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ASOCIACIÓN DE TRABAJADORAS DEL HOGAR DE ZARAGOZA

Sororidad y apoyo mutuo

«Llevamos cuatro años organizadas, luchando por nuestros derechos, poniendo en valor los cuidados y los derechos de las trabajadoras del hogar», expone su presidenta, Carolina García

Sororidad y apoyo mutuo

Las inmigrantes que trabajan en el hogar y los cuidados se ven a menudo impactadas por una triple discriminación: por mujeres, por pobres y por extranjeras. Están condicionadas por los sesgos de género y pueden sufrir xenofobia debido a su etnia, color de piel o religión, así como limitaciones en sus derechos, derivadas de su situación jurídica.

La necesidad económica con frecuencia las empuja a aceptar condiciones laborales muy deficientes. Los empleadores se aprovechan en ocasiones de sus circunstancias de vulnerabilidad y desprotección para contratarlas en condiciones de gran precariedad, con largas jornadas, mala remuneración y escasa protección social.

Además, como trabajadoras del hogar, están confinadas en la esfera privada del domicilio de las personas que las emplean, y esta invisibilidad las deja expuestas a sufrir distintas formas de violencia social y laboral. A ello hay que añadir que algunas padecen acoso sexual y actitudes racistas.

Ante estas situaciones abusivas, unas cuantas de estas mujeres decidieron constituir la Asociación de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados de Zaragoza. «Llevamos cuatro años organizadas, luchando por nuestros derechos, poniendo en valor los cuidados y los derechos de las trabajadoras del hogar», expone su presidenta, Carolina García. Para ella, participar en la exposición Mujeres del Sur junto a Familias Unidas fue un paso más en esta tarea de visibilización y denuncia de las condiciones laborales que sufre su colectivo.

Así lo ve también Edelmira, otra de las protagonistas de la muestra. «Al igual que mi historia, hay muchas chicas de multitud de nacionalidades que estamos en la misma lucha por nuestros derechos. En conjunto, es una lucha que tenemos todas las mujeres, porque siempre se nos ve como a las débiles», opina, «y tenemos que pelear día a día para que se nos reconozca».

Sin embargo, encontrar la sororidad de este grupo, a Edelmira le dio fuerzas. «Venimos y nos encontramos con esta realidad, un contraste total que, en muchas ocasiones, en lo moral, te desmotiva. Pero cuando tuve la oportunidad de encontrarme con esta asociación me sentí nuevamente revalorizada por estas mujeres que nos conocemos como latinas», asevera.

Diana Quinatoa, periodista en su Ecuador natal y profesional de los cuidados en la economía sumergida en Aragón, sostiene que, «gracias a la asociación, he encontrado un espacio donde aportar desde mi profesión». Es la responsable de comunicación de la entidad. «Eso me ha ayudado a asentarme psicológicamente, porque el cambio ha sido abrupto. Al dar voz a las personas que no son escuchadas, me siento más realizada».

A través de las redes sociales de la asociación, Diana ha creado una verdadera comunidad de apoyo mutuo. «Entre las más de 200 socias encuentras historias que te desgarran el alma. A veces están fatal. Se sienten solas, no comen… Tú las escuchas y, aunque solo les des los buenos días, a ellas les sube el ánimo. Hemos encontrado una hermandad», concluye.

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