendas sin garaje que hay en las manzanas aledañas. Además, el aparcamiento sirve para que los residentes en la zona de chalets de este distrito puedan acercarse al mundo y poder comprar en los comercios de siempre. Pero esta solución tiene los días contados ya que la DGA prevé construir, allí mismo, viviendas, según lo que acordó con el Ayuntamiento de Zaragoza en la reunión bilateral que mantuvieron en marzo de 2020.

En el párking caben más de 450 vehículos y, según afirma el secretario de la Asociación de Vecinos Tomás Pelayo, José Lázaro, «es el mejor aparcamiento que hay en Zaragoza y además lo hizo un particular», cuenta. Ahora, esta entidad como varios particulares del barrio están preparando alegaciones para tratar de impedir que esta infraestructura desaparezca. Hay de plazo hasta el 24 de diciembre. «Está difícil», admite Lázaro. 

El asunto de fondo se remonta, rememora este vecino, a 1976. «De siempre ese solar iba a servir para equipamientos pero al final el ayuntamiento no se lo ha quedado y ahora se han puesto de acuerdo todas las instituciones para perjudicar a un barrio entero», protesta este activista vecinal. «No estamos en contra de las viviendas, pero que no ocupen todo el espacio porque ese aparcamiento es muy importante para el barrio. Y además que sean viviendas accesibles, no pisos de lujo para sacar tajada», exige Lázaro. 

Una mujer con las bolsas de la compra cruza el párking de Casablanca. Jaime Galindo.

Desde la asociación Tomás Pelayo han emprendido ya varias campañas para protestar la iniciativa. En su momento recogieron firmas y ahora han presentado un dossier de 93 páginas que recoge todos sus argumentos y la historia de este solar, que debería haber albergado ya, si se hubieran cumplido todas las promesas de los políticos, piscinas, una escuela infantil, un polideportivo y otros tantos equipamientos que ni están, ni se les espera. 

Desde el ayuntamiento, en los últimos meses, han dicho en varias ocasiones que están estudiando alternativas. Sin embargo, a pie de calle, la sensación es de nerviosismo. «Muchos de nuestros clientes vienen a comprar en coche porque viven en la zona de los chalets o en otras partes de Zaragoza, así que nos iría muy mal que quitaran el párking. Y si se ponen a construir, no quiero imaginar cómo nos irá con dos años de obras en frente nuestro», lamenta Ana Cameo, de Frutas Cameo, un establecimiento situado en la calle Embarcadero. «Pero en fin, esto es luchar contra un gigante, así que...», añade desesperanzada. 

Así pues, el párking de la calle Embarcadero parece que tiene los días contados. Y eso que no le vendría nada mal algo de asfalto: en la parte pegada al Canal, los charcos hacen honor al nombre de la calle. Ahí los coches no aparcan, flotan.