SEGURIDAD CIUDADANA

Zaragoza tiene también Policía que vigila bajo tierra

La Unidad Subsuelo de la Policía Nacional completa unas 120 revisiones mensuales, algunas de ellas ordinarias y otras extraordinarias con motivo de la llegada de personalidades

Los agentes utilizan trípode y arnés cuando la profundidad es superior a los tres metros.

Los agentes utilizan trípode y arnés cuando la profundidad es superior a los tres metros. / POLICÍA NACIONAL

Bajo la vida terrenal de Zaragoza discurre otra mucho más tranquila habitada por ciertos roedores cuyo sosiego solo se ve alterado con el crecimiento de las láminas de agua en sus habitáculos y con la inhalación de gases tóxicos. Nadie les persigue a base de escobazos ni mucho menos pueden ser arrolladas por vehículos. Estas ratas conviven en ocasiones con técnicos de Endesa que revisan los centros de transformación eléctrica; muy esporádicamente se topan con los amigos de lo ajeno, atraídos por los cables de cobre y por su instinto de sabotaje.

Desde hace un tiempo se han convertido ya en «amigas» de la Unidad Subsuelo de la Policía Nacional con la connivencia de «hacer requisas habituales en diferentes puntos de los denominados críticos de las infraestructuras de las ciudades» como, por ejemplo, los centros comerciales, la estación del AVE, el entorno de la plaza del Pilar –Ayuntamiento de Zaragoza, Delegación del Gobierno o la Seo–, el centro de transformación eléctrica en el polígono Argualas o el mismo Sídex de la Policía Nacional. Así lo pormenoriza el jefe de este regimiento, Antonio Cantero, recordando que esta lista incluía hace cinco años el consulado de Turquía y el consulado de Francia «a raíz de los atentados yihadistas» de Charlie Hebdo y la sala Bataclan en París; un terrorismo yihadista que «no ha utilizado el subsuelo» a diferencia de lo mucho que lo hicieron ETA y los GRAPO. Ahora estos centros representativos de la Administración pública han sido sustituidos por las propias comisarías de la Policía Nacional.

El trabajo de los siete miembros de esta unidad –un subinspector, dos oficiales y cuatro policías– es «lento y preventivo» y se circunscribe a las localidades donde opera la Policía Nacional, «adscritos a la Jefatura Superior de la Policía de Aragón», es decir, Zaragoza, Huesca. Teruel, Jaca y Calatayud. La frecuencia de estas revisiones ordinarias es «diaria, semanal y bisemanal» y se ve alterada cuando llegan a Zaragoza figuras célebres como puede ser el Rey. «Nuestro trabajo siempre es anterior a que venga esa personalidad y, dependiendo del nivel que tenga, la anterioridad es más cercana o más lejana en el tiempo», explica Cantero. Si Felipe VI llega en AVE, se hace la requisa «en los andenes o la sala VIP»; si llega en coche, se requisan «las últimas calles donde va a reducir la velocidad el convoy».

Un agente completa una de las revisiones ordinarias que debe completar esta unidad.

Un agente, en una de las revisiones ordinarias que debe completar esta unidad. / POLICÍA NACIONAL

El trabajo de los siete miembros de esta unidad –un subinspector, dos oficiales y cuatro policías– es «lento y preventivo» y se circunscribe a las localidades donde opera la Policía Nacional, «adscritos a la Jefatura Superior de la Policía de Aragón», es decir, Zaragoza, Huesca. Teruel, Jaca y Calatayud. La frecuencia de estas revisiones ordinarias es «diaria, semanal y bisemanal» y se ve alterada cuando llegan a Zaragoza figuras célebres como puede ser el Rey. «Nuestro trabajo siempre es anterior a que venga esa personalidad y, dependiendo del nivel que tenga, la anterioridad es más cercana o más lejana en el tiempo», explica Cantero. Si Felipe VI llega en AVE, se hace la requisa «en los andenes o la sala VIP»; si llega en coche, se requisan «las últimas calles donde va a reducir la velocidad el convoy».

Unos sellos, «rectangulares y de color gris plata y azul», sirven para cerciorarse de que estos policías han sido los últimos en visitar los emplazamientos revisados. «La gran mayoría se rompen por motivo accidental porque pasa nuestra archienemiga, que es la barredora del ayuntamiento y nos va limpiando los sellos. Comprobamos las tapas en las que los sellos están fracturados y que haya sido accidental», concreta.

Uso de trípode y arnés para revisar una galería. | ANDREEA VORNICU

El sello, roto al levantar la tapa. / ANDREEA VORNICU

Las épocas de mayor carga de trabajo se concentran, cronológicamente, en Navidad con la cabalgata de Sus Majestades los Reyes Magos, Semana Santa y las Fiestas del Pilar, de tal modo que «donde más gente hay, es donde más estamos nosotros».

"Si cabe un cuerpo, cabe la Policía; quiero decir, que si hay que pasar por un diámetro de 80 centímetros, pasamos"

El día a día de la Unidad Subsuelo comienza «todas las mañanas» con un poco de deporte con el objetivo de mantener su «integridad física» de cara a ese «tipo de posturas» incómodas en subsuelo, a lo que siguen las revisiones rutinarias por algunos de los «200 y pico kilómetros transitables» del subsuelo de Zaragoza. «Nuestra normativa dice que transitable es de 1,40 metros de diámetro hacia arriba. Yo digo que no, que si cabe un cuerpo, cabe la Policía; quiero decir, que si hay que pasar por un diámetro de 80 centímetros, pasamos», puntualiza.

Ya en esa convivencia con las ratas se encuentran diferentes habitáculos: desde un mismo centro de transformación eléctrica y centros de cámaras cero de Telefónica hasta colectores –«donde van los residuos de las acometidas fecales de los domicilios»– y galerías de servicios –«por donde van todos los servicios que llegan a las casas»–. Cantero reconoce que se enfrentan a «riesgos físicos», ya que allí es «muy difícil trabajar durante mucho rato». «Son posturas muy incómodas y tramos muy duros por los que entrar», admite.

Los residuos fecales de las casas van a parar a los colectores. | ANDREEA VORNICU

El trabajo de la unidad subsuelo es "preventivo". / ANDREEA VORNICU

El peligro de los gases

No obstante, el mayor riesgo al que se enfrentan son los gases –«ahí nos jugamos la vida»– como el sulfhídrico, el metano, el monóxido y dióxido de carbono o la falta de oxígeno. De hecho, «únicamente» tienen prohibido entrar a esos habitáculos cuando hay «atmósfera explosiva». Quizá no haya estallado «porque no hay ignición» y el detonante puede ser la propia entrada de los agentes en esta atmósfera «por mucho que la ropa sea ignífuga». Las solución, entonces, pasa por «ventilar» y «hacer correr el aire». «¿Que es una requisa ordinaria? No vamos a poner en riesgo nuestra vida ni la de los viandantes, lo haremos al día siguiente. ¿Que la requisa es obligatoria porque viene el Rey? Pues habrá que buscarse la vida para hacerla», explica.

Junto al metano, el sulfhídrico es otro «enemigo silencioso» que, a las dos inhalaciones, puede provocar el desmayo. «Y, como sigues inhalando, acabas falleciendo», suspira Cantero, especificando que este gas es «388 veces más compatible con la sangre que el oxígeno». No obstante, los policías cuentan con su propio «canario» en forma de «un detector de gases» que introducen al abrir la tapa.

Un segundo «enemigo grande» es la lluvia. Por norma general, los colectores siempre llevan una lámina de agua «a la altura del tobillo» que tienen «controlada. «Cuando llueve no tenemos prohibido entrar, pero sí tenemos una recomendación prioritaria de no entrar; a lo mejor aquí no está lloviendo, pero en Torrero sí», aclara.

Detector de gases, «canario» de los agentes. | POLICIA NACIONAL

Inspección a las puertas de La Aljafería. / POLICÍA NACIONAL

De todos modos, las ratas vuelven a erigirse entonces como sus «amigas». «A una rata, si no quiere, no la ves. Nos tienen más miedo a nosotros que nosotros a ellas, y si no se escapan al vernos quiere decir que detrás de ellas hay algo que les da más miedo que nosotros. Puede ser que oigan la crecida de la lámina de agua, puede ser que huelan algún gas peligroso. Yo me voy con la rata, seguro», finaliza.

Protección medioambiental y un instinto de seguridad ciudadana

Las competencias de la unidad subsuelo también incluyen la protección ambiental, es decir, «controlar los vertidos ilegales que hacen las empresas a su suelo» y, en paralelo, los efectuados por particulares, sobre todo, a la red de saneamiento. Dicho seguimiento se lleva a cabo a través de «diversas inspecciones y mediciones periódicas», que garantizan la detección de dichos vertidos no permitidos.

No obstante, dada su vocación de seguridad ciudadana al servicio de la población, los siete integrantes de esta unidad no dudan en actuar a pesar de que no se encuentren en el subsuelo con sus amigas las ratas. Hace dos años, en abril de 2021, detuvieron a un hombre con 39 envoltorios de un gramo de cocaína cada uno cuando viajaba a bordo de un taxi. Los agentes se encontraban en la confluencia del paseo Calanda y la calle Padre Manjón de Zaragoza, en el barrio de Delicias, cuando observaron que este individuo llevaba la mascarilla bajada. Notaron asimismo que se mostraba nervioso y con actitud sospechosa, por lo que le identificaron y le intervinieron 39 gramos de cocaína.