--¿Cómo se ve en Madrid el anuncio de General Motors de recortar 600 empleos en Figueruelas?

--En el sindicato lo vemos con preocupación, ya que, más allá de la dimensión cuantitativa del ajuste, no se puede olvidar la debilidad del tejido industrial español. No obstante, cualquiera que se aproxime a la realidad económica de Aragón ve que cuatro de sus diez mayores empresas son multinacionales. Y, a su vez, General Motors es la más importante. Por ello, al recorte en sí mismo hay que sumar el impacto psicológico que genera porque, al final, GM también forma parte de las señas de identidad de la comunidad. Por ello, creemos que la multinacional tiene que dar una información completa. Tiene un deber moral con Aragón y debe argumentar de manera exhaustiva el motivo de estas medidas, así como aportar elementos que permitan hacer llegar a la ciudadanía una garantía de que esto no se va a repetir en el futuro.

--¿Se veía venir?

--El problema de GM no es una cuestión de deslocalización, es un ajuste de capacidad productiva. En este sentido, estamos ante un sector, el del automóvil, donde la mundialización de la economía se rebela con toda su contundencia. Así, dada la feroz competencia mundial que hay entre las distintas marcas, son fenómenos que se pueden plantear.

--¿Se podía haber evitado?

--Los compañeros de UGT en GM España me han dado una serie de datos que arrojan luz sobre por qué se produce esta situación. A nivel mundial, ha habido cambios de dirección y una gestión errática de la corporación, al tiempo que se han dado algunos elementos negativos relacionados con la definición de nuevos productos. En cualquier caso, son argumentos para poder exigir que esta situación no se reproduzca en el futuro, sobre todo, cuando se habla de un ámbito como el trabajo en Figueruelas. En el último convenio, trabajadores y sindicatos han hecho un gran esfuerzo de cara a anticipar escenarios de eventuales crisis y contrarrestarlas por anticipado con la incorporación de elementos de flexibilidad y creo que no ha sido correspondido por la dirección.

--Entonces, ¿no han servido?

--Si que sirven. El impacto del recorte en Figueruelas es menor que en otra plantas, precisamente, porque se han tomado medidas. En todo caso, el esfuerzo de los trabajadores iba en una dirección correcta. La compañía ha reconocido que es una crisis coyuntural y que no es un problema que tiene que ver con el factor trabajo de la planta.

--¿Considera que habrá que llegar a las movilizaciones, igual que ha ocurrido en Alemania?

--Las protestas de Alemania son fruto de la superposición de varios factores con el ajuste de GM. Allí ha habido amenaza de cierre de plantas y una situación general bastante difícil, debido al paquete de recortes sociales del Gobierno germano. Esto ha provocado una situación de preocupación añadida. Pero, en estos momentos los sindicatos tienen encauzado el proceso, basado en una doble exigencia: que no haya cierres y la vía de la negociación y de la voluntariedad al abordar un ajuste.

--¿Cree que durará muchos años General Motors en España?

--Yo no soy futurólogo, soy sindicalista. Y lo que puedo decir es que vamos a comprometernos para asegurar el futuro del automóvil en este país. Esta reestructuración es una sombra, pero también hay luces. Las plantas españolas están entre las más productivas de sus marcas. Tenemos una buena base y se trata de ir adoptando medidas que permitan anticiparnos a futuras dificultades. Por ello, creo que es vital un Observatorio del Automóvil.

--¿Qué puede hacer un Gobierno regional en una crisis así?

--Estas situaciones son diferentes a las que se pudieron dar en el pasado. Los problemas hay que enmarcarlos en las reglas de juego de la UE. Planteamientos que podían hacerse antes, como inyectar financiación directa, ya no valen. Ahora es necesaria una coordinación muy fuerte entre el Gobierno central y los autonómicos para definir alternativas en materia de política industrial. Y en ese sentido, hay una faceta clave: mejorar la cualificación del capital humano y del tecnológico.

--Ultimamente, se han producido diversas crisis industriales en Aragón (Moulinex en Barbastro, Alvisa, Lanipiel,...). ¿Se está haciendo algo mal en la comunidad?

--Esta es una pregunta que podrían contestar mejor los compañeros de UGT-Aragón, aunque pienso que es un problema de una falta de política industrial a nivel general. Con todo, hay que recordar que las competencias de los Gobiernos autonómicos en determinadas materias son muy limitadas. Es lo que les ocurre a la hora de reorientar el modelo de crecimiento, donde hace falta una definición de carácter estatal. Lo único que pueden hacer las comunidades es tomar iniciativas concretas para situaciones específicas.

--Usted ha alabado el proyecto de Presupuestos del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Sin embargo, aquí en Aragón, ha sido criticado, incluso por la propia UGT.

--Es perfectamente compatible. Nosotros hicimos una valoración positiva, pero identificamos inmediatamente sobre qué factores lo hacíamos: la subida de las pensiones mínimas, del aumento salarial de los funcionarios, así como el asentamiento de unas bases para reorientar el actual modelo de crecimiento económico. Eso no quita para que cuando se analice el presupuesto por programas se vea un descenso en la inversión y una organización territorial nuestra haga una valoración negativa o insuficiente del presupuesto.

--Viene mucho por Aragón...

--Vengo cada vez que me invitan, me siento muy a gusto aquí. Además, hay una organización magnífica, y no exagero.

--En este sentido, ¿qué posibilidades cree que tiene Zaragoza de conseguir la Expo 2008?

--Espero que tenga todas. Si dependiera de mí, las tendría. Creo que Zaragoza ha dado un tirón y un tema como una exposición puede ser un buen recurso para que continúe desarrollándose. Hay elementos suficientes como para lograr la Expo.