MOVILIDAD URBANA

El 70% de los usuarios del bus de Zaragoza se reparten en una docena de líneas

La línea más utilizada une el eje este-oeste, con 7,5 millones de validaciones

 El uso de las lanzaderas al tranvía es residual y no llega a los 400.000 viajeros

Autobús urbano de la línea 35, a su paso por la plaza Aragón de Zaragoza.

Autobús urbano de la línea 35, a su paso por la plaza Aragón de Zaragoza. / JAIME GALINDO

Carlota Gomar

Carlota Gomar

Parecía un objetivo casi imposible de cumplir, pero el autobús urbano de Zaragoza ha logrado recuperar sus cifras tras el batacazo que experimentó durante la pandemia. El año pasado, los usos del transporte público se acercaron a los de 2019, con 115,8 millones de validaciones entre el autobús y el tranvía, un 18% más que en 2022. Solo las del bus alcanzaron los 87 millones de usuarios, la mayoría (hasta el 70%) concentrados en doce líneas, las más demandas con más de 4 millones de viajeros al año. En cambio, hay otra docena (13) que no roza ni el millón de pasajeros.

Es la cara y la cruz del transporte público, un costoso y deficitario servicio que le cuesta a las arcas municipales 74,6 millones de euros al año. Como es habitual, la línea 24, que une Las Fuentes con Valdefierro y atraviesa Delicias y el centro de la ciudad con autobuses dobles, es la más demandada y la única que supera los 7 millones de viajeros al año (7,5), algo más de 600.000 al día. Vendría a cubrir el eje este-oeste, como la 33, la segunda en el ranquin. Casualmente, es un recorrido que vendría a sustituir la línea 2 del tranvía, proyecto descartado de forma definitiva por el PP.

Con 530.000 viajeros diarios, conecta el eje este-oeste, al unir Delicias con Torrero a través del centro, y el año pasado registró 6,3 millones de validaciones. Ambas, la 24 y la 33, son las rutas que experimentaron un mayor crecimiento durante 2023, un 19% y 17%, respectivamente, recuperando los niveles de ocupación de la prepandemia.

Con más de 5,4 millones de usuarios, en el top de las rutas más demandadas se encuentra la 39, otra de las clásicas en la ciudad, que conecta Parque Venecia con La Jota y Vadorrey cruzando el puente de Hierro. 

Las líneas más discretas y menos utilizadas son las lanzaderas con el tranvía desde Casablanca (57), Montecanal (55), Arcosur (59) o Rosales del Canal (54). También aquellas con recorridos más cortos y directos, como la que une la plaza de las Canteras con el centro comercial de Puerto Venecia, La Cartuja con el paseo Pamplona, o Santa Isabel con el puente de Santiago. Servicios necesarios y demandados pese a que su afluencia es más bien residual. El resto de las 36 líneas supera el millón de usuarios al año.

Para la consejera de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Zaragoza, Tatiana Gaudes, la recuperación de usos en el transporte público urbano se debe a múltiples factores. "El regreso de la ciudadanía al autobús y al tranvía tras la crisis del covid, así como el impulso que estamos dando al uso de medios alternativos y sostenibles, como la bicicleta o las motos compartidas, implica un menor uso del coche privado en desplazamientos urbanos, lo que redunda en mejora de la calidad de vida de todos", explica.

Precisamente, los nuevos hábitos de los ciudadanos se presentaban como un impedimento para recuperar las cifras previas a la pandemia. Cada vez son más los que optan por la bici o los patinetes para desplazarse, usuarios que, o bien han dejado el coche en casa (escenario ideal) o han dejado de utilizar el transporte público.

Desde el consistorio continúan trabajando "en el impulso a todas las alternativas sostenibles de movilidad en Zaragoza", precisa Gaudes, lo que exige mejorar también la red de autobús urbano, en pleno proceso de transformación hacia una flota verde "para hacerla aún más eficiente y adecuarla mejor a las necesidades actuales".

Por otro lado, el ayuntamiento reajustó los tiempos de una docena de líneas, a petición de los trabajadores. La plantilla, a través de los representantes sindicales, reclamaba más tiempo para hacer unos recorridos que en su día se programaron para poder realizarlos a 50 kilómetros por ahora, velocidad que se ha visto reducida en la mayoría de los trayectos a 30 kilómetros por hora. Es decir, que en el mismo tiempo tenían que realizar el mismo camino pero a menor velocidad. Algo imposible, aseguraban. Esto tiene sus consecuencias, y es que las frecuencias, inevitablemente, han empeorado ligeramente.