De década en década. Nació hace ya algo más de cuatro, en verano de 1977. Despuntó como precoz escritora hará poco más de 20 años y hoy en cambio, su breve novela Palas y Héctor (Acantilado) tiene regusto a tardía revelación. Entre medio, y hace justo ahora una década, solo otro libro más. «Rompo mucho de lo que escribo, por simple respeto a quien lo vaya a leer…. Cosas perfectamente publicables, pero que un día, de golpe, me resultan irrelevantes», afirma Jo Alexander con total convicción.

Dos cuerpos desnudos se entrelazan en la ilustración de la portada de este Palas y Héctor. La figura artística de Jo Alexander es sin embargo del todo impar. Rara avis por naturaleza, tan poco prolífica escritora a punto estuvo de saltar a la arena del estrellato pop. Y la música, a la que también inesperadamente ahora ha regresado, siempre está ahí de una u otra manera. «Yo a mí me veo como un músico que escribe» reconoce. «Cuando escribo una novela lo hago en clave musical: para mí es primordial el sonido de las palabras. Y como lectora me pasa lo mismo, no me interesa la literatura sin estilo. Me aburre, por buena que sea la trama».

Argumentalmente, Palas y Héctor es una convulsa historia de deseo y amor entre hermanastros que sobrepasa cualquier afecto fraternal. Se inicia cuando ella tiene 24 años y él solo 14, y no escatima pormenores de explícita sexualidad. «No tiene nada que ver con mi propia vida» asegura a pesar de que esté dedicada a su propio hermano, con quien no comparte sangre pero sí raza; ya que una y otro fueron sucesivamente adoptados por una familia catalana dedicada al negocio de las antigüedades. «En todo caso, si hay algo autobiográfico son las constantes citas musicales».

Los cuatro capítulos tienen nombres de míticos discos: de PJ Harvey, Rolling Stones, Guns N’Roses y Nirvana. «Títulos intrínsecamente relacionados con lo que se cuenta... Cuando escribes ficción es como si una parte de tu cerebro estuviera tramando para que todo adquiriera sentido».

Las citas a otras muchas canciones en determinados pasajes tampoco son anecdóticas. «Que la música suene casi literalmente en el libro era también un modo de estimularme. Como cualquiera que se dedica a esto sabe, lo más pesado de escribir es escribir. Idear cómo lo harás es fantástico, claro, pero darle forma puede llegar a ser muy arduo». Lo que no quita que ya esté preparando un libro nuevo. «Que no sé si tardará otra década o acabará en el container azul».

Y hablar tanto de música le ha empujado a volver a componer y recién publicar un EP de cinco de canciones, Girls Go Home; grabado en la misma escudería sonora que acoge a Love of Lesbian, Izal o Sidonie. Ya había sacado un disco indie-adolescente al frente del grupo Glamour y la escena cool de entonces determinó su sonado debut literario: Extrañas criaturas (Mondadori). De hecho, se le catalogó como cronista de los 90.