Primero iba a ser un enorme conglomerado de parques temáticos y casinos-hoteles que incluiría espacios ya definidos como Spyland o Aquántica, que por cierto no habían logrado financiación para instalarse en Francia. Luego se habló de cadenas hoteleras que ya estaban comprometidas (pero la confidencialidad nos dejó sin saber quiénes eran) y entraron en escena nuevos centros dedicados al fútbol o a la aeronáutica. A veces se hacía más hincapié en el juego, otras en una oferta turística familiar. Nunca hubo en el entorno de ILD ninguna empresa seria del sector del ocio. Es decir, seria y muy potente... porque poner en pie toda una ciudad con centenares de locales y capacidad para albergar a decenas de miles de personas no estaba al alcance de unos empresarios casi insolventes.

Nunca hubo un proyecto propiamente dicho. Apenas esbozos o imágenes virtuales de escasa calidad. Claro, que durante meses ni se supo dónde iría por fin aquel fabulosos complejo. Luego, para la presentación en Ontiñena, se había anunciado la instalación de una carpa tecnológica para mostrar con más brillantez los últimos diseños. No hubo tal carpa ni alusión alguna a Spyland y los demás parques originales; sólo más esbozos escasamente comprensibles. Gran Scala ni siquiera definía de manera verosímil la forma de llegar hasta sus futuras instalaciones. Pedía una estación del AVE, pero no preveía un aeropuerto como los de Las Vegas, Macao u Orlando.

Tantas ideas como portavoces. En nombre de ILD han hablado diferentes personajes que han acabado por desaparecer del escenario. Últimamente no han venido por aquí ni Allegrini ni Colus ni Tranchant. Eduard Aguirre ejerce ahora de actor principal. Se estrenó en los últimos pagos... y muy bien acompañado. Eso sí.