HOMENAJE A UN PROFESOR ARAGONÉS

José-Carlos Mainer llena su Caja de las letras en el Instituto Cervantes

El catedrático zaragozano dona primeras ediciones de sus libros, cartas, apuntes y un cuchillo

José-Carlos Mainer, el tercero por la derecha, junto a su legado que ha depositado en la Caja de las letras.

José-Carlos Mainer, el tercero por la derecha, junto a su legado que ha depositado en la Caja de las letras. / EL PERIÓDICO

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Ya reposa su legado junto a nada más y nada menos que una de las frases que dejó Miguel de Cervantes para la posteridad: «El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho». En la caja 1.418 de la cámara acorazada del Instituto Cervantes en Madrid ya reposa el legado del catedrático, historiador de la literatura y crítico literario español, José-Carlos Mainer Baqué tras un acto en el que ha intervenido el director del centro, Luis García-Montero. Como testigos de la donación de esta Caja de las letras ejercieron Dolores Albiac, Pedro Álvarez de Mirada, Jordi Gracia y Araceli Iravedra.

El profesor Mainer, visiblemente emocionado, ha explicado que era «inevitable que su legado fuera literario» y que el mismo contaba con dos ejes vertebradores: «la juventud y esos pequeños apuntes que luego tuvieron más desarrollo y se convirtieron en grandes obras». Por eso, en su Caja de las letras están incluidos tres de sus primeros libros como 'Regionalismo, burguesía y cultura'; 'La Edad de Plata'; 'y Atlas de la literatura latinoamericana', «una de mis primeras cosas que hice con mucha ilusión», ha revelado el profesor. Junto a ello, también ha depositado lo que él ha definido como «cartas con amigos que pertenecieron a mi promoción, si bien ellos fueron autores literarios yo fui su crítico vigilante». Hay misivas de Javier Marías, Eduardo Mendoza y José María Merino, entre otros.

El legado de José-Carlos Mainer incluye también apuntes que utilizó para su oposición.

El legado de José-Carlos Mainer incluye también apuntes que utilizó para su oposición. / EL PERIÓDICO

Apuntes de la oposición y un cuchillo

Junto a esto, la caja también incluye «los apuntes de cuando oposité entre los que hay unos apuntes sobre el siglo XVIII que tomé a prisa y corriendo» y la gran sorpresa del legado, un cuchillo. Algo que ha explicado convenientemente Mainer, «una vez que el delito ya ha prescrito», ha bromeado. «Es un hurto que cometí hace 60 años del comedor de la Universidad María Cristina de El Escorial que primero estuvo en mi comedor y que en los últimos años lo usaba como plegadera. Estaba dentro de un jarrón de cerámica en mi mesa de trabajo».

En definitiva, «parte de mi vida, parte de algo que he querido hacer y decir y de algo que me ha gustado. He podido convertir algo muy mío y personal y trasladarlo a hojas para poder compartir mis lecturas y discutir sobre ellas».

A continuación, tras recibir una de las llaves que custodian su caja (la otra se la queda la institución) y de introducir el legado en su lugar, se ha celebrado una mesa redonda con María Dolores Albiac y Jordi Gracia, moderada por Araceli Iravedra. que sirvió para rendir homenaje al zaragozano José-Carlos Mainer, cuyo legado ya reposa en el Instituto Cervantes junto al de otros como Francisco Ayala, Joan Margarit u otro aragonés, Víctor Ullate. Ya lo ha dicho Luis García Montero: «Pocos profesores tienen el alto número de alumnos y discípulos que tiene José-Carlos Mainer siguiendo su magisterio». 

EL APUNTE

Un chaleco, un reloj y un anillo, el legado de Ullate

José-Carlos Mainer se ha convertido en el segundo aragonés que llena una de las Cajas de las letras del Instituto Cervantes de Madrid. El primero fue Víctor Ullate hace ya doce años, en 2011, que fue el primer bailarín español que cedía su legado al centro. El zaragoza legó un chaleco con el que interpretó ‘El Madrid de Chueca’ con el Ballet Nacional en 1982; un reloj que perteneció a su abuelo, y un anillo de su padre. Estos tres objetos tan personales, explicó, representan el tiempo físico, el tiempo mental y la parte emocional de la vida, respectivamente. Todo ello lo depositó en la caja de seguridad número 1.560, que se abrirá el 6 de junio del año 2161. «Con el trabajo se consigue todo en la vida; a mí me ayudó a lograr un sueño con el que soy profundamente feliz: la danza”, dijo Víctor Ullate, premio Nacional de Danza (1989), medalla de Oro de las Bellas Artes (1996) y premio Max de Honor (2008). Le acompañaron en ese emotivo acto su familia –entre ellos su hijo Víctor, también bailarín- y un nutrido equipo del Víctor Ullate Ballet de la Comunidad de Madrid que él mismo fundó y que se disolvió hace unos años. Aunque Víctor Ullate fue el primer bailarín español que dejó un legado en el Cervantes, la danza femenina ya estaba representada por la cubana Alicia Alonso.