El autocar del Real Zaragoza fue apedreado ayer por un grupo de hinchas radicales de Osasuna, posiblemente de la peña Indar Gorri, poco después de iniciar el viaje de regreso a la capital aragonesa. El incidente se produjo a unos 28 kilómetros de Pamplona, cerca del término municipal de Tafalla, cuando el autobús de la expedición zaragocista circulaba ya por la autopista A-68 y los furgones de la fuerzas de seguridad habían abandonado la vigilancia del mismo. Fuentes consultadas señalaron que dichos aficionados podían estar esperando el paso por ese punto del autocar con el que habían realizado el desplazamiento los componentes de la peña Ligallo Fondo Norte, que acoge a los seguidores ultras del Zaragoza y con el que mantienen una tensas relaciones desde hace varias temporadas los Indar Gorri.

Una de las piedras lanzadas por los hinchas radicales de Osasuna rompió la luna de la puerta de entrada al autocar del Real Zaragoza e hirió levemente en la cara a Pedro Matamala, uno de los conductores que realizaron el viaje con la expedición zaragocista hasta Pamplona y que se encontraba sentado en el asiento destinado al copiloto, cuando el vehículo era conducido por su compañero Francisco Peiró. Esa circunstancia hizo que el autobús tuviera que estar parado durante algunos minutos en la citada autopista. Justo el tiempo necesario para que hiciera aparición una dotación de las fuerzas de seguridad. Poco después, el autocar emprendió el viaje de regreso hacia Zaragoza y fue acompañado de nuevo durante algunos kilómetros por dos furgones policiales para evitar que pudieran producirse nuevos ataques.

SUSTO SIN DAÑOS La expedición del Real Zaragoza llegó a la capital aragonesa pasadas las once de la noche con el consiguiente susto entre sus componentes por el apedreamiento sufrido por el autobús, pero sin que ninguno de ellos hubiera sufrido daños físicos. "Nos hemos llevado un buen susto, pero por suerte todo ha acabado bien. Este tipo de cosas son muy desagradables", señaló un miembro de la expedición. El único herido leve que hubo en el incidente fue Pedro Matamala, uno de los conductores, que resultó alcanzado en la cara por algunos de los cristales que se desprendieron al romperse una luna. No es la primera vez que el Zaragoza se ve envuelto en un hecho de este tipo en un desplazamiento a Pamplona.