TURISMO EN ARAGÓN

El Renacimiento se convierte en el eje de una nueva ruta por Tarazona para este otoño

La programación turística incluye piezas arquitectónicas visitables como la Catedral de Santa María, el Palacio de Eguarás o el exconvento de San Francisco

La Catedral de Santa María de la Huerta, conocida como 'la Capilla Sixtina del Renacimiento Español', es el eje de esta nueva ruta turística de otoño.

La Catedral de Santa María de la Huerta, conocida como 'la Capilla Sixtina del Renacimiento Español', es el eje de esta nueva ruta turística de otoño. / AYUNTAMIENTO DE TARAZONA

El Periódico de Aragón

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Redescubrir el legado renacentista que alberga la ciudad del Queiles es la propuesta que lanza la Fundación Tarazona Monumental para este otoño. Un viaje por la arquitectura, el arte y la historia del siglo XVI cuyo exponente máximo es la Catedral de Santa María de la Huerta, apodada ‘la Capilla Sixtina del Renacimiento español’. “Esta es la principal parada de la nueva ruta renacentista de Tarazona, pero no la única: el Palacio Episcopal, el exconvento de San Francisco o el propio Ayuntamiento son ejemplos maravillosos de la impronta que dejó este importante movimiento cultural en Tarazona”, asegura el gerente de la Fundación, Julio Zaldívar.

En el siglo XVI Tarazona experimentó un importante desarrollo económico y alcanzó relevancia política y religiosa. En el plano artístico, importantes mecenas y artistas, como el pintor italiano Pietro Morone, afincado en la comarca del Moncayo, o Alonso González elevaron a Tarazona como una ciudad pionera en sus aportaciones de estilo renacentista.

La Catedral de Santa María de la Huerta es una auténtica joya del Renacimiento en Aragón. Sus orígenes se remontan al siglo XIII y en ella conviven los estilos gótico francés y mudéjar con elementos renacentistas únicos en Europa. Los primeros ejemplos de esa nueva estética pueden verse en el púlpito y algunos sepulcros y retablos. Pero lo que convierte a la catedral de Tarazona en la Capilla Sixtina del Renacimiento Español es la ornamentación interior del cimborrio y la bóveda de la capilla mayor, que corresponde ya al Renacimiento pleno y que salió a la luz después de casi 30 años de trabajos de restauración.

Realizada por Alonso González, introdujo novedades sólo vistas hasta el momento en la Capilla Sixtina de Roma, que llegaron a Tarazona gracias a la influencia de Pietro Morone. Se trata de las grisallas, pinturas en tonos grises que simulan el relieve de las esculturas en las que predomina la desnudez. En ellas aparecen personajes bíblicos como Adán y Eva, pero también – y esto es un hecho insólito – seres mitológicos, como Apolo, Venus y Baco. Estas escenas desnudas, únicas en una catedral europea, colocaron a la ciudad a la vanguardia del Renacimiento.

Un centro artístico del Renacimiento

La ruta histórico-artística sobre la Tarazona renacentista se completa con otros edificios monumentales, como el Palacio de Eguarás, el exconvento de San Francisco con sus interesantes y valiosas obras o la fachada del Ayuntamiento y sus elementos renacentistas.

Por otro lado, el Palacio Episcopal, enclavado entre la morería y la judería, en la línea de lo que sería la muralla de la ciudad medieval, constituye una de las estampas más reconocibles de Tarazona con su peculiar fachada volada hacia el río. Esta antigua fortaleza musulmana pasó a ser un castillo medieval y se convirtió después en un magnífico palacio renacentista. El patio, la escalera noble y el salón de los obispos, todo según diseño de Pietro Morone, son grandes exponentes del estilo renacentista en la ciudad.

Un vistazo a Tarazona

Existe la posibilidad de realizar visitas a estos monumentos de martes a domingo. Pueden consultarse todos los horarios en la plataforma web de Tarazona Monumental. Tarazona es, sin duda, la escapada perfecta para los próximos meses; una mezcolanza de patrimonio, historia y arte que se enmarca en un espectacular entorno natural a los pies del Moncayo. Una ciudad que ha conservado el pasado en sus calles, testigos de las culturas cristiana, judía y mudéjar, que le han aportado esa variopinta y rica idiosincrasia propia.

La ciudad que enamoró a Bécquer, que anduvo por la comarca y escribió sobre ella en 'Cartas desde mi celda' durante su estancia en el Monasterio de Veruela, ofrece innumerables oportunidades para hacer disfrutar al viajero este otoño, con un viaje a través de los siglos que congela el tiempo en los inicios del siglo XVI.