SUCESOS EN ARAGÓN

El TSJA confirma la prisión permanente revisable contra los parricidas del Picarral

Los progenitores de la niña de dos años le torturaron diariamente hasta darle muerte

Un parricidio "dantesco" y lleno de irresponsabilidades

El padre de la niña asesinada en el Picarral: "Quiero que estos dos asesinos acaben toda su vida en la cárcel"

Cristian Lastanao Valenilla y Vanesa Muñoz Pujol, en la Audiencia Provincial de Zaragoza.

Cristian Lastanao Valenilla y Vanesa Muñoz Pujol, en la Audiencia Provincial de Zaragoza. / ANDREEA VORNICU

La Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) ha confirmado recientemente la condena de prisión permanente revisable que pesa sobre los parricidas del Picarral –Cristian Lastanao Valenilla (España, 1987) y Vanesa Muñoz Pujol (España, 1992)– por asesinar a su hija de dos años –Laia– al torturarla diariamente con un solo objetivo: darle muerte. Un jurado popular consideró probado, por un lado, que ambos quisieron matar a la pequeña y, por otro lado, que ninguno de ellos hizo nada por salvarle la vida en sus últimas 48 horas tras provocarle una peritonitis mortal como consecuencia de la sección del duodeno. Con la concurrencia de las agravantes de alevosía, ensañamiento y parentesco, el presidente del tribunal del jurado, el magistrado Alfonso Ballestín, sentenció que ambos pasarán el resto de sus vidas entre rejas.

Así lo había solicitado el ministerio fiscal y la acusación particular a cargo de Manuel Hatero a tenor de la prueba practicada durante el plenario. Especialmente contundentes se mostraron desde el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón cuando desenmascararon la tortura que sufría la pequeña al recibir duchas de agua fría, comer picante y ser fotografiada mientras colgaba de un clavo a más de dos metros del suelo. «La cara de pánico de la niña era terrible. Como Grupo de Homicidios es una de las caras más terrible que hemos visto», dijo el jefe de la unidad.

La autopsia reveló que el cuerpo de Laia presentaba más de un centenar de heridas (101) repartidas por todo el cuerpo. 73 eran recientes y 28 eran antiguas y a ello aludieron también los agentes al concretar que «parecía que lo habían centrifugado». Contra el fallo todavía cabe recurso de casación ante el Tribunal Supremo en el caso de que así lo estimen los abogados defensores de los parricidas, los letrados José Antonio Alonso y Teresa Font.

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