El Visor de Chus Tudelilla: el fotógrafo Jean Laurent a su paso por Zaragoza

La estancia en Zaragoza de la compañía J. Laurent y Cía, en junio de 1877, tenía el propósito de completar el catálogo gráfico de la ciudad. El fotógrafo también retrató a los campesinos que las diputaciones provinciales enviaron a Madrid para festejar la boda de Alfonso XII con María de las Mercedes

Cheso y chesa, Valle de Ansó (imagen de 1878).

Cheso y chesa, Valle de Ansó (imagen de 1878).

Chus Tudelilla

Chus Tudelilla

El 19 de junio de 1877, el 'Diario de Avisos' de Zaragoza informa de que Mr. Laurent, el conocido y acreditado fotógrafo de Madrid encargado de reproducir los monumentos artísticos de España, «se encuentra hace tres días en esta capital fotografiando el magnífico patio de la casa llamada de la Infanta, en donde se halla establecido el casino-liceo». Al día siguiente, el mismo periódico anuncia que Laurent saldrá de Zaragoza por la noche, con destino a Madrid. Y el 21 de junio, la redacción del diario felicita al rector de la Universidad, Gerónimo Borau, por haber adquirido para la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza una colección de 96 vistas fotográficas de Zaragoza, «admirablemente tomadas de su conjunto, de sus monumentos, de las principales obras de arte que estos encierran» por el distinguido artista señor Laurent, «cuyos magníficos álbumes de reproducciones del arte español son conocidos y elogiados en toda la Europa culta». No pasó inadvertida en prensa, como se creía y ahora leemos, la estancia de Laurent en Zaragoza, siempre acompañado de su carro-laboratorio, como da testimonio una muy conocida fotografía.

De 1861 es la noticia más antigua que se conoce de la presencia de J. Laurent (Garchizy, 1816-Madrid, 1886) en Aragón; corresponde a su firma en el álbum de recuerdo de la hospedería del Monasterio de Piedra, adonde llegó para fotografiar el estado del terreno donde habrían de realizarse las obras del tramo ferroviario entre Alhama y Ricla, correspondiente a la línea Madrid-Zaragoza. Los numerosos contratos que Laurent recibió de las compañías ferroviarias y de empresas de obras públicas le abrieron un horizonte de trabajo insospechado en un país dispuesto a modernizarse, sin abandonar la tradición.

Sus fotografías darían testimonio de esa imagen de conciliación perfecta, tan del gusto nacional e internacional. Laurent, y sus socios, empleados y comisionados, recorrieron España en tren con el ánimo de elaborar un completo catálogo de vistas de ciudades, monumentos, obras de arte y tipos populares junto a las nuevas obras que modificaban el paisaje y modernizaban el país. Una tarea ingente que compatibilizó con la galería de retratos de los personajes más conocidos de su época, comercialmente tan exitosa como el resto de sus fotografías. En junio de 1863, por ejemplo, con motivo de la representación en Zaragoza de la obra 'Caterina de Medici' se pusieron a la venta, en el Teatro Principal, retratos realizados por Laurent de la actriz, de grupos de las principales partes de la obra y de la reina Isabel II.

La estancia en Zaragoza de la compañía «J. Laurent y Cía.», en junio de 1877, tenía el propósito de completar el catálogo gráfico de la ciudad, y quizás pudo coincidir con el encargo de la Comisión de Monumentos de la ciudad para elaborar un álbum con destino a la sección Arte Retrospectivo de la Exposición Universal de París que habría de celebrarse en 1878. Algunas de las fotografías del álbum las realizó el zaragozano Manuel Hortet y Molada y el resto la compañía de Madrid, entre ellas capiteles y yeserías procedentes de la Aljafería, y diferentes vistas del patio del Museo de Zaragoza que, entre 1845 y 1894, tuvo su sede en el monasterio de Santa María de Santa Fe.

Interés por la etnografía

El interés por la etnografía, referente de las futuras Exposiciones Universales, motivó que la sección 'Arte Retrospectivo' se dividiera en la de 1878 en dos apartados: Arte antiguo o retrospectivo (arqueología) y Ciencias antropológicas. Francisco María Tubino y Oliva, miembro de la Real Academia de San Fernando y secretario de la Sociedad Antropológica de España, fue el responsable de organizar la presencia española. A la ausencia de un proyecto histórico-arqueológico nacional se achacó la debilidad de la sala de arte retrospectivo, frente a las novedades que la iniciativa privada, a través de diferentes asociaciones científicas, presentó en la exposición de antropología. En definitiva, que la muestra de arte retrospectivo -subdividida en tres salones: de Carlos V, de Goya y etnográfico-, resultó decepcionante, como quiso dejarlo claro José Emilio de Santos, comisario delegado y redactor de la memoria oficial del certamen de 1878: «Pocos países hubieran podido presentarse en la palestra con más solemne majestad, riqueza y esplendor, que la nación española».

También hubo comentarios elogiosos, como la carta de Alfredo Escobar que la «Ilustración Española y Americana» publicó el 30 de julio de 1878. Escobar centró su crónica en la colección de fotografías de tipos e indumentaria de las diferentes regiones españolas realizada por la compañía de Laurent a iniciativa de Tubino. Hacía tiempo que Laurent había fotografiado tipos populares, primero en su estudio y luego en los diferentes territorios adonde acudía; de hecho, indica Javier Rodrigo del Blanco, su catálogo comercial de 1872 incluye 121 imágenes tomadas del natural, la mayoría por Julio Ainaud, uno de sus comisionados. Pero fue entre los días 23 y 25 de enero de 1878 cuando Laurent fotografió a instancias de Tubino a los campesinos que las diputaciones provinciales enviaron a Madrid para festejar la boda de Alfonso XII con María de las Mercedes.

Reivindicar su legado

La idea de Tubino contó desde un principio con todos los apoyos gubernamentales. «Laurent, el fotógrafo de los monumentos de España, contribuye a la perfecta realización del pensamiento con el entusiasmo de un artista». Enmarcadas e iluminadas a la acuarela, las fotografías protagonizaron la aportación española al capítulo de la etnografía pues, no en vano, como sabía Tubino, la importancia de la colección superaba los intereses particulares de los diferentes ámbitos de estudio e investigación por tratarse de una aportación fundamental para la ciencia y la historia de la civilización. Quiso Escobar recuperar también la opinión de Raimundo de Madrazo, para quien, en adelante, ningún pintor podría obviar esa colección de fotografías y la crítica solo tendría que repasar sus obras para echar abajo las que no se presenten vestidas con propiedad de nuestros tipos populares; asimismo, dijo, la necesitarán los escritores, los viajeros y los hombres de ciencia.

En 1894 las fotografías ingresaron en el Museo Arqueológico Nacional, donde se conservan las de ocho tipos populares de Aragón: tres zaragozanos y una zaragozana; un cheso y una chesa; una fragatina y un fragatino. Posan individualmente, en espacios interiores decorados con forillos pintados, más o menos sencillos, con balaustradas y fondos ficticios de paisajes arbolados.

El pasado año el Ministerio de Cultura y Deporte puso en línea el legado de Jean Laurent, a iniciativa del Museo Nacional del Romanticismo y la Subdirección General de Museos Estatales, con la financiación del Plan Nacional de Fotografía que coordina el Instituto de Patrimonio Cultural de España. La publicación de su catálogo digital es, sin duda, una de las mejores noticias que podemos recibir de un archivo por lo mucho que significa para el conocimiento, el estudio y la investigación de sus fondos. Pero, lamentablemente, la iniciativa se ha visto enturbiada tras conocerse las nefastas consecuencias derivadas de la mala conservación del archivo.  

Suscríbete para seguir leyendo