Casi siete meses después de comenzar la temporada, el Casademont Zaragoza sigue buscándose y no se encuentra. Una planificación con lagunas y las lesiones de jugadores clave le lastraron en el inicio pero ahora tampoco ha terminado de solucionar todos sus problemas y se ha creado algunos nuevos. A ello ha contribuido también Jaume Ponsarnau con sus decisiones y las diferentes pruebas que ha ido haciendo para encontrar su equipo, todavía sin éxito.

Omar Cook era la pieza elegida sobre la que cimentar y vertebrar el juego del Casademont, pero el base cayó lesionado en el partido de presentación y no pudo comenzar la Liga ACB. Un contratiempo mayúsculo al que se sumó también la baja de Santi Yusta, que venía para poner algo de físico a un equipo muy justo en ese aspecto. La solución fue fichar a Kenan Sipahi, la única opción disponible en ese momento según el club, que en Zaragoza no ofreció ni una pequeña parte del potencial que sí ha exhibido después en Turquía. De hecho, Pep Cargol continuó buscando otro director de juego que encontró dos meses después. Jordan Bone llegó cuando Cook ya estaba a punto de volver a jugar.

He aquí una de las grandes muestras de la confusión en la que se mueve el Casademont Zaragoza. Bone, base, vino para solucionar los problemas en el puesto de uno y ofrecer algo que ni Cook ni San Miguel pueden proponer, que es físico y explosividad. Pero Jaume Ponsarnau ha convertido su solución para el base en el escolta titular del equipo, decisión con la que no ha arreglado los inconvenientes en la dirección de juego y, de paso, ha creado un nuevo problema en el dos. Mobley ha desaparecido por completo, deambulando por la pista cuando sale, pese a que ha demostrado ser capaz de anotar puntos. Pero, con su físico, necesita que el equipo le genere situaciones de tiro. El daño colateral de esta situación ha sido Javi García, que se ha quedado sin sitio.

En los aleros también ha ido variando la rotación. Quizá el papel más claro hasta ahora había sido el de Adam Waczynski. El polaco ha sido, sin duda, de lo mejor de la temporada convirtiéndose en uno de los mejores anotadores saliendo desde el banquillo. Un lujo para un equipo como el Casademont. Ese ha sido su rol la mayoría de los días, pero el pasado domingo fue titular frente al Gran Canaria. Con Mobley desaparecido, el Casademont se quedó de esa manera sin un recurso anotador desde el banquillo.

También Santi Yusta ha ido apareciendo y desapareciendo. La lesión le dejó fuera hasta diciembre y luego pasó el covid junto a Deon Thompson. Ponsarnau optó por darles la titularidad recién superado el coronavirus, cuando su físico aún no daba para una participación normal en el equipo. Después ha ido perdiendo protagonismo, desde los 20 minutos que solía tener a los pocos más de doce que jugó el pasado domingo. Por su parte, Aleix Font ha tenido un papel muy menor.

El juego interior es otro de los puntos débiles del equipo. Hans Vanwijn, otra de las grandes apuestas para este año, no ha terminado de funcionar en ningún momento y Ponsarnau ha ido alternando su titularidad con la de un Radoncic al que, al menos, no se le puede reprochar su esfuerzo y su intensidad. Mayores son los problemas en el cinco. Jaume Ponsarnau reconoce como propio el error del fichaje de McLean, cuyo físico ya no estaba para una Liga como la ACB, pero para reemplazarlo el club volvió a apostar por otro jugador pequeño, Deon Thompson, que siempre ha sido un cuatro. Pese a todo, sus números no son malos. Ponsarnau tampoco termina de ubicar a Hlinason, surtido de pocos balones para anotar y defendiendo lejos del aro a jugadores más pequeños, lo que le carga de faltas. Todo un lío.