ARTE

El Visor de Chus Tudelilla: Aragón en 'La España incógnita' de Kurt Hielscher

El fotógrafo alemán recorrió la comunidad durante varias semanas

Fotografía de Kurt Hielscher.

Fotografía de Kurt Hielscher.

Chus Tudelilla

Chus Tudelilla

Grandes fueron las expectativas de futuro que, en la provincia de Huesca, suscitó la inauguración en 1928 de la Estación Internacional de Canfranc. Sin duda, el nuevo ferrocarril era el medio más eficaz para la difusión del turismo en la región, pero no el único, consideró Fidel Cabeza en su crónica para el diario oscense 'La Tierra' (8 diciembre 1928). Hacía falta más, y así lo demostraban las fotografías del alemán Kurt Hielscher: tenía que venir un extranjero, concluyó, «para que lleguemos a conocer lo que dentro de nuestra casa se encierra». Desde la publicación en 1921 del libro 'Das unbekannte Spanien: Landschaft, Baukunts un Volksleben' de Hielscher, que en España se tradujo con el título de 'La España incógnita', las sucesivas reediciones pusieron de manifiesto la necesidad de activar el conocimiento del territorio mediante la imagen y la escritura, siguiendo el ejemplo de tantos viajeros foráneos frente al inmovilismo de los españoles que «allí donde nacían, allí morían».

La mayoría de las fotografías que Hielscher seleccionó en su libro se habían publicado en 'La Esfera' (3 enero 1914-17 enero 1931), la mejor revista ilustrada de su tiempo, y la más cara también. El nº 74, correspondiente al 29 de mayo de 1915, incluye el reportaje fotográfico Paisajes de la guerra. Las paradojas de Esmirna, una de las primeras colaboraciones de Hielscher a la que siguieron fotografías de monumentos, paisajes y costumbres en las diferentes secciones de la revista que, con diferentes nombres, tenían el propósito de mostrar la belleza y monumentalidad de un país que encajaba a la perfección con la imagen romántica, idealizada y pintoresca que de España tenía el viajero alemán.

 La Primera Guerra Mundial motivó la presencia de Kurt Hielscher (Strzegom, Polonia, 1881-Lichtenstein, 1948) en nuestro país. El viaje que, al parecer, había realizado en 1911 pudo animarle a regresar para alejarse de la guerra; si bien, en el prólogo a su libro -escrito tras su regreso a Alemania en 1920-, insiste en que el estallido del conflicto le obligó a permanecer involuntariamente en España, donde se encontraba con motivo de una estancia de estudios. Sea como fuere, Hielscher decidió quedar a salvo en un país neutral, e hizo de la fotografía su medio de vida que, desde muy temprano, obtuvo la admiración de algunos de los representantes más destacados de la cultura y del arte.

Kurt Hielscher.

Kurt Hielscher.

Luis de Hoyos Sáinz, pionero de los estudios de etnografía en España e impulsor en 1925 de la Exposición del Traje Regional e Histórico, había utilizado fotografías de Hielscher en sus estudios y clases del Seminario de Etnografía y Arte de la Escuela Superior de Magisterio de Madrid. Pradilla alabó el exquisito gusto artístico del alemán, y Sorolla confesó que sus fotografías habían sido verdadera revelación para sus pinturas, «pues he visto a España con intensidad artística». Para Zuloaga, las fotografías notificaban que su autor era una de las personas que mejor conocían «a nuestra España desconocida». No ha de extrañar que Archer Huntington comprara en 1923 una selección de 1.600 fotografías de Hielscher a Berthold Hemme, marchante alemán establecido en Nueva York, para enriquecer los fondos de la Hispanic Society.

Un apasionado de España

Obligado o no, Hielscher aprovechó su estancia en España durante un tiempo en guerra para recorrer un país que le fascinaba y obtener, a través de la fotografía, la imagen de la emoción artística que cada lugar le suscitaba. «Durante mis solitarias peregrinaciones fue siempre mi cámara Ica mi inseparable y fiel compañera. Más de 45.000 kilómetros hemos recorrido en el suelo de España. Nuestros ojos, el mío y el objetivo Zeiss de mi cámara, han mirado con atención cuanto ante ellos se presentó. Todo lo que visto por mis ojos cautivó mi espíritu ha quedado fijado para siempre en la cámara fotográfica, y más de 2.000 fotografías he tomado durante mis correrías», escribió en el extenso prólogo que, a modo de «diario de viaje», introdujo las diferentes ediciones de su libro 'Das unbekannte Spanien', dedicado a Alfonso XIII.

Y aunque sus fotografías no respondían a encargos previos, se publicaron en las revistas ilustradas del grupo Prensa Gráfica al que pertenecía La Esfera, y en 1917 se mostraron en la exposición individual celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Valencia, y en la II Exposición anual de fotografías de montañas españolas que la Sociedad Peñalara presentó en el saloncillo del Ateneo de Madrid.

En 1920 Hielscher regresó a Alemania y a fines de año el Museo de Artes e Industrias de Berlín expuso una importante selección de las fotografías que había realizado en España. La Esfera (1 diciembre 1920) se hizo eco del acontecimiento, a cuya inauguración asistieron el embajador de España en Berlín, Pablo Soler y Guardiola, y el representante de los Ministerios y de la Prensa, Gil Delgado. El interés estratégico de Alemania por España favoreció el éxito de la exposición que, tras prorrogarse unas semanas, se presentó en varias ciudades alemanas, en las que Hielscher fue invitado a impartir conferencias con proyección de imágenes.

Alquézar.

Alquézar.

En 1921 la editorial Ernst Wasmuth de Berlín publicó 'Das unbekannte Spanien'. El éxito de la publicación en castellano, a cargo de E. Canosa de Barcelona, continuó en las siguientes reediciones, muy elogiadas por la prensa. El 21 de octubre de 1928 el diario El Sol publicó el artículo de Luis Bello sobre la obra de Hielscher que quiso destacar, entre los numerosos libros de viaje y de arte dedicados a España a cargo de ingleses y alemanes, por la extraordinaria calidad de los fotograbados que hacían del libro un objeto de arte y la sensación nueva, pintoresca o dramática que se ofrecía en cada imagen, así como por la perfección del conjunto que «parece haber ido fluyendo espontáneamente y naturalmente, sin más esfuerzo para su captura que el de ir eligiendo los motivos, separando las repeticiones y dejando las notas más singulares». Sus fotografías, Hielscher quiso advertirlo en la presentación del libro, «deben hablar ellas mismas, y mucho tendrán que decir al que sepa interrogarlas».

El deseo de conjugar lo conocido y lo desconocido en imágenes singulares guió la difícil selección de las 304 imágenes que cartografían 'La España incógnita' de Hielscher, en la que Aragón está representada con fotografías de Albarracín y sus «casas suspendidas sobre el abismo como nidos de golondrinas», Daroca «protegida por dos montañas, sobre las cuales trepa audaz el muro de defensa», Tarazona, Zaragoza, Alquézar, Bielsa, San Juan de Plan y los Pirineos. Quedaron fuera Jaca, Calatayud, vistas de la ciudad de Zaragoza o de los alrededores del Monasterio de Piedra... reproducidas en La Esfera. En 1930, Luis G. de Valdeavellano siguió defendiendo que La España incógnita valía por muchos discursos o artículos de propaganda sobre España; el país de lo imprevisto, en palabras de Richard Ford.  

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