FORO AGROALIMENTARIO

El sector agroalimentario busca recetas para ser más competitivo

El crecimiento demográfico, la digitalización y la falta de relevo son algunos de los retos

Las entidades buscan el primer paso con una reforma de las restricciones medioambientales

Representantes de Caja Rural de Aragón, Cooperativas Agroalimentarias de Aragón y Gobierno de Aragón junto a la gerente de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.

Representantes de Caja Rural de Aragón, Cooperativas Agroalimentarias de Aragón y Gobierno de Aragón junto a la gerente de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. / Andreea Vornicu

Álvaro Jordán

El sector agroalimentario, entendido en su forma más amplia como el conjunto de la agricultura, ganadería y agroindustria, además de la logística, distribución y sus servicios vinculados, continúa siendo uno de los pilares socioeconómicos sobre los que se sustenta Aragón. Este sector representa más del 10% del PIB y casi el 18% del empleo, erigiéndose como el principal empleador en la comunidad.

Esta gran influencia convierte a la agroindustria en un ámbito clave de cara al cambio demográfico que se está empezando a experimentar, con el que se prevé que la demanda de alimentos crecerá hasta un 70% en los próximos 30 años. 

Sin embargo, el sector necesita adaptarse y evolucionar ante esta nueva tendencia demográfica, que trae consigo varios retos y exigencias, entre las que destacan la necesidad de una digitalización y actualización tecnológica, una mayor comunicación con el productor y el consumidor y un equilibrio entre la normativa del sector agroalimentario y el marco legislativo medioambiental. Sobre estas cuestiones se articuló el foro informativo organizado por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN el pasado 14 de diciembre en su sede, donde diferentes representantes del sector expusieron sus perspectivas y reflexiones frente a este nuevo desafío autonómico. 

En el coloquio participaron Juan José Orriés, director general de Innovación y Promoción Agroalimentaria del Gobierno de Aragón; Rubén Artieda, director de Negocio Agrario en Caja Rural de Aragón y José Víctor Nogués, presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, y estuvo moderado por el periodista de este diario Marcos Calvo.

La charla la abrió José Víctor Nogués abordando el futuro camino de la agroalimentación aragonesa que ha de enfrentar problemáticas como la falta de relevo generacional en el sector, la reducción en la producción por los bloqueos legislativos y la falta de producción de alimento local

Los participantes coincidieron en la necesidad de un cambio en las legislaciones medioambientales, como una forma de poder incrementar el ritmo de producción agroalimentaria local.

Los participantes coincidieron en la necesidad de un cambio en las legislaciones medioambientales, como una forma de poder incrementar el ritmo de producción agroalimentaria local. / Andreea Vornicu

Conectar con la sociedad

Frente a este hecho, Nogués propuso un «modelo de explotaciones con autónomos que genere riqueza a la comunidad» y subrayó la necesidad de una mayor representación en el sector de mujeres y jóvenes. «Tenemos que diseñar un modelo a corto plazo para que los institutos sepan que los pueblos necesitan autónomos, más que multinacionales. No podemos depender constantemente de las políticas europeas. Buscamos productos nobles y locales, junto a más infraestructuras y regadíos. Los impuestos alimenticios deben quedarse en Aragón. Que la gente cotice en Aragón». 

Una declaración frente a la que Rubén Artieda y Juan José Orriés concordaron al unísono. Por su parte, Orriés quiso enfatizar en la necesidad de los regadíos y en la transformación de productos, como la forma de mayor responsabilidad y comodidad para el usuario. 

Por su parte, Rubén Artieda quiso incidir en la dificultad añadida que el sector agroalimentario presenta de cara a ese futuro demográfico y es que, a diferencia de otros terrenos, el agroalimentario es, junto al industrial, de los pocos sectores que todavía no ha superado sus índices de beneficios en prepandemia (año 2019), según informaba la Comisión de la Coyuntura de la CEOE en Aragón. Además, añadió que la cada vez más presente digitalización de la producción supone una «mayor dificultad para el sector, pero somos optimistas porque Aragón tiene una capacidad de resiliencia tremenda. Sabremos adaptarnos a ese modelo de regadíos y a esa digitalización. Eso sí, sin olvidar tampoco una vertebración real de los territorios y la riqueza». 

Por supuesto, frente a estas ambiciosas aspiraciones, en el coloquio surgió la gran cuestión: ¿Es posible una convivencia entre la agricultura familiar y la macroindustria? Los participantes coincidieron en esa posibilidad pero, como ya matizó Nogués, «hay que centrarse en la clave para ello: las cooperativas. Nosotros somos la clave de ese equilibrio. Si el cooperativismo está bien organizado, se puede transformar el sector, estar en el intermedio de la comercialización o las exportaciones. Es necesario recuperar el antiguo modelo de cooperativismo que perdimos hace tiempo. Los modelos de países como Francia, Suecia o Dinamarca ya demuestran su efectividad». 

«La legislación medioambiental y sus exigencias desorbitadas son una afección para el sector»

Rubén Artieda

— Director de Negocio Agrario en Caja Rural de Aragón

Rubén Artieda se mostró conforme ante esta declaración, pero quiso matizar la «afección que la actual legislación medioambiental supone para estas iniciativas, y que es algo que afecta directamente al productor y tiene unas exigencias desorbitadas». Un aspecto que complementó Orriés subrayando la necesidad de mirar hacia una perspectiva más amplia.

Exigencias ambientales

El director general de Innovación y Promoción Agroalimentaria destacó la necesidad de que «el consumidor esté concienciado sobre el territorio aragonés, que sepa mirar la procedencia de sus alimentos más allá del supermercado con un modelo de alimentación ligado al territorio y a lo cercano. Se requiere una colaboración de las grandes ciudades para ello, para fomentar el resto de territorios, pero las políticas europeas medioambientales causan ese desequlibrio. Para hacernos una idea, si queremos cobrar una ayuda en determinadas líneas de apoyo al sector, Europa nos marcaba antes que el beneficiario debía cumplir alrededor de 30 requisitos. Con la nueva reforma, esos requisitos son ahora 150. Es una política de castigo. Puede cuidarse del medio ambiente, pero también debe haber producción».

Las exigencias medioambientales suelen ser un tema muy de actualidad, pero nunca termina de desarrollarse más allá de un titular. Sin embargo, para José Víctor Nogués son un problema que afecta a muchos aspectos del sector agroalimentario, como «la normativa de espacios. Si, por ejemplo, tienes un terreno de 100 hectáreas, la normativa medioambiental te obliga a dejar abandonado un 4% del terreno. A su vez, también estás obligado a hacer tres tipos de siembras distintas, una de ellas mayoritaria que no tenga más del 75% del espacio. Súmale dos cultivos más y una rotación que tiene que estar actualizada y digitalizada frente a estos nuevos retos. Esta PAC (Política Agraria Común) y esta legislación son un insulto a la producción del agricultor profesional y a Aragón», expresó Nogués. 

José Víctor Nogués, presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón.

José Víctor Nogués, presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón. / Andreea Vornicu

«A esto súmale también que, en marcos más específicos como la ganadería, te obligan a tener la mitad de animales que tenía un productor en su granja. También debe separar a los animales en más camiones hacia el matadero, para que no se estresen y eso implica un sobrecoste tanto en los desplazamientos como en la entrada de cada camión al matadero. Todo eso repercute en el precio final de un producto por el que el consumidor debe pagar más a cambio de nada. Se le dispara el IPC mientras el agricultor cobra menos y paga más también», matizó Orriés.

¿Solución o perjuicio?

Como una posible solución ante estos sobrecostes, el aparato legislativo aprobó el pasado 2021 la Ley 16/2021 de la cadena alimentaria, que introdujo una serie de reglas de juego que buscaban un reparto equitativo a lo largo de la cadena, de abajo a arriba, mejorando la posición negociadora de los operadores más débiles para cubrir, al menos, los costes de producción de los alimentos. Sin embargo, como ya dejaron claro los participantes, aunque en la teoría parece atractiva, no lo resulta tanto en su aplicación práctica por la obligación de tener que aplicar un precio tasado concreto en cada uno de los productos.

Rubén Artieda, director de Negocio Agrario de Caja Rural de Aragón, dejó claro que «homogeneizar un producto cuando cada territorio y barrio tiene su propio umbral económico es algo perjudicial. No puedes practicar esta ley en un mercado libre». Por parte de las cooperativas, José Víctor Nogués añadió: «Estamos en un mercado libre, y hay que tratar de mantener esos productos pero con una seguridad económica y alimentaria. De hecho, hay una cosa muy curiosa y es que mientras nuestros productos cuentan con tantas restricciones, España tiene muchas facilidades a la hora de importar productos extranjeros. Me gustaría que, por lo menos, esos productos alimenticios que importamos lleven un control y una exigencia en condiciones, sobre todo de seguridad alimentaria, de lo cual no dudo. Pero también creo conveniente que se les exija la misma tasa de pagos que Europa nos exige a nosotros». Desde el Gobierno de Aragón, Juan José Orriés apoyó la declaración enunciando que «si intentas sacar este tema ante Europa, ellos no te permitirán hacer ese cambio en las tasas de importación». 

Rubén Artieda,

Rubén Artieda, director de Negocio Agrario de Caja Rural de Aragón / Andreea Vornicu

Digitalización

Aunque el futuro se presenta cada vez más restrictivo en este aspecto, Rubén Artieda constató que una de las soluciones que puede brindar algo de luz al asunto es el propio reto de la digitalización. «Puede ser una gran dificultad al ser lo agroalimentario un sector tan tradicional pero es algo clave. Una digitalización de los recursos puede permitirnos optimizar esa producción con regadíos y mejorar el ritmo de las explotaciones mientras se reducen los consumos». Según expuso el director de Negocio Agrario de Caja Rural de Aragón, la digitalización ya está empezando en lo que respecta a la gestión y comunicación de solicitudes de los productores.

Asimismo, Caja Rural de Aragón también busca de cara al 2024 la defensa del Cuaderno de Campo Digital, que permitirá un registro y control de cualquier campo desde la Administración de Aragón. Estas medidas se engloban dentro de sus servicios no financieros, mientras que entre los servicios financieros Artieda declaró que «se están realizando financiaciones especializadas y adaptadas a la digitalización, como la que se está haciendo a través del Perte, de los Fondos para la Recuperación y Resiliencia del Sector Agroalimentario o líneas específicas como MAPA-ICO-SAECA».  

Desde el Gobierno de Aragón, Juan José Orriés explicó que se parte con soluciones en un esquema más amplio, en base a las exigencias y alimentos más solicitados. Los tres alimentos más solicitados y utilizados por la población actualmente son las carnes, las frutas y las hortalizas; aunque el director general de Innovación y Promoción también matizó que los platos precocinados cada vez están cogiendo más fuerza, dado el poco tiempo de que dispone la gente para preparar una comida. «Debemos generar lo que demanda el consumidor pero también industrializar esos consumos para que lleguen hasta el usuario. Realizar una infraestructura acompañada a esa producción y servicio y apostar por los productos rentables mientras se favorecen y mantienen los regadíos», afirmó. 

Juan José Orriés, director general de Innovación y Promoción Agroalimentaria del Gobierno de Aragón.

Juan José Orriés, director general de Innovación y Promoción Agroalimentaria del Gobierno de Aragón. / Andreea Vornicu

Costes y gestión del agua

Frente a esta ambiciosa modernización, los participantes aclararon que los costes tecnológicos no supondrían un problema. Sin embargo, José Víctor Nogués manifestó que el inconveniente viene dado por otros aspectos como la regulación y el control del agua en Aragón. «De momento se están abriendo los pantanos por si vuelve a llover en la comunidad. Pero si no se diera el caso, necesitamos mantener ese agua ante una sequía, algo que la legislación nos impide porque no se puede conservar el agua más de un mes. ¿Pero qué hacemos entonces? ¿Quedarnos sin agua porque no tenemos vasos? Antes de que se vaya al Ebro, utilicémosla. Sin agua no se puede alimentar a los pueblos, y si no hacemos algo lo único que conseguiremos es que Zaragoza siga sin parar de crecer mientras el resto de territorios decrecen, como lleva pasando ya 20 años». 

Por su parte, Juan José Orriés defendió el potencial que guarda Aragón gracias al Pirineo y sus lluvias pero incidió en que «se necesitan modelos de gestión del agua a largo plazo, no políticas ideológicas. Estar en contra del regadío no va a ningún lado. Los propios ciudadanos tienen que ser los que marquen el principio del cambio. Ellos votan para que se haga lo que mejor creen ellos que debe hacerse en este aspecto. Pero deben ser conscientes de las direcciones que ellos incentivan». 

Dentro de este conglomerado, un factor clave es el fortalecimiento de la industria a través del Perte Agroalimentario. No obstante, los participantes mostraron su descontento ante las líneas y aplicaciones demostradas por este programa. Rubén Artieda confesó que el fortalecimiento llegó al regadío, mientras que el resto de niveles y planificaciones se encontraban todavía en fase muy temprana, «muy verdes y sin mucho desarrollo». 

«Es necesario concienciar de que la alimentación es salud y que uno debe saber lo que consume»

Juan José Orriés

— Director general de Innovación y Promoción Agroalimentaria del Gobierno de Aragón

Juan José Orriés declaró su incomprensión ante las medidas del programa: «Yo no entiendo bien esas políticas, no creo que estén ayudando a Aragón. Muchas de las financiaciones que se realizan a los proyectos grandes que se han ido presentando no se acaban haciendo. ¿Para qué se destina ese dinero y ayudas entonces si no es para una actividad empresarial con repercusión?».

Ante este escenario de incertidumbre se puso sobre la mesa una cuestión clave: ¿Cuál es el futuro del sector agroalimentario aragonés? Cada uno de los ponentes proporcionó una serie de propuestas complementarias para evitar el colapso de Aragón frente a ese crecimiento demográfico.

Producción, formación y comunicación

Juan José Orriés enunció la necesidad de revertir esos «bloqueos legislativos. Con 150 normas en el sector, no vas a dejar de pensar si estás incumpliendo alguna. Hay que hacer actividades menos tensas, aunque los cambios lleven tiempo. La gente, el consumidor, necesita también una mayor formación. Tienen que saber qué están comiendo, saber que la alimentación es salud y no ir a lo fácil o barato e inculcar en la gente el producto local aragonés. La población está muy desconectada del territorio y realizar actividades en las escuelas así como ferias de promoción pueden ayudar. Ya hacemos eventos con fruta y leche autóctonas en las escuelas».

Rubén Artieda prosiguió alegando la necesidad de una mayor formación y comunicación con la sociedad: «Hay que dinamizar las inversiones y la figura del productor; apostar por la profesionalización del sector, la presencia de las entidades financieras en los pueblos; sustentar la figura del gestor agrario, un perfil especializado en política agraria común, y realizar productos específicos adaptados a las expectativas agrarias de la comunidad». 

«Los pueblos necesitan más autónomos que multinacionales, más productos nobles y locales»

José Víctor Nogués

— Presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón

Por su parte, José Víctor Nogués subrayó la necesidad de una mayor «exposición por parte de las cooperativas agroalimentarias para mostrar a la sociedad qué hacemos desde el primer día hasta el final de la cadena. Tiene que haber una definición de ese modelo y transmitírselo a la gente. Hay 160 cooperativas aragonesas que tienen un montón de fases de asesoramiento y producción pero que la gente no conoce. Todo puede contarse, desde el primer regadío hasta que un chico de 14 años se coma una manzana en su casa».

Finalmente, el foro informativo acabó con un alegato y defensa de un modelo agroalimentario de Aragón basado en tres puntos clave para los empresarios: autónomos con explotaciones rentables, que se ganen la vida dignamente y generando bienestar al territorio y las personas. Mientras que, por su parte, Juan José Orriés recalcó la importancia de un modelo basado en la buena gestión del agua que no se viera opacado por la legislación medioambiental.

Esta fue una conversación muy productiva que permitió vislumbrar las necesidades, los retos y las posibles soluciones que enfrentará el sector agroalimentario aragonés en las futuras décadas. Aunque para ver los resultados de estos proyectos habrá que esperar, esto supone el primer paso hacia una nueva era libre, tecnológica, cercana y más local que nunca en el crecimiento y desarrollo de la producción agroalimentaria aragonesa.