Cantar o bailar el 12 de octubre sobre el escenario de la plaza del Pilar es el sueño que cualquier jotero desea cumplir al menos una vez en la vida. Un privilegio que, cada año, logran solo un puñado de entre los cientos de aspirantes venidos de todo el territorio aragonés: los coronados en los dos certámenes celebrados unos días antes en la Sala Mozart del Auditorio zaragozano.
Los seis cantadores y las tres parejas salidas del XXXV Certamen Oficial de categorías benjamín, alevín y juvenil y los cuatro cantadores y pareja que obtuvieron los premios ordinario -vencedores por primera vez en categoría absoluta- y extraordinario -aquellos que buscan repetir éxito- de la edición CXXXV han ido demostrando este martes, uno tras otro, por qué han sido elegidos para representar a la tradición en el día grande de la jota aragonesa.
La jornada ha tenido su sabor hasta cierto punto amargo por las limitaciones impuestas por el coronavirus. Un recinto vallado con un aforo máximo de 900 personas, todas sentadas, en ningún momento llegó a completarse pese a estar todas las invitaciones reservadas. De hecho, en el momento de comenzar el acto, una veintena de filas permanecía totalmente desiertas, o lo que es lo mismo, prácticamente un tercio de los lugares disponibles.
Esta circunstancia no ha empañado lo emotivo del acto. Con una Virgen que observaba esta vez desde la distancia, presidiendo la plaza de la Fuente de la Hispanidad, Cristina Armenteros, Pablo Artigas, Adrián Alós, Cristina Benadaus, Rocío Mallor, Oliver Villanueva, Iván Martos, Laura Clavería, Keila Giménez, Jaime Mandar, Pablo Gastón, Sheila Gavín, Francisco Javier Gracia, María de los Ángeles Altés, Esther Gimeno, Adrián Tomás, Elena Casaña y Javier Badules pusieron la voz, el corazón y el alma para concluir una semana cargadas de emociones para todos ellos.
Tras un año donde los retos han sido gigantes, estos 18 nombres son la mejor prueba de que la tradición y la esencia aragonesa continúa gozando de una buena salud.
