Desde el 16 de octubre Romaric ha hecho un plan específico con varios días de dobles sesiones que acabó ayer, cuando se limitó ya solo a hacer el trabajo del grupo, sin ningún complemento extra. "Ha sido una semana dura, pero he notado para bien ese trabajo, aunque ahora ando un poco cargado por ese mayor entrenamiento, pero eso es lógico", explica.

En todo caso, su baja ante el Granada muy fue bien cubierta por José María Movilla y sabe que su retorno el domingo ante el Sevilla puede tener como destino inicial el banquillo, salvo que Jiménez lo sitúe en la mediapunta, el puesto que Romaric siempre ha dicho que es su preferido. "Es importante que los compañeros hagan las cosas bien cuando tienen la oportunidad, porque eso refuerza la competencia. Si el míster decide que sea suplente, lo único que puedo hacer es trabajar, entrenar y luchar. Ni yo ni nadie tiene el sitio fijo", dice el jugador, quien añade: "Estoy más cómodo de mediapunta. Me gustaría jugar por delante de Apoño".

Asegura que no tiene la espina clavada con el Sevilla tras su paso por allí, pero sí tiene otra espina que sacarse, la de su roja ante el Getafe en el minuto 9 en el último partido en La Romareda: "Tengo la necesidad de quitar ese mal sabor de boca de la expulsión ante el Getafe y que la gente pueda ver al mejor Romaric cuanto antes. Quiero devolver a la gente y al club la confianza que han tenido en mí".

Romaric llegó al Sevilla en el 2008 como una apuesta fortísima para la medular de Nervión, con más de ocho millones de por medio. Sin embargo, salvo en su primera temporada y a las órdenes de Manolo Jiménez, su pasó por el club sevillista arrojó muchas más sombras que luces y hasta estuvo en el punto de mira de la grada en algunas ocasiones. Este domingo, el costamarfileño se mide al que fue su equipo cuatro años, si bien uno de ellos estuvo cedido al Espanyol, y lo hace, asegura, sin ánimo de revancha tras salir en julio pasado de ese club. "No hay sentimiento de revancha, ni nada de eso. Viví mucho ahí, di todo lo que supe y pude. A veces lo hice bien, otras mal, pero ya se acabó esa etapa. Solo es un partido especial, bonito, porque me encuentro a mis excompañeros y yo he vestido esa camiseta, pero nada más. Yo quiero ganar por el Zaragoza", asegura el centrocampista, que la temporada pasada no pudo medirse al Sevilla con el Espanyol por la cláusula que había en su contrato de cesión al club catalán.

VIVIR EL PRESENTE En todo caso, Romaric es consciente de que no triunfó en el Pizjuán, de que el sevillismo pudo ver muy poco de lo que puede ofrecer como jugador: "Esa sensación de poder haber triunfado en el Sevilla y no haberlo hecho claro que la tengo, pero ahora lo que quiero es triunfar en el Zaragoza. El Sevilla es pasado, ya no importa. Miro para adelante y el presente es Zaragoza", explica, no sin reconocer su agradecimiento a su exequipo. "Siempre les estaré agradecido. Aprendí bastante con ese club, con esa afición, y esa enseñanza me va a valer de mucho. Todo ese aprendizaje me sirve para hacer las cosas mejor en el Zaragoza", destaca.

Con 14 puntos en ocho jornadas el Sevilla ha empezado la Liga a buen nivel, más en su feudo que fuera de casa, pero en todo caso ocupando ya una plaza europea, como es su objetivo: "Están haciendo un buen inicio de temporada y me alegro por ello. Son un buen equipo, fuerte, difícil de superar y con futbolistas de mucho nivel arriba. Navas y Negredo son dos jugadores peligrosos, de los que marcan la diferencia", avisa Romaric.

En todo caso, el centrocampista costamarfileño pone el énfasis en sus excompañeros en la medular: "Cuenta con muy buenos centrocampistas. Raki tiene mucha llegada y hay que vigilarlo bien. Medel es agresivo y fuerte, muy importante para sujetar al equipo, aunque también le gusta llegar, y Maduro está haciendo bien las cosas", explica, aunque no le va a tener que pasar ningún informe a Manolo Jiménez sobre el conjunto sevillista: "El primero que conoce todo del Sevilla es nuestro míster, poco le puedo aportar más yo en eso", sonríe.