TOROS

Crítica de la sexta de la Feria del Pilar: Tomás Rufo, oreja en los minutos de la basura

Decepcionante corrida de Alcurrucén, muy lejos de sus hechuras y ante la que poco pudieron hacer Uceda Leal y Sebastián Castella

Carmelo Moya

Carmelo Moya

La sexta de abono de la feria taurina del Pilar, una corrida de toros con el hierro de Alcurrucén tampoco ha concitado este miércoles demasiado interés a la vista del granito que quedó sin ocupar.

A pesar de estar metidos en fechas de vísperas, con notable afluencia de visitantes y una temperatura veraniega, la plaza no registró una entrada como cabría esperar.

En torno a la mitad del aforo es una respuesta raquítica en taquilla pero tremendamente negativa como proyección al resto del universo mundo: Zaragoza, plaza residual en la que no sabes si vas a matar lo que contratas ni con qué compañeros de cartel. O sea.

Ese efluvio a plaza de «Todo a cien» que se está apoderando del garito hiede más cada día.

Si como ayer pasa entera la corrida de toros hay que ponerse «en prevengan». Algún enigma tiene que contener el chiste. Y la verdad es que dolían los ojos al ver desfilar, uno tras otro, la colección de animales tan lejos del patrón núñez, tan escasamente asimilables al hierro de Alcurrucén. Con esas edades (tres cinqueños y un toro a punto de cumplir los seis años).

Impensable imaginar que los ganaderos (familia Lozano) sean capaces de embarcar una corrida así para una plaza como La Misericordia de la que han sido empresarios en el pasado, por cierto.

Solo el sexto...

Solo el sexto acreditó similitudes para ser homologado como tal. Con ese cuerpo colorado, entre atigrado y chorreado en verdugo, de cuernos oscuros y acapachados. Y esos andares al paso, entre el temple y el desdén.

Ante él se había exhibido con un vedettismo previo casi enfermizo el banderillero Fernando Sánchez para luego dejar tan sólo uno de los dos palos arriba. Mientras no falle con la puntilla seguirá navegando.

Tal y como había quedado el toro la cosa tuvo que ser a la fuerza... cosmética, sin profundidades, ayuna de lid, superficial, vamos.

Principiando por la derecha al hilo de las rayas chicas para tomarle rápidamente el ritmo al moribundo, casi agónico Burlón-37. Y así discurrió un rondó espeso y sin emoción en el que el toro, al circular siempre vio tela y la siguió chochón y obediente.

Una espectacular estocada, efectiva por desprendida puso el trofeo en la mano de Tomás Rufo.

Antes había enfrentado un toro muy pobre de cara, más recortadito y breve por donde lo miraras, que descolgaba con facilidad y lo entregaba si le pedías.

Por alguna razón Rufo lo encerró en tablas desde ya y el toro optó por no reñir echando pronto el telón.­­­ No hubo qué.

Como tampoco pudo redondear la última tarde de la temporada y segunda consecutiva en este ciclo el francés Sebastián Castella.

El toro de seis años que le cupo en primer turno no se dio coba ninguna. Fue un horror, con todos los vicios de la edad apenas permitió a Castella repartir su repertorio entre los recursos y los adornos. Y el otro, un cinqueño en el cuerpo de un utrero con esa cara lavada, estrecha, escurrida, que tan poco decía fue uno más entre lo peor.

Cantó la gallina en varas, tercio en el que se le abucheó con insistencia y ya avanzada la cosa, la máxima aspiración de Castella apenas fue alcanzar el medio muletazo. Epilogó de entera baja.

En el lugar que debió ocupar Daniel Luque (que después de estar anunciado cortó forzosamente la temporada para acometer la total recuperación de su percance de este verano en El Puerto de Santa María) actuó el veterano José Ignacio Uceda Leal.

Su prestancia y esa trabajada puesta en escena que tanto llena la escena no se compadeció en absoluto con un nivel de compromiso mínimo exigible.

En espera del unicornio, ese ejemplar que le permita verificar la faena perfecta que sólo puede tener un formato onírico, apechugó con un primer toro con episodios de descoordinación y escasa toreabilidad.

También por la cara le anduvo al cuarto en un simulacro de lidia que no tuvo interés ninguno y pasajes destacables. Echó Uceda pues una fácil peonada. 

TOROS DE Alcurrucén, fuera de su cánon genético habitual excepto el sexto, acapachado de cuerna, badanudo, hondo, muy prototípico.

JOSÉ IGNACIO UCEDA LEAL

Sustituía a Daniel Luque.

Silencio en ambos.

SEBASTIÁN CASTELLA

Ovación tras dos avisos y ovación.

TOMÁS RUFO

Silencio tras aviso y oreja tras aviso.

ENTRADA

En torno a la mitad del aforo.