Relaciones entre Francia e Italia

Macron y Meloni normalizan sus relaciones con una discreta reunión en el Elíseo

El presidente francés y la primera ministra italiana celebran su primer encuentro en París tras meses de turbulencias diplomáticas entre Francia e Italia

Emmanuel Macron y Giorgia Meloni, en París.

Emmanuel Macron y Giorgia Meloni, en París. / EFE

Enric Bonet

Anunciada con apenas 24 horas y con la excusa de la Exposición Universal de 2030. El presidente francés, Emmanuel Macron, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, han visibilizado este martes una mejora en sus relaciones con una discreta reunión en el Palacio del Elíseo. El dirigente centrista y la ultraderechista se han reunido por la tarde aprovechando una visita de la segunda a París en el marco de la campaña de Roma para que la escojan como ciudad organizadora de la Exposición Universal. Este pretexto ha posibilitado el primer cara a cara en la capital francesa entre Macron y Meloni, después de unos últimos meses marcados por turbulencias en las relaciones entre Francia e Italia.

“Los vínculos entre nuestras sociedades hacen vivir esta relación única que hay entre Italia y Francia”, ha asegurado el presidente en una comparecencia conjunta con la primera ministra italiana, en que han asistido pocos medios y no se han aceptado preguntas de la prensa. “Nuestros intereses son múltiples y estrechos”, ha añadido la líder de Hermanos de Italia. Como era previsible, las sonrisas, golpecitos en la espalda y la ausencia de pullas verbales han acompañado el encuentro. Además de las normas protocolarias, estos gestos han reflejado una mejora en las relaciones entre Macron y Meloni que ya empezó a fraguarse en mayo con su cara a cara durante el G7 en Hiroshima (Japón).

Una relación convulsa

Normalmente, los jefes de Gobierno italianos solían visitar París poco después de su investidura. Meloni ha tardado cerca de ocho meses, lo que refleja las discrepancias entre el Gobierno francés y el italiano, unas diferencias también instrumentalizadas por cada uno de estos Ejecutivos con finalidades de política interna. Después de que Macron perdiera a un estrecho aliado con la salida del poder de Mario Draghi, no tardaron en torcerse sus vínculos con el nuevo Ejecutivo en Roma, compuesto por una coalición entre dos partidos de ultraderecha y uno de derechas e investido a finales de octubre.

La primera controversia se produjo en noviembre cuando Roma se opuso al desembarco del barco humanitario 'Ocean Viking', que al final atracó en el puerto francés de Tolón. Otra polémica parecida tuvo lugar el mes pasado. Entonces, el ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, —uno de los más derechistas del Ejecutivo macronista— reprochó a Meloni que "era incapaz de gestionar los flujos migratorios". Esas palabras provocaron una reacción airada por parte del ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani, que anuló un desplazamiento previsto a Francia. 

Estas tensiones recuerdan, de hecho, a las que ya se produjeron en 2018 y 2019, cuando en Italia había un Gobierno populista formado por el Movimiento 5 Estrellas y la Lega. París criticaba entonces la dura política italiana con los barcos humanitarios, mientras que Roma acusaba de "hipócritas" al Gobierno francés, quien mantiene desde 2015 estrictos controles en la frontera francoitaliana para evitar la llegada de personas migrantes.

"Cercanos sobre cuestiones importantes"

Pese a las diferencias ideológicas evidentes —y cierta teatralidad a la hora de visibilizarlas—, Macron y Meloni mantienen puntos en común, también sobre la cuestión migratoria. Los dos son partidarios de endurecer los controles en las fronteras externas de la Unión Europea. Así quedó reflejado en el nuevo acuerdo migratorio europeo respaldado por Francia, pero también por Italia, a diferencia de otros países gobernados por la ultraderecha, como Hungría o Polonia que se opusieron.

Además, París y Roma comparten su política de apoyo a Túnez, donde aumentaron los barcos de migrantes que zarpan desde allí después del giro xenófobo de su presidente Kais Saied. Una orientación que el dirigente francés, y aún menos la ultraderechista italiana, no han modificado ni un ápice pese a la tragedia humanitaria de la semana pasada cerca de las costas de Grecia, donde al menos murieron 81 personas y sigue habiendo centenares de desaparecidos tras el naufragio de un barco de personas migrantes.

“Más allá del barniz ideológico, los dirigentes de los dos países (Francia e Italia) son en realidad cercanos sobre muchas cuestiones importantes”, destaca el politólogo francés Christophe Bouillaud en una entrevista en el diario conservador Le Figaro. Según este especialista sobre Italia, Macron y Meloni comparten puntos de vista sobre “la guerra de Ucrania” —Roma y París han colaborado para dar a Kiev el sistema de defensa antiaéreo SAMP-T—, una política industrial europea “que no esté dominada por la industria alemana” y sobre unas reglas presupuestarias de la UE menos ortodoxas que las reivindicadas por Alemania y otros países del norte del continente. Una serie de coincidencias que hacen de Meloni una aliada, quizás poco deseable, pero necesaria para Macron.