No se sabe hasta cuándo durará la huelga, pero el día de ayer se convirtió en un punto de inflexión en el conflicto del transporte urbano por varias razones. Porque los trabajadores se sintieron escuchados al participar en el pleno del Ayuntamiento de Zaragoza, porque notaron un apoyo real de todos los grupos municipales y porque, a pesar de que las nueve horas que duraron ayer los paros, saben que Zaragoza está de su lado.

Más de un centenar de trabajadores se concentró a las puertas del consistorio mientras varios de los despedidos acudían a la sesión plenaria. Unos gritaban en la calle Belloch escucha: lucha y lucha e Iris --despedida-- leía ante el alcalde de la ciudad, Juan Alberto Belloch, y arropada por sus compañeros, un manifiesto en el que recordaban tanto a Belloch como a Carmen Dueso, responsable de Servicios Público. Hace escasos meses ambos les aseguraron que una reordenación de las líneas de autobús no supondrían despidos. El resultado, dijo Iris, no había sido ese, sino que eran cabezas de turco de "la avaricia de las empresas".

También la cooperativa de urbana de trabajadores le dedicó unas palabras al alcalde. Su representante puso en entredicho "el escaso poder de convicción del ayuntamiento con la empresa" al no haber logrado que Autobuses Urbanos de Zaragoza (AUZ) firmara, también, la propuesta del consistorio y solicitó un "ultimatum" para hacer reaccionar a la dirección.

EN LA CALLE Y una vez hechos los discursos, abandonaron la sala entre aplausos y cara de que esta lucha no ha terminado. Y en la plaza, fueron recibidos entre los gritos de sus compañeros antes de abandonar una concentración más tranquila y menos ruidosa de lo habitual como muestra de respeto por la muerte de Atarés.

Esto ocurrió entre trabajadores, despedidos y políticos. En la calle las paradas de autobús y tranvía tenían más público que nunca. No porque hubiera más usuarios, sino porque durante nueve horas solo circularon por la ciudad 129 autobuses, la mitad de un día normal. El tranvía se convertió ayer en la mejor alternativa posible por lo que sus vagones se quedaron sin espacio libre. También, aparcar por Zaragoza se convirtió en misión imposible. Muchos eligieron la opción del coche para evitar así largas esperas en las marquesinas que duplicaron el tiempo de espera habitual o viajar en tranvía más incómodo de lo habitual. Luis Sánchez, del comité, aseguró que con la huelga no pretenden "fastidiar a la gente" sino que quieren reflejar una injusticia que ha acabado con 153 despedidos. Respecto a la opción de intensificar los paros durante las fiestas del Pilar, explicó que es una posibilidad muy remota porque hay que avisar con diez días de antelación.

Hoy, los trabajadores participarán en la manifestación contra los recortes en los servicios públicos.