MÚSICA

Los discos de Javier Losilla: Canciones del solar de los atrevidos

Emociona, en un negocio marcado por la uniformidad y la ausencia de riesgo, encontrarse con creadores que se comen los cánones a dentelladas 

Residente ha publicado 'Las letras ya no importan'.

Residente ha publicado 'Las letras ya no importan'.

Javier Losilla

Javier Losilla

Gracias sean dadas a Rubén Blades y a Willy Colón por su disco 'Canciones del solar de los aburridos' (1981), título glorioso que ha servido de inspiración al titular de este compendio de revulsivos músicos / as que creen que la audacia es algo más que un sustantivo con muchos sinónimos.

Hacía siete años que Residente, el cotorreador puerrtorriqueño que junto con su hermanastro Visitante arrasó con Calle 13, no publicaba disco en solitario. Debutó con un soberbio trabajo sobre su ADN musical, y ahora, tras editar algunas canciones sueltas, ha armado su regreso con el paradójico título de 'Las letras ya no importan' (Sony). Cierto es que la pieza que le da nombre es prácticamente instrumental (se trata de la reinterpretación de un fragmento de la obra 'Einstein on the Beach', de Philip Glass), pero en el conjunto del trabajo los textos sí que importan, y mucho. Desde esas rimas características del rap en las que el artista mide con sus contrincantes el tamaño de... su cerebro, hasta escrituras sinceramente confesionales, pasando por arengas comprometidas con la realidad que nos circunda, Residente es una máquina de producir sentido. Una máquina deseante sin freno. 

Además, 'Las letras ya no importan' es musicalmente un soberbio recorrido musical con bases arrolladoras y tránsitos que cabalgan el hip hop, el rock, la electrónica, el Caribe, la música árabe... Sílvia Pérez Cruz, SFDK, Nino Freestyle, Busta Rhymes, Amal Murkus, Ibeyi, El Aldeano, Rauw Alejandro, Arcángel (no el cantaor, ojo), Big Ddady, Vico C, Christian Nodal, Ricky Martin, Jessie Reyez... El plantel de colaboradores y su variedad estilística es impresionante (hasta Penélope Cruz se marca un recitado), y el resultado, que decae un poco en la segunda mitad del álbum hasta la recuperación final con la ya muy conocida 'René', que cierra Rubén Blades, es soberbio. Residente, quien parece deprimido por el paso del tiempo, ha facturado un singular relato de amor y vida. Y a su puta bola, oiga.

Perrate y Shabazz Palace

En 'Tres golpes', su disco de 2022, Perrate, ese cantaor tardío que aúna en su garganta lo ancestral y lo de mañana, cantó por tonás 'Karavante', el seminal poema fonético de Hugo Ball, recitado por su autor en el muy dadaísta Cabaret Voltaire, en Zúrich, en 1916. Bien, pues la primera palabra de esa composición es 'Jolifanto' (Lovemonk), que ahora titula el álbum que Perrate ha grabado con ese dúo, paradigma de la perturbación, que responde por Za! (Edi Pou y Pau Rodríguez). Diríase que el encuentro entre el cantaor de Utrera y la pareja de Barcelona tiene un cierto componente ritualista; o sea, como la confluencia de dos pasos en la noche de la Semana Santa, sevillana o no. Recurriendo al refranero, se han juntado el hambre con las ganas de comer. El resultado es como la explosión de una supernova: el origen y la furia, la conjunción liminal de los extremos. La releche. La negritud y la hondura de Perrate, en danza con el rock desbocado, la electrónica de lija , el jazz punzante , las percusiones de yunque y todo lo demás de Za! Para los dadaístas, la poesía fonética suponía tanto la destrucción como la salvación del lenguaje. Perrate y Za!, Za! y Perrate destruyen lo superfluo, lo banal, y salvan lo que de verdad importa en el arte: el mazazo, el puñetazo en la nuca que nos mantiene en vilo.

Inasequible al desaliento, Shabazz Palace (Ismael Butler, o sea, de Digable Planets) ha llevado y lleva el rap a una dimensión en la que los elementos constitutivos de ese universo no responden a la lógica del giro de los planetas sino al caos controlado de una galaxia en ebullición. Enlazado, de alguna forma con 'Robeb In Rareness', su disco de 2023, 'Exotic Birds Of Prey' (Sub Pop / Popstock!), su reciente grabación de siete canciones, es una cascada de sonidos cósmicos, p-funk, electro y retazos de punk del siglo XXI. Temas como 'Goat Me' te vuelan la cabeza, y tributos, es un decir, a Krafwerk, como 'Take Me To The Leader', reafirman el talento de quien entiende que el afrofuturismo está más allá de Orión. 

No se asuste y Ngwana Son Systéma

En 'La tierra es plana' (2022), Paco Muñoz, quien responde artísticamente por No se asuste, jugueteó con garbo con la electrónica setentera, la jota, el tecno-pop, lo caribeño... El mejunje le quedó más que apañado, en músicas y letras. Ahora No se asuste vuelve a la carga con una alegoría del paso de la adolescencia a la madurez. De ahí que su nuevo y reciente álbum lleve el título de una novela de Jack London: 'Colmillo blanco' (Autoeditado). Sí, aquí también confluyen músicas diversas, pero conforman un mosaico homogéneo por la brillantez de los arreglos y lo inteligente de la producción. Varios músicos han puesto su valía al servicio de esta delicia, en la que se nos dice, por ejemplo: «Mi amor es cruel como febrero en Teruel».

Más allá del soukous, del zagué y de la electrónica ruda, el grupo congoleño Ngwana Son Systéma, cuyos fundadores Love Lokommbo y Bom’s Bomolo militaron en Kokoko!, ha registrado en 'Iboto Ngenge' (Eck Echo) un revulsivo sonoro que enlaza con la champeta y otros derivados de la africanía, y agita las calles de Kinshasa. Diríase que esta pareja recupera aquello que Kokoko! abandonó.

Guitarras, sintetizadores y programaciones dan forma al trabajo de Marina Gallardo, cantante cuyas letras emparentan, en forma y fondo, con el cancionero lorquiano. 'Cómo pasa el tiempo' (Plan B Records), su quinto álbum, es paradigma de búsqueda, experimentación y una sutil y contemporánea conexión flamenca. 

Suscríbete para seguir leyendo