Progresa el Real Zaragoza, lo hace en el momento crucial, cuando tiene que luchar por cerrar la sexta plaza, el único objetivo, para el que ahora y tras la derrota de la Ponferradina tiene tres puntos de renta y con el average a favor. Es decir, cuatro, cuando restan cinco citas. Esa progresión, ratificada con la victoria ante el Albacete, no es para tirar las campanas al vuelo, claro, pero al menos se ve un Zaragoza con más enjundia que hace unas semanas, cuando firmó aquella trágica racha de una victoria en 10 jornadas. Ahora suma dos en tres citas y siete puntos de nueve. Ante el Albacete el equipo tuvo más pegada, contó con la alianza de la fortuna en momentos claves y firmó una victoria más tranquila en el marcador que distancia hubo entre los equipos en el césped.

El caso es que el Zaragoza ganó en un día de recuerdos, con la grada deseando celebrar más los 20 años de la gloriosa Recopa de lo que el club quiso hacer al final. Pero, fuera por ese espíritu de aquella gesta o por otro motivo, la afición estuvo muy enchufada con su equipo, llegando en la segunda parte hasta hacer la ola en La Romareda y hasta a cantar el himno con una fuerza que hace tiempo no se recordaba. No es que el fútbol del Zaragoza diera para eso, no es que la excelencia llegara a ese punto, ni muchísimo menos, por lo que es palmario que el zaragocismo tiene ganas de empujar a los suyos, de tenderles la mano a poco que le ofrezcan.

El Zaragoza recuperó ante el Albacete la pegada que ha mostrado en muchos momentos del curso y que llevaba un tiempo algo más extraviada. Es esa pegada que implica que el fútbol del equipo no hace falta que sea excelso, porque nunca lo es, para ganar. Eso, la fortuna en alguna decisión arbitral, como el penalti de Dorronsoro a Borja, y en acciones como el gol de rebote de Fernández después de que el Albacete acortara distancias con otra pena máxima que no fue y la endeblez de la zaga manchega explican un triunfo imprescindible, tres puntos de oro.

Arrancó bien el partido el Zaragoza, donde la grada hizo muchos más recuerdos a la Recopa que el club y estuvo entregada desde el saque de centro. Tanto que el equipo no tardó en entrar en el pleito, presionando bien la salida de balón del Albacete. Un robo de Basha propició la asistencia de Galarreta a Borja y el penalti de Dorronsoro. El meta le sacó el balón al ariete, que había arrancado en ligero fuera de juego, pero Areces Franco vio legal la jugada y el Zaragoza, al convertir Borja la pena, se puso por delante nada más empezar.

Le duró poco la gasolina de ese arranque y el Albacete despertó. Avisó con un remate de Portu que desvió Bono, pero el equipo volvió a exhibir su martillo. Paredes, de regreso a La Romareda, se equivocó en una prolongación de Borja y dejó la autopista a Jaime, que definió con la precisión de su zurda. De las buenas noticias últimas, la mejor posiblemente es que el extremo ha recuperado su nivel.

MAL ARECES FRANCO

A pesar del 2-0 el partido no mostraba tanta diferencia en los contendientes, sobre todo porque el Zaragoza se abría por la banda de un limitado Cabrera, por su aductor, y al que Keko le ganó cada vez que le encaró. Un remate de Samu tras dejada de Rubén Cruz en una internada de Keko fue la mejor ocasión manchega, aunque Galarreta, también más entonado, dirigió una buena contra que acabó con un disparo que se marchó fuera por poco.

Movió sus cartas Luis César, enfadado con Diego Benito y que buscó mordiente arriba con la entrada de Chumbi. La respuesta de Popovic fue quitar a Cabrera para que Rico tapara a Keko. Recibió la grada con algún pito al burgalés, pero este contuvo mucho mejor al extremo del Alba. Un remate solo de Rubén Cruz llevó el susto a La Romareda, que se fue al descanso con el sabor de que el Zaragoza, de nuevo irregular, tuvo más acierto y solo fue mejor en las áreas.

Salió el equipo de Popovic en la segunda mitad con la idea de que pasaran pocas cosas y que el tiempo corriera a su favor. El serbio metió más por dentro a Pedro para tratar de mejorar en la fluidez, aunque la medida no surtió efecto. El bajón de Galarreta y el de Basha, sustituido por Insa, lo compensó la crecida de Dorca, pero era el Albacete el que controlaba el choque, aunque sin ocasiones. Sin embargo, Areces Franco decidió dejar otra huella en el partido en un penalti de Vallejo por agarrón a Edu Ramos que solo vio él. Rubén Cruz acoró distancias, pero no dio tiempo a que el Zaragoza se pusiera nervioso. Un minuto después, solo Fernández sabe cuál era su intención al golpear desde tan lejos, pero su tiro que era muy parable se envenenó al dar en Miguel Núñez para batir a un sorprendido Dorronsoro.

Ahí se acabó el partido. Luis César sacó toda su pólvora con Moutinho y César, pero solo tuvo una ocasión de Chumbi mientras La Romareda disfrutaba con cánticos y olas y el equipo manchego iba poco a poco entregando las armas. Pedro, en una jugada de Jaime y en otra de Borja y Galarreta, pudo amplar la renta, pero no anda con duende en los últimos tiempos. Popovic tiró de Rubén para que la grada ovacionara a Jaime y para probar una zaga con tres centrales junto a Vallejo y Mario que tiene aroma de que puede ser un arma en cualquiera de las salidas complicadas que restan. Con todo, el partido hacía tiempo que estaba cerrado, con una victoria vital y unas señales, tímidas si se quiere, de que este Zaragoza crece.